“Cuanto más sufres, más amas el ciclismo”
Joaquim Rodríguez (Parets, Barcelona, 1979), al que más gente conoce como Purito que como Joaquim, está a punto de ganar la Vuelta a España, su primera gran ronda de tres semanas, tras haber sido segundo en el Giro y después de haber ganado la medalla de bronce en el Mundial de 2009 en Mendrisio. Pequeño, enjuto, experto, ha encontrado en el Katusha la libertad para improvisar, para reflexionar, para aprender a los 33 años, y sobre todo a discernir cómo se debe ganar. Nervioso por naturaleza, su equipo le ha enseñado a soportar la tranquilidad. Le restan tres asignaturas parciales para vencer el duelo con Contador: hoy en Fuente Dé, con llegada en alto; mañana en Valladolid, en la lucha contra el viento y, el sábado, antes del Paseo de la Castellana, en la Bola del Mundo. En sus piernas late la sangre sin alboroto, comedida, en espera del gran éxito de su vida.
Pregunta. Toda esta andadura comenzó en Euskadi. ¿Qué le indujo a un catalán a irse allí?
Respuesta. Porque allí está la cuna del ciclismo. Y el Iberdrola, que era el equipo filial de la ONCE, y tuve la gran suerte de que me llamaran. En esas condiciones tenía el puesto casi asegurado en el mundo profesional.
P. Supongo que en esos momentos todo era ilusión. Pero en etapas como las del Cuitu Negru, ¿no se le quitan las ganas de ser ciclista?
R. ¡Qué va, todo lo contrario! Te entra más afición. Amas más el ciclismo. La gente te manda mensajes. La gente te quiere. Te das cuenta de que son mensajes de verdad. Y eso te llena.
P. Pero fue una etapa durísima, casi dantesca.
R. Es duro, pero para eso trabajamos. Sinceramente, tengo que decir que a mí se me hacen más duras las etapas de llano que etapas como la de Pajares.
P. Se habla mucho de la dureza de esta Vuelta, de si es necesario que sean finales tan exigentes. Si eso es bueno o es malo para el ciclismo. Hay un debate eterno sobre ese asunto.
R. A mí no me parece que sea más dura. El Mirador de Ézaro era muy, muy, duro, pero hasta llegar allí era totalmente llano. La del lunes sí era una etapa durísima. Pero del día de Los Lagos, igual, subimos el Fito y poco más. La Vuelta ha sabido separar lo que es el kilometraje de lo que es la dureza y el espectáculo y han salido finales muy bonitos.
La Vuelta ha sabido separar el kilometraje del espectáculo y han salido finales bonitos”
P. Porque al final la gente quiere verles sufrir…
R. La gente lo que ve por televisión son los últimos 40 kilómetros y la Vuelta lo que ha hecho es saber apartar esos primeros kilómetros que no se siguen en directo del verdadero espectáculo y dejarlo todo para el final.
P. En toda la Vuelta ha mantenido usted una actitud muy humilde, alejando mucho la condición de favorito.
R. Yo llevo de favorito desde el primer día. Siempre he dicho que confiaba mucho en mí. Otra cosa es cómo cada uno gestiona su humildad, pero favorito, por preparación y por todo, me he sentido siempre.
Llevo de favorito desde el primer día. Siempre he dicho que confiaba en mí”
P. A priori, se esperaba un duelo entre Contador y Froome. ¿No se sintió ninguneado en esos pronósticos?
R. No, en absoluto. Hay que darse cuenta de que Alberto es quien es y Froome la Vuelta del año pasado la perdió por esperar a Wiggins. Este año le ha pasado lo mismo en el Tour. Y no hay que olvidarse que va cuarto, no va el 62º. Es un corredor que lo está haciendo muy, muy, muy bien, y que está pagando el peso del Tour, pero que lleva en forma más de tres meses seguidos.
