‘El gusto del triunfador Rosell’
Puede que no tenga gracia y su gusto sea discutible, pero sabe hacer bien las cosas.
A Rosell y a su consejo ya les tocaba poder disfrutar de una asamblea como la del sábado y presumir de su mandato. La obra de gobierno mereció el aval casi unánime de los compromisarios del Barça. La gestión económica parece irreprochable, porque se ha atacado la deuda (330 millones de euros) y generado un beneficio récord (48,8 millones de euros), y para nada se cuestionó la deportiva, a pesar de no ganar la Liga ni la Champions, porque si se cuentan los resultados de las secciones, se alcanzó una cifra récord de 17 trofeos.
Los únicos momentos difíciles para el presidente se presentaron en la tanda de ruegos y preguntas, cuando le pidieron por sus negocios en Brasil y por la situación de la acción de responsabilidad emprendida contra la directiva de Laporta, momento en que ya había empezado el partido del Camp Nou contra el Granada. La coincidencia obliga precisamente a reflexionar no solo sobre la composición de la asamblea, sino también sobre su fecha y el horario. No se trata de cuestionar la actitud de la junta sino de apostar por el bien del club.
El balance y las propuestas eran en cualquier caso tan claras que únicamente se preveían aplausos con independencia del día y número de asistentes. Ya no se trataba de ganarse a los socios para desmarcarse de la anterior junta ni tampoco para poner publicidad a la camiseta o de insistir sobre la necesidad de la Grada Jove sino de trazar la hoja de ruta. Tiene mucho mérito llegar a una asamblea sin que haya ruido, ni siquiera mediático, después que hayan partido Laporta y Guardiola.
Sin ser un agente activo, ha dejado claro que el Barça estará con Cataluña
Núñez tuvo que reconstruir el club económicamente y solo acudió a Cruyff para edificar el equipo cuando nada más llegar había renunciado a la carga simbólica. Aunque asegura haber vaciado sus bolsillos, Gaspart solo dejó deudas. Laporta sacó a la entidad de la miseria y se excedió tanto en la grandeza y alegría que provocó la elección de su rival Rosell. Así que el actual presidente accedió al cargo más por reacción que por acción, circunstancia muy rendible a corto plazo y, en cambio, más complicada con el tiempo.
Al nuevo consejo le tocaba dar contenido a su mandato después de poner en orden la institución. No tuvo sentido de la integración con Cruyff y fue más sensible con el presidente de Extremadura que con los exmiembros de la anterior directiva azulgrana. No ha habido dudas, en cambio, sobre su actuación en la parcela deportiva después de dar continuidad a dos de las figuras incorporadas por Guardiola como son Tito Vilanova y Zubizarreta. Y, por lo demás, sin ser un agente activo, ha dejado claro que el Barça estará con Cataluña.
Habrá quien sostenga que es populista anunciar que no subirá el precio del carnet y someterá a referéndum la reforma del Camp Nou o la construcción de un nuevo estadio. También los habrá que se quejen de que el club ha perdido poder e influencia. Y se cuentan algunos que desconfían de su mueca. La política de Rosell se puede interpretar de forma conservadora o progresista. Los hechos, por el contrario, son irrefutables, se mire como se mire. Las palabras ya parecen otra cosa, como dijo el propio Rosell en la asamblea. Habló de sentimientos sin causar emoción. Los vídeos en los que se apoyó no subrayaron su tesis, sino que a veces incluso la cuestionaron. Puede que no tenga gracia y su gusto sea discutible, pero sabe hacer bien las cosas.
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