El espíritu olímpico
¿Dejarse ganar? No nos escandalicemos. Los Juegos distan mucho actualmente de la idea con la que nacieron. Son un negocio
La derrota de la selección de baloncesto ante Rusia ha dejado al equipo ante una curiosa disyuntiva. Ante la imposibilidad de quedar primeros de grupo y evitar a EEUU hasta una hipotética final, se juegan ante Brasil el quedar segundos o terceros de grupo. Quedar segundos significaría, siempre hipotéticamente hablando, y contando que se ganaría ese partido de cuartos, enfrentarse a los americanos en semifinales. Por contra, perder ante los brasileños significaría eludirlos de nuevo hasta la final. El problema está en que Brasil está exactamente en la misma situación, aunque probablemente eran conscientes de que el primer puesto era imposible, no así en nuestro caso.
La pregunta es: ¿Qué debería hacer el equipo? Hay pros y contras en cada situación. La única parte positiva de la victoria es que pasas de fase con confianza y mejor química. En caso de perder, estás dando a entender que reconoces que eres inferior al máximo rival, cosa que creo que todos tenemos asumida, pero por lo menos vas por el camino opuesto. Mucho se habla estos días del espíritu olímpico, pero está claro que los Juegos distan mucho actualmente de la idea con la que fueron concebidos. Obviamente es una competición especial y distinta con mucha carga emotiva, pero se han convertido en un gran negocio gracias al enorme esfuerzo de multitud de deportistas que dedican cuatro años de su vida a estar preparados para este evento. En caso de dejarse ganar no nos escandalicemos. Estamos hablando de que no estamos perjudicando a un tercero dejándolo fuera de la lucha por las medallas, sino que estamos buscando el beneficio propio, aunque conociendo el carácter ganador de algunos de los jugadores, me inclino a pensar que irán a por la victoria.
Mención aparte es el fusilamiento al que es sometido Scariolo cada vez que se pierde un partido. No tengo ni idea de cómo es su método, pero el palmarés que tiene es espectacular, y muchas veces sobredimensionamos el papel y la incidencia del entrenador en una victoria o derrota. No nos olvidemos que quienes juegan y la meten o no son los jugadores, que por otra parte me merecen todo el crédito habido y por haber. Estamos hablando de una derrota con Rusia. Según mis recuerdos de infancia, perder por menos de 10-15 puntos era casi una victoria.
Conociendo el carácter ganador de algunos de los jugadores, me inclino a pensar que irán a por la victoria
En cuanto al tenis, por primera vez nos quedamos sin medalla desde que volvió a ser deporte olimpico en Seúl 88. No es ninguna catástrofe ni mucho menos, dado que en ninguno de los cuadros teníamos a ningún competidor/a entre los tres primeros preclasificados, a priori favoritos para las medallas. Muy cerca se estuvo, a un punto exactamente, de que Ferrer y Feliciano lucharan por el oro. Una lástima, se lo merecieron, pero así es el deporte y se quedaron sin el bronce. Tres medallas sumamos hasta el momento, con una gran Mireia Belmonte a la cabeza. Parecen pocas pero todavía queda mucha competición por delante. Y después de la natación, el atletismo pasa a ser el deporte rey estos días. Ojalá se nos dé bien a los españoles, aunque la cosa no ha empezado muy fina. Mucha suerte a los que quedan por competir.
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