La Real fue menos tierna

No hay urgencias en agosto, pero sí exigencia. Respondió a ella la Real Sociedad, que trabajó bien sus primeros puntos a costa del Celta, que se había impuesto comenzar bien el campeonato para alimentar su confianza en el regreso a Primera, pero sale de vacío de las dos primeras jornadas. Mostró una buena cara el colectivo que prepara Montanier, incisivo mientras Vela no agotó el depósito y alentado por un delantero que le ofreció un amplio inventario de soluciones: Agirretxe salió reforzado del partido, goleador y referencia para su equipo.

Falló incluso más de lo aconsejable la Real ante el gol. Su catálogo de desaciertos sirvió para compendiar los desastres del Celta, que durante los dos últimas campañas ha padecido un calvario para defender el balón parado y los centros laterales. Mediada la pasada temporada, el equipo se afanó en evitar el génesis de esas acciones, solución balsámica que en Anoeta se aparcó. Y la Real hizo daño porque tiene en Vela y Prieto dos guantes por los flancos y en su ADN se transmite de generación en generación la molécula del juego aéreo y el balón a la espalda de la zaga. Por ahí llegaron tres remates al palo de Agirretxe, Ansotegi y Griezmann o el tanto anulado a Agirretxe en un alarde ocular del linier, que hiló fino.

Tras adelantarse, reapareció la ternura del Celta, blando para permitir una galopada de Griezmann, que encontró un sencillo pase interior que Agirretxe colocó con clase; falto de contundencia para conceder el segundo gol en un trastabilleo de los centrales que el donostiarra aprovechó con oficio. Como ante el Málaga, el Celta tuvo el coraje para revolverse contra el marcador, detalle que alerta sobre las posibilidades de un equipo en maduración, que pasa ahora por el mismo proceso que la Real hace dos veranos.