P. En el ciclismo actual ¿hay más miedo a perder que a la satisfacción de ganar?
R. No, yo creo que es una cuestión de profesionalidad. Antes, el ciclismo, como diría yo, era más paisano. ‘¿A qué hora quedamos? ¿Cuánto tenemos, seis horas? Venga, a por ellas’. Ahora todo se prepara mucho más, se analiza al detalle. Ahora son imposibles aquellos ataques de Chiapucci, que se iba en el kilómetro cuatro y lo mismo llegaba a la meta. Esto ahora es muy difícil, porque se circula a velocidades de vértigo, con ritmos asombrosos, y te obligan a jugártelo en los últimos kilómetros, o en los pocos últimos metros, según sea la subida. El ciclismo ha cambiado mucho, sobre todo en el aspecto profesional.
P. ¿Qué ha hecho para mejorar tanto en la contrarreloj, su martirio en los últimos años?
R. Lo peor es que como asumes que eres malo en la contrarreloj, y yo soy malo en la contrarreloj, pues te dejas llevar. Vale, soy malo. Pero luego hay alguien que te dice que todo es mejorable, que es una cuestión de actitud. Y gracias a trabajar la cabeza cada día, a presentarme una bici en condiciones y a dedicarle muchísimas horas, he mejorado muchísimo. Antes me decían que hiciera tres horas y hacía hora y media y llegaba a casa cabreado.
P. ¿Tiene más que ver con la cabeza o con el asunto físico?
R. Sobre todo es un asunto físico. Es como todo: una vez que tú te das cuenta de que vas rápido en la crono pues la cabeza te pide más, porque te encuentras bien, feliz. ¡Coño, te das cuenta de que tan malo no eres!
P. Dicen los clásicos que cuando se mejora en la contrarreloj se pierde capacidad en otras disciplinas, en su caso la escalada.
R. No. Se pueden trabajar las dos cosas. La semana tiene siete días. Lo uno no va en contra de lo otro. Hay capacidad para todo. Por asentarte en la contrarreloj no tienes por qué perder tus habilidades en la escalada o en otras disciplinas. El asunto es convencerte de que tú puedes con ello.
Ahora son imposibles aquellos ataques de Chiapucci. Todo se prepara mucho más”
P. Pero seguro que en la crono de Pontevedra le corrió por el cuerpo la sangre de ganador.
R. No lo niego, cuando acabó y supe que seguía líder, me entró un cosquilleo. Cuando llegué a meta y escuché a Juan Mari (el speaker) que seguía líder por un segundo me sentí el más feliz del mundo, parecía que hubiese ganado la etapa.
Parece que estamos volviendo a la época de Perico. Hay una afición tremenda”
P. ¿Es consciente de que está siendo una Vuelta apasionante?
R. Desde dentro no se vive tanto porque intentamos estar aislados de la prensa y de todo, pero los mensajes están siendo espectaculares. Solo hay que ver cómo están las cunetas, cómo te animan, bueno, como nos animan a todos. Antes oías “¡Ánimo, Purito!”, o “¡Purito, jubílate!”. Eso ha pasado venga Contador o no. Pienso que el público está con todos y parece un poco que estamos volviendo a la época de Perico, en la que había una afición tremenda.
P. Lo decía Froome, siendo el extranjero que amenaza a los nacionales, que estaba agradecido del apoyo de la afición.
R. Sí, el público español es muy educado en ese aspecto. Le gusta mucho el ciclismo y en ese aspecto la gente que hace 150 kilómetros para acercarse a una cuneta no va a silbarte o a decirte cualquier burrada. Van a aplaudirte, a hacerse las fotos. Darles una sonrisa, un autógrafo o un bidón, para ellos es el copón.
P. El éxito parece que le llega a los 33 años.
R. El éxito me llegó a los 30. Medalla de bronce en un Mundial, pero el punto que tengo ahora no lo he tenido nunca.
P. ¿Se ve como ganador del Tour?
R. Bueno, vamos a ver. He estado a punto de ganar un Giro, creo que puedo ganar la Vuelta y, ¿por qué no voy a ganar el Tour? Total, los rivales son los mismos…
P. ¿Al podio de la Vuelta va a subir con un puro como en Cádiz?
R. No, porque está prohibido. A ver si los jueces me van a meter una sanción de 20 segundos y pierdo todo lo conseguido…
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