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El capítulo que faltaba

Tras medirse en el resto de superficies y grandes, Federer y Djokovic se encuentran en semifinales y en la hierba de Wimbledon

Juan José Mateo
Federer, en su partido ante Youzhny.
Federer, en su partido ante Youzhny.LEON NEAL (AFP)

Al toque de corneta de las rondas finales acuden el suizo Roger Federer y el serbio Novak Djokovic, citados en semifinales tras vencer 6-1, 6-2 y 6-2 a Mikhail Youzhny y 6-4, 6-1 y 6-4 al alemán Florian Mayer, respectivamente. Grita el ruso pidiendo los consejos del estadounidense Andre Agassi, que le observa riéndose desde el palco de honor de la catedral del tenis. Se mete el dedo en los ojos Nole, buscando el sitio en el que deben estar sus lentillas. Son los cuartos de Wimbledon y ni esas dos extrañas circunstancias evitan el cruce entre los dos divos. Federer y Djokovic se medirán en las semifinales del templo del césped con más que el título en juego. Si el suizo, que ha perdido seis de sus últimos siete duelos con el serbio, pero nunca se ha enfrentado a este sobre hierba, gana el encuentro y luego se alza con el título, recuperará el número uno mundial e igualará el récord de semanas en el trono del estadounidense Pete Pistol Sampras (286).

“Esto es muy importante”, resumió Federer, que no tuvo que pedir la ayuda del fisioterapeuta para su maltrecha espalda, que tanto le martirizó en el encuentro previo. “No he estado en esta ronda desde hace dos años [en ambas ocasiones perdió en cuartos], sé que me enfrento al campeón y al número uno, pero también sé que es posible ganar. Sé que las cosas se van a poner difíciles en la próxima ronda, que debo prepararme, pero también sé que estoy jugando muy bien”, continuó el suizo, tan acertado como para que no le alteraran los gritos, las carcajadas y las estruendosas quejas contra sí mismo de su rival cosaco. “Creo que ya he jugado unos 100 partidos sobre hierba, así que sé cómo funciona”, ironizó Federer antes de marcharse a conocer a los duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, que vieron en directo su partido desde el palco de honor de la central de Wimbledon.

Djokovic devuelve una bola ante Troicki.
Djokovic devuelve una bola ante Troicki.JONATHAN BRADY (EFE)

“La hierba”, reconoció Djokovic sobre su oponente, que es seis veces campeón en la catedral del césped, “es la superficie que mejor se adapta al juego de Federer. Explota muy bien la pista con su revés cortado. Es muy inteligente. No tengo nada que perder y creo que he mejorado mucho en esta pista, como demuestra mi título del año pasado”, añadió. “Lucho por defender mi trofeo”, avisó tras pasar más de un aprieto en la primera manga con Mayer, un jugador indescifrable, de extrañísimos golpes, que se vio rebasado por la consistencia y la regularidad del número uno del planeta.

Si el suizo gana el encuentro y luego se alza con el título, recuperará el número uno mundial e igualará el récord de semanas en el trono de Pete Sampras (286)

En Londres, algunos de los grandes nombres del juego se acercaron a ver el tenis. Ahí estaba Rod Laver, el australiano que dominó el mundo con su revés a una mano y su nariz ganchuda. Ahí estaba Agassi, el estadounidense que de resto en resto cambió el concepto del juego en la década final del siglo XX. Ahí estaba su esposa, la alemana Steffi Graf, una de las campeonas más exitosas que jamás allá existido. Y allí, sonriente, andaba Manuel Santana, el primer campeón español de Wimbledon, que hizo suyo allá por 1966. Tantas figuras juntas no pueden ser casualidad. Llega un partido tremendo, de lo que hacen escuela, y nadie, ni las más grandes figuras, quiere perdérselo. Enfrentados en todas las superficies, a Federer y Djokovic solo les falta batirse en la hierba de Wimbledon.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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