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Una remontada de ‘diez’

Fernando Alonso gana en Valencia tras salir undécimo, se convierte en el primer piloto capaz de repetir victoria esta temporada y recupera el mando en la clasificación general

Oriol Puigdemont

Como aquellos exploradores que se abren paso entre la maleza en cualquiera de las películas de Indiana Jones, Fernando Alonso prendió fuego a Valencia, engalanada para albergar el Gran Premio de Europa de F-1 el fin de semana de san Juan. Armado con una daga teñida de rojo, asestó la primera puñalada a un certamen absolutamente desbocado. El Campeonato del Mundo llegaba a la ciudad con los cuatro primeros clasificados separados por apenas nueve puntos. Gracias a una remontada de traca, el español se va de ella como nuevo líder y con un margen de 20 respecto a su inmediato seguidor, ahora Mark Webber. Al tiempo, la 29ª victoria del asturiano le coloca como el primero capaz de repetir triunfo esta temporada, rompiendo así una inestabilidad que parecía eterna. Por detrás de su Ferrari cruzaron la meta el Lotus de Kimi Raikkonen y el Mercedes de Michael Schumacher, que volvió a subir al podio seis años después. A sus 43 años, El Kaiser es el piloto de más edad sobre el cajón desde Jack Brabham en 1970, segundo en Brands Hatch a los 44.

La cronometrada del sábado dejó hecho un flan al ovetense, que arrancó el undécimo, absolutamente encendido, y que se subió a una montaña rusa de vértigo, una travesía fantástica con trampas escondidas en cada rincón. En ellas cayeron de forma dramática Sebastian Vettel y Lewis Hamilton, que pierden comba en una tabla que comienza a esponjarse a favor de la marca de Il Cavallino Rampante, obsesionada por revalidar una corona que no logra desde 2007. Si Alonso corre como lo viene haciendo y las desgracias siguen pasándole de largo, todo parece dispuesto para que la Scuderia llegue a final de curso con posibilidades de luchar por el premio gordo por más que el calendario no haya llegado a su ecuador y tanto Red Bull como McLaren dispongan todavía de artillería. El bicampeón (2005 y 2006, con Renault) fue más fiel que nunca a su forma de entender las carreras, un tiburón que martillea el cronómetro y nunca desfallece, de la misma forma que Hamilton y Vettel dejaron sus vergüenzas al aire, el británico penalizado por su fogosidad y el alemán por la fragilidad del Red Bull, que se fundió cuando Baby Schumi rodaba al frente del pelotón y con el viento a favor.

Schumacher, tercero, vuelve al podio a los 43 años y seis años después

Desde la sexta línea de la parrilla, Alonso fue espantando coches con maniobras para todos los gustos. En la pista, como la que empleó en la salida para quitarse de encima a Rosberg, Button y Di Resta; en el fragor de la batalla, como cuando lanzó el bólido a Hulkenberg (12ª vuelta), Maldonado (15ª), Webber y Senna (18ª), Schumacher (19ª), Di Resta (22ª) y Grosjean (34ª), y también en los talleres, tanto en la primera parada, para adelantar a Kobayashi y Raikkonen, como en la segunda, en la que robó la cartera a Hamilton, encallado de nuevo en la puerta de su garaje. Una odisea que terminó con los ojos del protagonista bañados en lágrimas de alegría.

Como ya ocurrió en Australia, en el inicio de la temporada, los dos Ferrari se quedaron fuera de la eliminatoria definitiva de la cronometrada (Q3), aunque el pálpito de la tropa de Maranello fuera absolutamente distinto al de entonces. La tremenda igualdad que impera entre los equipos más potentes puede causar contrastes tan inesperados como este último, en el que un monoplaza que no figura entre los diez más rápidos en velocidad pura emerge al día siguiente con más fuerza que ningún otro.

En un Mundial tan atolondrado, la regularidad terminará por dictar sentencia y, en ese sentido, tanto Alonso como Ferrari parten con ventaja. Así lo certifican las 20 carreras consecutivas que el español lleva puntuando, la segunda marca de todos los tiempos, solo por detrás de las 24 que enlazó Schumacher entre el Gran Premio de Hungría de 2001 y el de Malasia de 2003.

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