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Fernando Alonso: “Comencé con la mente abierta”

El piloto considera clave la salida y Ferrari reconoce que hubo problemas de comunicación

Oriol Puigdemont
Hamilton y Alonso, en el podio de Monza.
Hamilton y Alonso, en el podio de Monza.DIMITAR DILKOFF (AFP)

Horas antes de comenzar la carrera en el circuito italiano, uno de los técnicos de Ferrari que se encarga de calibrar el monoplaza de Fernando Alonso reconocía lo mismo que su piloto dijo el día anterior; que el F2012 era uno de los coches más rápidos sobre el asfalto de Monza, y que por eso habían acordado afrontar con calma el momento de la salida. El recuerdo de la melé que se formó hace solo una semana en la primera curva de Spa, donde el Lotus de Romain Grosjean sobrevoló la cabeza del español, aún estaba demasiado fresco en la retina de todos los miembros de la escudería. No hacía falta jugárselo todo a una carta que podía salir cruz, si el bólido rojo tenía el músculo suficiente como para adelantar sobre el terreno. Llegado el momento, Alonso volvió a arrancar como un tiro, se zampó a Di Resta y a Rosberg en un acelerón y abordó el octavo a la primera variante, que trazó de forma impoluta, lejos de los cuchillos. En solo dos giros se merendó a Kobayashi y a Raikkonen, esperó un poco más antes de zamparse a Schumacher, en la séptima, y en un parpadeo se echó al cuello de Vettel, con quien salió en paralelo del primer cambio de gomas (vuelta 21). “Comencé con la mente completamente abierta. Los 200 primeros metros después de los semáforos fueron muy buenos, y entonces pensé que no podía arriesgarme a perder la ventaja que había logrado”, explicó el primer piloto del constructor italiano. Y añadió: “Sabía que las dos primeras vueltas marcarían mi suerte. Si no hubiera ido tan rápido, el podio no habría sido posible”.

Hubo que llamar por teléfono a Maranello para asegurar el cambio de ruedas

El ovetense resoplaba en el cogote de Vettel (vuelta 26), que le intuyó de la misma forma que Alonso le vio venir a él hace un año. En aquella ocasión, Baby Schumi le superó por fuera en una curva abierta, a la derecha, colocando las dos ruedas del lado izquierdo de su Red Bull sobre el césped. En esta, el líder del certamen tuvo que pisarlo con las cuatro de su Ferrari porque su oponente le empujó hasta allí, una maniobra a más de 250 por hora que hiela la sangre al verla, que el germano definió después como un “deja vu de la de 2011”, pero que los comisarios decidieron penalizar con un pase y siga. Antes de que pudiera cumplir la sanción, los tifosi estallaron al ver cómo il cavallino rampante engullía al búfalo rojo (vuelta 29).

El mexicano Pérez, con una táctica opuesta a la mayoría, fue un vendaval

El abandono de Button debido a un problema en el sistema de alimentación de su McLaren (vuelta 34) y el previsible adelantamiento a Felipe Massa (en la 40), colocaron en segunda posición a su compañero, que, sin embargo, no pudo contener a Checo Pérez (vuelta 46). El mexicano terminó como un auténtico vendaval, catapultado por una estrategia opuesta a la de la mayoría, cimentada en el mimo con que el Sauber trata los neumáticos y en sus delicadas manos. Esta combinación le permitió remontar diez puestos (salió el 12º) hasta cruzar la meta a solo cuatro segundos de Lewis Hamilton y con más de 20 de ventaja sobre el asturiano.

Esta vez, Alonso ganó siete posiciones respecto al lugar que ocupó en la parrilla, todas ellas en la pista, minimizando los daños en un fin de semana que podía haber sido negro para él. Ya no solo por la avería que le penalizó el sábado, en la cronometrada, sino también por el apagón que sufrieron los ordenadores del muro de Ferrari, en pleno ajetreo. “Tuvimos un pequeño problema de comunicación y fue como dar un salto atrás en el tiempo”, explicó Pat Fry, director técnico de la marca de Maranello. “En un momento dado tuvimos que recurrir al teléfono para llamar a la fábrica y asegurarnos que era el momento adecuado para realizar el cambio de compuestos. Pudimos manejarlo, pero créanme, no fue fácil”, añadió el ingeniero.

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