Etapa reina
La etapa que se celebró ayer es la que más consecuencias puede tener sobre el resultado final
En este afán que nos impone el orden mental de etiquetar las cosas para clasificarlas en nuestra memoria, tenía una conversación el otro día con un amigo sobre la etapa reina de este Tour 2012. ¿Cuál es la etapa reina este año?, era la pregunta.
Dirigíamos la vista a los Alpes y a los Pirineos tratando de sacar algo en claro. En los Alpes está la etapa que finaliza en La Toussuire, seguramente la más dura de este año en cuanto a recorrido, pero a la que le falta distancia, pues no llega a los 150 kilómetros de longitud. Y en los Pirineos se encontrarán con la etapa de Bagneres de Luchon, 200 kms con el paso por todos los clásicos pirenaicos —Tourmalet y Aubisque incluidos—, pero con la ausencia de una parte final exageradamente exigente. Acordamos que ni una ni otra etapa reunían los condicionantes suficientes para ser considerada como reinas, y al final catalogamos a este Tour como exento de etapa reina, matizando además que había dos etapas —la de hoy en La Planche del Belles Filles y la que finaliza en Foix— que sobre el papel podían marcar más diferencias entre los favoritos que cualquiera de esas dos que nos empeñábamos en etiquetar como reinas. El problema era que centrábamos nuestro análisis en el recorrido… y el Tour es mucho más.
La etapa reina de esta edición, centrando el análisis en las consecuencias que esta etapa podría tener sobre el resultado final, fue la que se celebró ayer con final en Metz. Ahora es evidente, pero nadie lo esperaba, a pesar de que tampoco nadie respiraba tranquilo hasta que no se cruzase la meta de la primera etapa de montaña, pues todos saben lo imprevisible que son las caídas en la primera semana. Pero lo sucedido ayer fue tan devastador de cara a la clasificación general que, aunque alguno de los líderes salieron indemnes del caos, no hay equipo que no tenga algún corredor tocado; y todos sabemos que un Tour no se gana sin la ayuda de los compañeros.
Nadie respiró tranquilo hasta que no se cruzó la meta de la primera etapa de montaña
La AVCPST (Asociación de Víctimas de las Caídas de la Primera Semana del Tour), a la que ahora mismo pertenece la gran mayoría de los corredores, llevaba tiempo advirtiendo de que esto era previsible. Corredores veteranos como Freire o Valverde, que ayer entraron a formar parte de la Asociación, ya habían avisado de la falta de respeto que caracteriza a la juventud que aprieta. “Aquí la gente va como loca, parece que todos van a ganar el Tour”, se lamentaba Valverde tras besar el suelo dos veces.
Recuerdo un compañero en mi etapa amateur que tras una dura caída, y mientras el director le ayudaba a levantarse maldiciendo —¿Pero cómo te has podido caer aquí?—, le contestó con voz serena: “No busques culpables, busca soluciones”.
Soluciones buscaban ayer desesperadamente los mecánicos cruzando a saltos el caos de la gran montonera con pares de ruedas en las manos mientras buscaban corredores de su equipo. Y muchos de ellos se sentían impotentes —al igual que los corredores— cuando comprobaban que no había uno, ni dos, sino tres o más corredores de su equipo en el escenario del drama. A otros la solución les llegará en la sala de urgencias del hospital de Metz; suficiente para el físico, insuficiente ya para el Tour.
Y por delante la etapa siguió su curso para los afortunados en salvar esta última caída, que no otras. Greipel, después de haberse caído en dos ocasiones, fue superado por un pletórico Sagan que demostró que también sabe ganar en llano. Y no ganó, sino que humilló a sus rivales. Hoy empieza por fin la montaña, pero a muchos que vinieron con esperanzas a este Tour eso ya no les importa, ya están camino de casa. Esto es el Tour.
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