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Triatlón
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Noya nunca se relaja

A los 18 años ya tenía un nivel increíble sin entrenarse casi. “¡Madre mía, lo va a ganar todo!”, me dije

Javier Gómez Noya celebra la medalla de plata en la prueba de triatlón
Javier Gómez Noya celebra la medalla de plata en la prueba de triatlónFELIPE TRUEBA (EFE)

Estoy impresionado por la solidez, la mentalidad y la claridad de Javi Gómez Noya: llegó a Londres sabiendo dónde iba a jugársela. No gastó cuando no debía. Hizo la carrera que le venía bien: a un ritmo alto de salida y hasta el final, sin tirones, sin ataques corriendo, siempre a ritmo. Fue exagerado. Increíble. ¡Qué ritmo cogió ya nadando! Ni él ni los hermanos Brownlee dieron opción, sino una exhibición. Tras la natación, en la bicicleta fueron a 43 kilómetros por hora de media, en un circuito con curvas, por lo que la media es alta. Y a pie, de salida, dijeron hasta luego, y se acabaron las plazas de las medallas.

Fue una táctica inteligente. Cuando hay parones, la gente recupera y coge gas para el próximo arreón. Sin embargo, la gente sin buena base, con ritmo alto, va más forzada, se va para atrás, va gastando más de la cuenta y no está ahí cuando se decide la carrera. Por eso Javi es de los mejores: aguanta el ritmo alto. ‘¡Vamos rápido y ya está!’, se dijo. Eso le libró de los rapidillos, que no llegaron a estar en esa situación de pelear por las medallas y aprovechar su velocidad, porque quedaron fuera de carrera.

Sabe siempre dónde está, qué época del año es, y mantiene un alto grado de exigencia

Sus cualidades, claro, no son las de un chico del montón. Son excepcionales. He visto a Javi entrenarse desde pequeño. Cuando gané el Mundial (2002), empecé a ser coleguita de él, venía a mi casa y yo a la suya. A los 18 ya tenía un nivel increíble, sin entrenarse casi. ‘¡Madre mía!’, me dije; ‘lo va a ganar todo’. Era tan exagerado lo que podía andar así, de natural, que cuando empezó a trabajar, a esforzarse, a competir, empezaron a venir todos los resultados. Esta medalla no es casualidad: son siete u ocho años en los que en casi todas las carreras hacía podio, o estaba entre los 10 primeros, algo supercomplicado en un deporte como este.

Tras quedar cuarto en los Juegos de Pekín no se vino abajo. Se planteó los Juegos de Londres 2012 como la carrera más importante, y por eso compitió menos este año. Ahora mismo tiene los tres segmentos superigualados. En agua, seguramente sea el segundo más rápido del mundo. En bici, es de los que más se agarra, y a pie lo mismo. Juntando eso con su dedicación, el resultado es una medalla. No solo se entrena fuerte. También sabe siempre dónde está, qué época del año es, y mantiene un alto grado de exigencia. Nunca se relaja. No perdona un día de trabajo. Cuida todos los detalles. Para mí, ha ganado un paisano, un colega… pero lo que me alegra es ver que el esfuerzo, el trabajo, da frutos. Eso lo tenía interiorizado, pero esto motiva. Da fuerzas para volver a entrenarse como un animal. Es una lección, que abrirá este deporte a todos.

Iván Raña, triatleta, fue campeón del mundo en 2002 y olímpico en 2000, 2004 y 2008 (quinto en Pekín).

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