Fórmula francesa, modelo español
La selección sub-19, la más joven del Europeo gracias a una política que amoldó el extécnico Iñaki Sáez de la escuela de Vichy, disputa con su fútbol de toque la final ante Grecia
Hay un decálogo que desde hace tiempo define a las selecciones inferiores de España, configurado por Ginés Meléndez, ahora coordinador del fútbol base de La Roja, y aplicado por todos. Así, los centrales deben dormir en la misma habitación en las concentraciones, los porteros están obligados a llevarse bien, ninguno puede protestar las decisiones arbitrales, está prohibido cualquier acto de rebeldía, hay que sacar la pelota jugada...
Ahora, se ha decidido apostar más que nunca por la juventud, por esa norma que instauró Iñaki Sáez a su llegada en 1996: a los futbolistas que sobresalen hay que subirles de categoría. “Porque así maduran antes y cogen experiencia que puede servirles en los próximos torneos”, revela Sáez. El ejemplo lo dio en 2006, cuando se llevó al Europeo sub-19 a cinco menores –Canella, Bueno, Mata, Capel y Jeffren-; se prolongó el año pasado cuando con Meléndez al mando fueron otros seis de un año menos; y se ha remarcado en este Europeo, donde en el grupo del técnico Julen Lopetegui hay ocho chavales de un curso menos y otros dos (Grimaldo y Ruiz) del 95, dos primaveras más jóvenes. Circunstancia que hace de España la selección más pequeña del torneo con una media de 18 años y seis meses. Por detrás se encuentra Serbia con tres meses más de media, y Grecia, la otra finalista del torneo, se queda en 18 años y 11 meses. La política de adelantar a los jugadores una o dos categorías, sin embargo, tiene raíces francesas, en la escuela de Vichy, anterior centro de alto rendimiento de fútbol a la actual y afamada academia Clairefontaine.
Con 18 años y seis meses de media es el equipo más joven del torneo
Todo empezó en 1979, cuando Sáez cogió el relevo de Piru Gainza al frente de la cantera del Athletic, cuando Lezama daba sus primeros pasos y estrechó lazos con la escuela de Vichy de Pierre Piperot. “Un año íbamos nosotros allí y al siguiente, venían ellos con sus técnicos”, revela Sáez; “intercambiábamos pareceres y opiniones, y nos quedamos con la copla de cómo y por qué ascendían a los chicos antes de tiempo. A ellos la cosecha les llegó rápido, con el Mundial del 98 y la siguiente Eurocopa; yo, por mi parte, recuerdo que probé la fórmula en el Athletic con Urkiaga, Goikoetxea, Sarabia…”. Años más tarde, exportó la idea a las categorías inferiores de España. “Iñaki aplicó esa idea con todos los equipos para que los chicos progresaran más ante las dificultades y acumularan experiencia”, conviene Meléndez. “Eso también es porque creemos en el talento y en el futuro, porque no se busca solo el rendimiento inmediato”, añade Lopetegui. Pero rinden de rechupete. Aunque se encuentran con los problemas lógicos de la edad, menos físico y más pájaros en la cabeza.
El día de antes de la final, Lopetegui decidió darles la mañana libre y concederles el deseo de ir a comer todos juntos, incluidos los familiares. “Para darles aire, que también lo necesitan”, cuenta el seleccionador; “pero este grupo se porta de maravilla”. No siempre ha sido así. Y en la selección tienen muy claro que ahí es cuando hay que aplicar mano dura. “A veces se les sube el éxito y hay que bajárselo”, señala Meléndez; “hay unas normas estrictas a sus comportamientos y no se les puede saltar”. Como respetar las horas de sueño, no pelearse o, incluso, no ser expulsado en una final de un torneo. “Si ocurre eso es que es un futbolista que pierde los papeles, que por el momento no puede jugar con esta camiseta”, explica Sáez. A Sergio Ramos, por ejemplo, le enseñaron la cartulina roja en una final y estuvo más de seis meses castigado sin ir a la selección. “Y míralo ahora, es todo un ejemplo”, remarca Sáez; “estos chicos cometen errores, pero si son inteligentes no los vuelven a hacer”.
La falta de físico y experiencia se supera con el balón" Ginés Meléndez, coordinador del fútbol base
El otro inconveniente de la precocidad es la falta de físico y de experiencia. “Eso se supera con el balón”, intercede Meléndez; “no podemos ir al choque directo. Al fútbol se juega con los pies y la cabeza, y en eso somos los números uno”. Así lo cree Luis Milla, seleccionador olímpico y sub-21: “La federación se aprovecha del gran trabajo de los clubes, de un estilo que propusieron los anteriores seleccionadores y de las cualidades de los futbolistas, a las que nos adecuamos”. Lopetegui lo tiene claro, consciente de que el modelo de juego de todos los equipos siguen un patrón, siempre con el toque y la asociación por bandera, por más que su equipo depende en los metros finales de las individualidades de Jesé, Alcácer y sobre todo Deulofeu. “Queremos que se amolden al estilo porque ante Grecia, por ejemplo, ellos tienen más ritmo y nosotros somos más fuertes con la pelota, pero cada equipo tiene sus excepciones. Y Deulofeu tiene el regate dentro, aunque esperamos que mezcle bien con el resto”. Tiene tanto carácter para retar al rival como el equipo para decidir –una vez escogidos por Lopetegui y su ayudante Santi Denia los lanzadores- el orden de los ejecutores de los penaltis ante Francia, en la semifinal.
Toca Grecia. “Sera muy duro porque es el que más dificultades nos ha puesto –1-2 a favor de España en el duelo que abrió su torneo-, que cuenta con una generación brillante y de gran corazón. Y no me preocupo de si somos favoritos porque eso no nos va a ayudar”, apunta Lopetegui. Tampoco les pondrá un vídeo como hizo ante Francia –donde se veían imágenes de los jugadores entremezcladas con películas-, pero sí les recordará una de sus frases favoritas: “Este equipo es capaz de levantarse, cuando vienen curvas, responde con ambición”. Y eso que no son más que niños.
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