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Joachim Löw: “Siento el fútbol de España como algo próximo”

El seleccionador alemán se declara un enamorado del juego de La Roja y pide a sus jugadores que sean “audaces y valientes”

Joachim Löw.
Joachim Löw.M. ALAIN (PRESSE SPORTS /Cordon Press)

El día que el mítico portero inglés Ray Clemence, del Liverpool, se cruzó en el camino de Joachim Löw (Schönau, Alemania; 1960) se truncó una prometedora carrera. Löw se había hecho un hueco en el Stuttgart, al que había llegado del Friburgo por medio millón de marcos, desde Segunda, y tras descartar ofertas del Bayern, el Schalke 04 y el Eintracht de Fráncfort. El encuentro con Clemence se produjo en el último partido de pretemporada de 1980. Löw se lanzó desde la medular del campo a un uno contra uno con Clemence. El alemán, un medio con clase y de vocación ofensiva, se hizo un autopase. Mandó el balón a la derecha del meta inglés, intentó adelantarle por la izquierda, pero cayó fulminado por un hachazo terrible. Clemence le partió tibia y peroné. Ironías del destino: Löw recuerda aquel partido como el primero en que acorazó sus piernas con espinilleras.

Alejado casi un año de los terrenos de juego, Löw nunca recuperó la velocidad que le caracterizaba. Tuvo una carrera digna, con 52 partidos en Primera (siete goles) y 252 en Segunda (81). Pasó a Suiza, y colgó las botas en el Winterthur, tras jugar en el Schaffhausen. En el país helvético inició su formación de entrenador: había conocido conceptos de preparación más futbolísticos que en su tierra, donde predominaban aspectos físicos. Al final se hizo un hueco en la historia del fútbol alemán. Primero como ideólogo a la sombra del proyecto de Jürgen Klinsmann, al que sirvió de ayudante de campo entre 2004 y 2006. Y ahora, como seleccionador.

¿Es cierto que la federación alemana no le reconoció el título de entrenador que obtuvo en Suiza? En 1996 ya me había hecho cargo del Stuttgart, en la Primera alemana, y como ya estaba trabajando, no había manera de sacar la última asignatura para ser técnico profesional. Hice un curso abreviado que la federación ofreció a los campeones del mundo de 1990.

¿Cuáles son sus primeros recuerdos futbolísticos? El Mundial de 1970. Aquella semifinal entre Alemania y Italia, con jugadores como Seeler, Müller, Beckenbauer... Veíamos el fútbol agolpados en el salón de la casa de un tío. Llegamos a ser 30 ante una tele pequeña. La Eurocopa de 1972 la viví más conscientemente. La victoria contra Inglaterra fue muy significativa. Una revancha por la final del Mundial de 1966, y el primer triunfo alemán en Wembley. El Mundial de 1974 lo tengo más presente. Ya tenía 14 años.

¿Ya jugaba al fútbol en un club? Por supuesto. De centrocampista ofensivo. Con melena larga, como Netzer. Era mi ídolo. Por sus tiros libres, por ser un estratega, por sus pases eternos...

Unos pases que en la selección actual… ¡Estarían prohibidísimos! (risas). A veces me reúno con Beckenbauer, Netzer o Horst Eckel, campeón del mundo en 1954. Me encanta oír sus batallas, que me hablen de Sepp Herberger, Helmut Schön…

¿Le aportan algo para su trabajo de hoy? Futbolísticamente, no. Hay cosas que sí, relativas a liderazgo, la estructura de los equipos. La ciencia de entrenamiento y la táctica han cambiado.

En Alemania se compara la generación actual con la más brillante que dio jamás el fútbol germano,aquel equipo de 1972. Es comprensible en el sentido de que ese era un equipo que jugaba un fútbol muy estético. Beckenbauer, Netzer, Overath, Breitner, Hoeness, Mülller... ¡Eran buenísimos! Pero más allá de los cambios físicos y la reducción de los espacios, el fútbol actual requiere opciones de actuación y soluciones completamente distintas. Y no olvidemos que aún no resistimos la comparación. ¡Ellos ganaron una Eurocopa y un Mundial!

¿Por qué se alejó Alemania de aquella senda en los ochenta? Francamente, no lo sé. Por entonces era futbolista profesional. Se iba hacia un fútbol más físico que no contentó a muchos aficionados. Alemania llegó a las finales de España 82 y México 86. Pero sin tocar los corazones. Todo eso lo notaba, sí.

Habla de estética, de tocar los corazones de la gente... Es lo ideal. Despertar emociones, conseguir que la gente pueda sentir amor por tu juego. Es un estado al que debes aspirar. En ese sentido, sí me siento cerca del equipo del 72. Pero no busco comparaciones con el pasado. Trato de mirar al futuro, de ser un visionario, de responder a preguntas del futuro: ¿Qué clase de fútbol hemos de jugar, qué debe representar?

¿Qué buscaron cuando asumieron la selección Klinsmann y usted? Primero sentar una base, para luego dar un salto hacia adelante. No fue fácil cambiar cosas del entorno. Klinsmann incorporó ideas pioneras, desconocidas incluso para mí. La incorporación de un psicólogo deportivo, de preparadores físicos estadounidenses... Eso despertó recelos. Poco a poco, los clubes se fueron adaptando. El Mundial de 2006 (en Alemania) generó mucha euforia. Eso ayudó. Para mí fue una época importantísima.

¿En qué sentido? No someterme semanalmente a un examen de resultados me permitió salir, abrirme a otras culturas futbolísticas, ir a España, Holanda... Vi adónde iba el futbol, y eso me ayudó a formular una filosofía propia. Ya tenía ideas, pero no los medios para aplicarlas.

