Otra loca historia en Stamford Bridge
Tres días después de caer en la Premier en un duelo envuelto en polémica, el Chelsea le devuelve la moneda en la Copa y en la prórroga al Manchester United (5-4)
Hacía tres días que Chelsea y Manchester United se habían retado en la Premier, en un duelo eléctrico resuelto con un gol de Chicharito (2-3) en fuera de juego y dos expulsiones a los blues (Torres e Ivanovic), además de una ácida polémica con el colegiado, acusado y ya investigado por insultar a Mata y Obi Mikel. Y fue en Stamford Bridge, de nuevo, donde se batieron ambos equipos -enmarcado el envite en la Copa de la Liga inglesa-, donde se dio la pelotera arbitral y donde se impuso en la prórroga el Chelsea, capaz de anular la ventaja rival por tres ocasiones, dicharachero porque encontró en el joven Wootton, central red devil, a todo un amigo. Fue un expresivo 5-4, un marcador tarambana como también lo fue el martes el Reading-Arsenal (5-7).
CHELSEA, 5 – MANCHESTER UNITED, 4
Chelsea: Cech; Azpilicueta, Cahill, David Luiz, Bertrand; Mikel (Ramires, m. 46), Romeu (Oscar, m. 72); Mata, Lucas Piazón (Hazard, m. 55), Víctor Moses; y Sturridge. No utilizados: Hilario; Ferreira, Saville y Marin.
Manchester United: Lindegaard; Rafael, Keane, Wootton, Büttner (Powell, m. 46); Nani, Fletcher, Anderson (Tunnicliffe, m. 81), Giggs; Chicharito y Welbeck (Macheda, m. 95). No utilizados: Johnstone; Lingard, Vermijl y Brady.
Goles: 1-0. M. 21. Giggs. 1-1. M. 31. David Luiz, de penalti. 1-2. M. 43. Chicharito. 2-2. M. 52. Cahill. 2-3. M. 59. Nani. 3-3. M. 94. Hazard, de penalti. 4-3. M. 97. Sturridge. 5-3. M. 116. Ramires. 5-4. M. 119. Giggs, de penalti.
Árbitro: Lee Mason. Mostró la cartulina amarilla a Romeu, Mikel, Wootton, David Luiz, Nani, Oscar.
Stamford Bridge. 44.000 espectadores.
Lejos de los focos de la Premier, competición que premia la regularidad y que es objetivo capital para ambos equipos, el tapete londinense no acumulaba esta vez el mismo talento: el Manchester United presentó una zaga novel y encasquillada en el pase al tiempo que atacó el área rival con mucha menos dinamita, reservados Rooney, Van Persie y Valencia; y Di Matteo, que no contaba con los sancionados Ivanovic, Terry y Torres, oxigenó de inicio piezas fundamentales, pero resultó menos comedido, quizá porque a él –al contrario que a Ferguson, que puede hacer y deshacer cuanto quiera en el MUFC, su club- sí que se le juzga.
Pretendió el técnico blue, como es la tónica en este curso, absorber la pelota, repartirla hasta encontrar la rendija decisiva. El equipo, sin embargo, no presionó en campo contrario y se descuajaringó en la salida, todo un despropósito porque Lucas Piazón –llamado a liderar Brasil en el futuro- y Victor Moses tiritaban en los costados, sin dar aire ni salida a su defensa. Solo se ofrecían Mata y Romeu [jugó al fin en esta temporada], pero les faltaban líneas de pase. Y el MUFC, que se las sabe todas, que compite como nadie por más que palidezca en la composición del juego, hurgó en la llaga. Adelantó las líneas, puso lapas sobre los creadores y presionó la raíz, el primer pase. Suficiente para descomponer al Chelsea.
El Chelsea, capaz de anular la ventaja rival en tres ocasiones, se felicitó porque encontró en el joven Wootton, central red devil, a todo un amigo
El despropósito lo subrayó Cech al sacar a destiempo, cuando tenía a los laterales abiertos y optó por dársela a Romeu en el balcón del área, de espaldas y con dos jugadores encima. Recibió Romeu y, lento, torpe por no desentenderse del cuero de primeras, trató de girarse. Anderson se lo impidió y le regaló el esférico al infinito Giggs, que se acomodó para soltar un latigazo cruzado, raso y ajustado al palo, a gol. No fue el único batacazo del Chelsea en la zaga, puesto que más tarde fue David Luiz quien se aventuró en campo ajeno con el esférico en los pies. Un error porque no tiene pase ni regate, una calamidad porque la perdió en una zona caliente, dejando rota a su línea. Welbeck asistió a Chicharito, que, dulce como está –cuatro goles en los tres últimos envites-, definió de perlas.
Hazard realizó un eslalon terrorífico para asistir a la llegada de Ramires, que firmó la sentencia
Pero el Chelsea tiene tantas vidas como los gatos y se repuso de todos los mazazos. Primero le ayudó Büttner, lateral del MUFC, que cometió un penalti de lo más ingenuo sobre Moses cuando la jugada estaba en puntos suspensivos. David Luiz asumió el chut y lo convirtió. Y luego fue Cahill el que cristalizó el apetito de Di Matteo –dio carrete a Ramires, Hazard y Oscar, titulares siempre- con un testarazo a la salida de un córner, con su gol. Era la efervescencia blue, un duelo que parecía encarrillarse para los londinenses. Hasta que Nani, tan individualista como virtuoso, expresó lo contrario en un baile en el área rival al finalizar una pared con Anderson con una picada. Ya estaba el mismo resultado que en el fin de semana pasado; solo faltaba la polémica. Y se dio porque el colegiado ni vio ni concedió un penalti clarísimo de Keane, que sacó a pasear su brazo en el área y frenó un centro de Mata, pero sí señaló una pena máxima en el minuto 94, cuando Wootton se pasó de frenada y molestó a Ramires al cargar la pierna. Hazard atinó en el disparo y se llegó a la prórroga. Terreno maldito para Wootton, que volvió a significarse para mal al ceder desastrosamente y con la cabeza un balón inofensivo hacia atrás, hacia los pies de Sturridge, que descontó al portero con un quiebro y definió a gol.
La guinda del Chelsea la puso Hazard, con un eslalon terrorífico, con un pase a la llegada de Ramires, que firmó el quinto gol y la sentencia, por más que Azpilicueta cometiera a última hora otro penalti, bien convertido con Giggs. Era el final, otra loca y apasionante historia en Stamford Bridge.
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