Sexy Löw
Convertido en figura de culto en Alemania, el seleccionador se siente un profesor y solo busca el éxito a través del trabajo
Joggy se toma seis cafés expresos diarios y usa crema para hidratarse la cara: es la imagen para productos masculinos de la marca Nivea. Sus jerséis de pico ajustados de ahora y las camisas blancas muy apretadas de anteriores torneos son tema de conversación entre los aficionados alemanes. También el abundante pelo lacio y negro ante la sospecha de que pudiera teñirlo. Joachim Löw (Schönau, Baden, 1960) rompe con la imagen tradicional del entrenador de fútbol en Alemania. Esa expresión de modernidad, acompañada del calor del éxito de haber llevado a Alemania a la tercera semifinal consecutiva (tras la Eurocopa de Austria y Suiza y el Mundial de Sudáfrica), lo han convertido en una figura de culto entre sus compatriotas.
Ahora fuma tabaco norteamericano, bebe vino español y escucha música cubana
“Él se siente un profesor”, asegura uno de sus mejores amigos, “y se distingue por una gran capacidad de trabajo, mucho mayor de la de sus predecesores en la selección”. En el vestuario, su lema es el respeto: al conductor del autobús, a los camareros, a los medios de comunicación… “El periodista no es un enemigo”, les dice a los jugadores.
A pesar de haber seguido muy de cerca los entrenamientos del Barça, sus aspiraciones se reducen a la calidad del empleo: podría entrenar a un conjunto de Bangkok si encontrara el ambiente propicio. Tiene contrato con Alemania hasta 2014. “Si él coge un buen equipo, lo mejora en un 10%; pero si es uno de mitad de tabla, puede descenderlo”, explica esa fuente, recordando que bajó a Segunda al Karlsruher en 1999. Antes, sin embargo, ganó la Copa alemana con el Stuttgart, en 1996, y luego la liga austriaca con el Innsbruck en 2001.
“El periodista no es un enemigo”, les dice el técnico a los jugadores
Löw despliega su encanto profesoral en las conferencias de prensa. Domina la escena: aquí un guiño a un periodista, allí una broma. Da titulares: “Pirlo es un genio de la estrategia”. “Casillas, Neuer y Buffon son los tres mejores porteros del mundo”, dijo ayer. También puede ser afilado. “Esta Inglaterra de Roy Hodgson está mucho mejor organizada que la de hace dos años”, disparó contra el expreparador de los pross, Fabio Capello. En otra ocasión, cuando un reportero le hizo dos preguntas, la segunda era sobre la posibilidad de que Berti Vogts entrenara a Polonia. “Solo respondo a la primera”, le cortó, demostrando su aversión al exseleccionador germano, representante de la vieja guardia.
El establishment derribado entre 2004 y 2006 por Jürgen Klinsmann, que le hizo el trabajo sucio a su segundo y sucesor en la Nationalmannschaft, Joachim Löw, más intelectual y sutil, menos preparado para la confrontación.
En el vestuario, su lema es el respeto: al conductor del autobús, a los camareros
Aunque su estética podría encajar entre los verdes alemanes, cuyo bastión de votos está precisamente donde él vive, cerca de Friburgo y de la frontera suiza, Joggy prefiere no manifestarse políticamente y centrarse en el fútbol. En ese terreno, se ve expuesto a “ondas emocionales increíbles”, según contó al diario Die Welt en una entrevista íntima. “La primavera es el mejor afrodisíaco”, sentenció tras recordar con buenos ojos su experiencia de monaguillo en la pequeña ciudad de Schönau.
Su padre participó en la reconstrucción de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial. Trabajó duro en una pequeña empresa artesanal. Las reglas de la casa eran rígidas y él fue el hermano mayor de cuatro, quien debía abrir puertas a los demás. A los 17 años se marchó de casa y estudió Formación Profesional. Ray Clemence, el portero del Liverpool, le partió la pierna y la proyección como mediocampista ofensivo del Sttutgart, en 1980.
Ahora, fuma tabaco norteamericano, bebe vino español y escucha música cubana. Ha vivido en Austria, Suiza y Turquía. Es un hombre de mundo. “Mi casa es un oasis de armonía”, confesó. “Tenemos dos teles y los viernes por la noche mi mujer [Daniela] ve Sexo en la Ciudad y yo un San Pauli-Friburgo”. Preguntado por la autenticidad de su pelo e incluso de su orientación sexual, respondió. “Pregunten a mi mujer”.
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