Wiggins, un Indurain muy locuaz
El inglés hipoteca el Tour con una clara victoria en una contrarreloj en la que Evans dobló la rodilla
Al día siguiente de la etapa jurásica, la luz del Franco Condado brilla sobre Bradley Wiggins, da otro tono a las sombras del rey de los rodillos en la salida de la Salina Real, monumento al racionalismo neoclásico e industrial del siglo XVIII. Permite ver a otro líder, a una persona que no es el maleducado insultante soberbio ni tampoco el estereotipado ciclista programado para conseguir un objetivo sin pensar más. “Tenemos que hacer un esfuerzo para adaptarnos al nuevo ciclismo”, confía un colega belga veterano del Tour. “A la mirada de los anglosajones sobre nuestro ciclismo, pues la mirada es el poder, y son ellos los que hablan ahora”.
Entre la pareja del Sky y el resto, un abismo;
y detrás, apiñados, un embotellamiento
Debemos ser generosos, por tanto, y admitir a Wiggins, a sus exabruptos malhablados que tanto chocan con el esterilizado mundo actual de comunicados de prensa sin sustancia, sin aristas, dentro del linaje de otros grandes campeones, Hinault, Fignon, Armstrong, el mismo Merckx, Ocaña, que nunca dudaron en ser tan excesivamente humanos a la hora de expresarse. Debemos ir más allá aún, o más atrás, o sea, regresar al padre Indurain, debemos considerar al inglés de amarillo un avanzado a su época, como Indurain; debemos considerar al ciclista que ayer machacó al Tour con su contrarreloj como un Indurain igual de reconcentrado e igual de meticuloso, un Indurain hablador, eso sí, un Indurain capaz de expresar su carácter más que con sus silencios, como míticamente hacía el navarro, con sus palabras; capaz de sacar la mala leche igual, y sus emociones, pero más floridamente. Un campeón, claro.
Clasificaciones
Novena etapa:
1. Bradley Wiggins (GBR/SKY) 51m 24s.
2. Chris Froome (GBR/SKY) a 35s
3. Fabian Cancellara (SUI/RSH), a 57s
4. Tejay Van Garderen (USA/BMC), a 1m 6s
5. Sylvain Chavanel (FRA/OPQ), a 1m 24s
6. Cadel Evans (AUS/BMC), a 1m 43s
13. Haimar Zubeldia (ESP/RSH), a 2m 20s
General:
1. Bradley Wiggins (GBR/SKY), 39h 9m 20s
2. Cadel Evans (AUS/BMC), a 1m 53s
3. Chris Froome (GBR/SKY), a 2m 7s
4. Vincenzo Nibali (ITA/LIQ), a 2m 23s
5. Denis Menchov (RUS/KAT), a 3m 2s
6. Haimar Zubeldia (ESP/RSH), a 3m 19s
Un campeón con una sombra igual de alta que la suya, llamada Chris Froome, su amigo de Kenia, que fue el único de los que piensan en la general que en los 41,5 kilómetros de rurales carreteras a orillas del Doubs, cuántos rincones para un picnic, perdió menos de un minuto. Froome, que es mejor escalador que él, que se ha comprometido a borrarse, a ser él, un Wiggins más de pensamiento, palabra y obra. Entre la pareja del Sky y el resto (dejando al electrón Cancellara en medio) hubo un abismo, y detrás un embotellamiento (20 corredores apiñados en dos minutos), en el que muy a su pesar se encontró atascado Cadel Evans, que perdió 1m 43s (dos segundos y medio por kilómetro, tremendo: solo fue sexto en la etapa) y ya está a 1m 53s en la general de Wiggins, en una segunda plaza que mantiene por solo 14s ante Froome, lo que acentúa el efecto sándwich. Allí está él, el ganador saliente, al que se consideraba el único capaz de rivalizar con el favorito Wiggins, o incluso con más posibilidades, peleando por oxígeno con Nibali y Menchov, a quienes se veía siempre en un escalón inferior. Y con Haimar Zubeldia, el español de quien nadie habló antes del Tour (un hombre en el marasmo del RadioShack de los Schleck y compañía), y que quizás por eso salió indemne de la carnicería de la primera semana, y que tras una magnífica contrarreloj es sexto en la general, a poco más de un minuto del tercero, Froome. “Si algo me ha enseñado el Tour”, dijo el veterano guipuzcoano, “es a ser prudente, pero en la última semana voy a estar mejor”.
El Tour te enseña a ser prudente, pero voy a estar mejor”
Zubeldia, sexto
Tras la contrarreloj, detrás de Wiggins y de Froome, se intuye un resto de Tour (qué resto, todo el Tour: hasta el jueves no empiezan los Alpes, y los Pirineos dentro de ocho días) de un pelotón de seguidores pendientes de defender lo suyo y esperando el fallo del de delante. No hay contadores ni andys, no hay atacantes de montaña, y el único que podría hacerlo, Froome, está atado al líder y al concepto.
El concepto es el Sky, el equipo cuyas dos palabras mágicas son plan y detalle. El plan se lleva adelante pase lo que pase, y si falla el plan se traza otro plan. El detalle es el rey. Pensada para ganar segundos —Wiggins fue el único del equipo con cambio mecánico, no electrónico, pues así podía tener un acople de centímetro y medio más largo, vital para su aerodinamismo, búsqueda de la máxima penetración también reflejada en ruedas con tornillo Allen, no cierre automático, en la manga corta y el mitón hasta la muñeca, en el casco sin cola—, la suma de detalles —y también el cálculo al mililitro de cuánto y cuándo debía beber teniendo en cuenta la temperatura y la humedad, y el grado de inclinación del sol— acabó transformada en minutos y en una paz de espíritu que permitió a Wiggins —uno que no genera más de 480 vatios, menos que Indurain y Evans— una eficiencia demoledora al mover un plato de 56 dientes y una abstracción absoluta. “Solo iba en mi mundo. No sabía lo que hacían los demás, sus referencias. No me importaban. Era yo en mi burbuja”, dijo. “Solo cuando me dijeron el resultado pude sentir alivio y orgullo”.
Prólogo: Las variaciones Cancellara
Primera etapa: Los domingos generosos
Segunda etapa: Contra la melancolía, Cavendish
Tercera etapa: La construcción del personaje Sagan
Cuarta etapa: ¿Será Greipel el bosón de Higgs?
Quinta etapa: Y una montaña en San Quintín
Sexta etapa: Una guerra de guerrillas
Séptima etapa: El 'nuevo ciclismo' toma el poder
Octava etapa: Wiggins y sus 'enemigos'
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