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DESDE MI SILLÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La noticia y la no-noticia

Se le veía a Cavendish tranquilo y relajado tras la victoria, porque disipaba a las primeras de cambio las dudas que sobre él se sembraron

Cavendish, tras lograr la victoria.
Cavendish, tras lograr la victoria.Bryn Lennon (Getty Images)

La no-noticia no es siempre desinformación, leía por ahí el otro día. La no-noticia del día es que no hemos visto ninguna caída en los kilómetros finales. ¿Dejadez, suerte, habilidad? Lo primero no, porque ya hemos visto que el momento en que se atraviesa la pancarta de 25 o 20 kilómetros a meta suele ser el despertador que señala el final del sueño, como bien relataba ayer mi compañero Arribas. ¿Suerte?... pues un poco sí, porque no hay más que ver la velocidad a la que se pasa por los embudos que provocan las rotondas, para darse cuenta de que la suerte —o la ausencia de mala suerte— es un factor que siempre tiene su relevancia. ¿Habilidad?... pues también; unos la tienen en mayor medida que otros, pero todos ellos la poseen en algún grado cuando son capaces de circular ahí a esas velocidades, sufriendo esos bandazos, y se mantienen en equilibrio sobre dos ruedas.

Otra no-noticia podría ser que Cavendish ha vuelto a ganar en el Tour. Pero no, precisamente esa es la noticia. Cavendish se señalaba la franja arcoíris de su maillot al cruzarse con Chris Boardman camino del podio con un gesto que se podía interpretar como: “Soy el campeón del mundo, estos colores de aquí lo indican… qué puedo hacer más que ganar…”.

Y sí, cierto es que una etapa como la de ayer en un Tour de los últimos años hubiese sido terreno abonado para que Cavendish inscribiese una muesca más en su palmarés. Pero resulta que estamos en el Tour 2012, que Cavendish integra el equipo Sky —un equipo volcado en pleno en ganar la general con Wiggins—, y que el hombre de la Isla de Man hace ya tiempo que perdió el hábito de “buscarse la vida en solitario”.

Ganó con maestría, buscándose la vida con la ayuda y la referencia de otro hombre habituado a tales menesteres, Óscar Freire

Pero ganó con maestría, buscándose la vida con la ayuda y la referencia de otro hombre habituado a tales menesteres, Óscar Freire, tal y como explicó en sus declaraciones. Y ganó a dos corredores que en el pasado han sido dos de sus grandes apoyos, Greipel y Goss, los mismos que le acompañaron en el podio del último Campeonato del Mundo aunque en orden invertido. Dijo Cavendish que conocía la llegada por haber ganado allí en el Circuito Franco-Belge, esa prueba de final de temporada —octubre— a la que los corredores acudíamos desganados y saturados de ciclismo, con la mente ya puesta en las vacaciones. “Sabía que el viento iba a entrar de cara”, decía, de ahí que aguantase a rueda de Greipel viendo cómo la meta se les echaba encima, esperando a que el gigante germano comenzase su aceleración.

Se le veía a Cavendish tranquilo y relajado tras la victoria, calmado en sus declaraciones y contento. Contento por la victoria en sí, y porque disipaba a las primeras de cambio las dudas que sobre él se sembraron cuando en la última vuelta por etapas por él disputada fue capaz de ganar la clasificación general sin haber logrado ninguna victoria de etapa. “He perdido dos kilos de peso de cara al Tour”, dijo entonces, “pero no he perdido velocidad”. Y nadie creía esto último viendo los resultados…

El festival Cavendish se toma ahora un día de descanso —próxima función en Rouen— y se prevé otra nueva función del festival Sagan, sexto ayer en el sprint masivo. Esto acaba de comenzar, pero la carrera ya nos ha mostrado exhibiciones de muchos quilates; rogamos que esto siga así.

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