¿Lo dice por su época en el Karlsruhe, donde ganó un partido de 18? Los de la Selva Negra somos testarudos. Intenté implantar mi filosofía de fútbol de ataque, que quizás ni estaba madura, a un equipo en plena lucha contra el descenso a Tercera, que tenía jugadores que tal vez ni podían responder a lo que buscaba. Era muy consciente de que podíamos irnos al garete. Y me planteé una y otra vez si no era mejor cambiar. Pero no quería cambiar ni podía hacerlo.

En 2006 heredó el cargo de seleccionador… Me planteé dónde quería que estuviera el equipo en 2008 o 2010. Mejorar técnicamente para alcanzar otro nivel de juego. Estaba convencido de que podía haber una evolución.

¿Esa filosofía es susceptible de sufrir alteraciones durante un torneo? Hay momentos que requieren adaptación. Pero he abandonado la idea de que existe ataque o defensa. No pasa por mi cabeza decirle a mi equipo que vamos a ser más defensivos o centrarnos en transiciones y contragolpes. Necesitamos equilibrio en todas las parcelas. Somos buenos en ataque. Pero a veces nos hace falta presionar mejor arriba.

¿Al estilo del Barcelona? A veces ni se ve, porque todos los focos están en el ataque. Pero no tardan ni tres o cuatro segundos en armarse y ejercer presión cuando pierden el balón.

Joachim Löw:

“Özil y Khedira tienen más autoestima y orgullo desde que están con Mourinho”

¿Qué opina del Madrid de Mourinho? Sus equipos siempre mejoran en el segundo año. Este Madrid lo hizo. En sus primeros años busca la estabilidad y convertir el conjunto en un bloque compacto. Luego pone los acentos que ya tenía imaginados. No cabe duda de que el Madrid jugó fútbol de ataque, con muchos goles que fueron fruto de transiciones rapidísimas.

¿Se siente cerca del Mourinho provocador? Tiene su personalidad. Es un gran comunicador que protege a su equipo. A nivel personal nos llevamos muy bien. Intercambiamos informaciones sobre Özil y sobre Khedira. En eso, es ejemplar.

¿Cómo han cambiado Özil y Khedira con Mourinho? Tienen más orgullo y autoestima. Sobre todo Özil. Khedira siempre ha sido muy profesional. Sabía desde muy pequeño qué quería. Özil ha sido siempre un pequeño genio, pero le faltaba tenacidad. Lo hablamos antes del Mundial 2010, porque no hacía los caminos sin balón necesarios. En Sudáfrica los hizo y triunfó. Ahora es más profesional. Mejoró físicamente y está concentradísimo en los entrenamientos.

¿Le han llegado a preocupar las largas lesiones de Götze, Klose, Mertesacker, Schweinsteiger...? No. Hay jugadores que cogen su forma con facilidad. Klose, por ejemplo. O Schweinsteiger, el que mejor soporta la carga de trabajo. Puede que le haya faltado soltura. Se siente líder y se exige muchísimo. Cuando encuentra su sitio en el campo, es buenísimo.

¿A Müller le pasa factura jugar de medio centro? Prefiero que salga desde la banda derecha. Necesita campo por delante para explotar en el área su olfato de gol.

¿Qué opinión le merece la Bundesliga? Es un producto espectacular, maravillosamente comercializado. Tenemos una gran afluencia de público, buenos estadios... El fútbol se ha hecho más veloz. Los defensores tienen más calidad de juego ofensivo. Nuestro fondo de armario de talentos ha mejorado. Pero ojo: ese fondo no es tan grande como algunos creen. Aún queda un trecho hacia el máximo nivel mundial. Hace poco vi un partido del sub 11 del Barcelona... Quedé impactado. Lo nunca visto. Fue la recreación del Barça grande: juego estructurado, veloz, sin balón, combinaciones fluidas, todos los detalles muy cuidados. Ni un pase que comprometiera al compañero. Vi pequeños Xavis y Messis.

En Alemania ha nacido un nuevo dualismo, Dortmund y Bayern. Me gusta. El Borussia se está convirtiendo en un segundo poder.

La mayor parte de la selección se nutre de esos clubes. ¿Teme roces como los que hay entre jugadores del Barcelona y el Madrid? No. Y en España no veo desunión entre ellos. En el campo pasarían cosas, pero Casillas habló con Xavi...

Joachim Löw:

"Quiero que mis jugadores arriesguen, que sean audaces"

¿Es consciente de que es usted una opción para los dos grandes del fútbol español? No me lo planteo. Tengo mi cabeza puesta en la selección. Y tengo contrato hasta el Mundial de Brasil 2014. Pero sí puedo decir con rotundidad que España me encanta. Hay entrenadores que prefieren el fútbol inglés, otros se inclinan por otros países... A mí me gusta España. El fútbol que se juega allí lo siento como algo próximo.

¿Qué admira? La soltura. Estamos trabajando durísimo por conseguirla. Cuesta muchísimo. Es un trabajo intensísimo. La vimos en nuestros amistosos contra Brasil u Holanda: queríamos ser superiores a Brasil en términos futbolísticos. No debemos perder nunca esa levedad, esa alegría. Menos aún en la Eurocopa. No quiero jugadores refugiados en automatismos y la seguridad. Quiero que arriesguen, que sean audaces.

¿Qué diferencias ve entre las Españas de los años 2008, 2010 y ahora? Sigue respetando su filosofía. Y sigue siendo futbolísticamente maravillosa. Domina todo casi a la perfección, lo más elemental y los detalles. Conserva el hambre. Xavi juega como si acabara de debutar. Es la encarnación de la inteligencia aparejada a la velocidad de acción. E Iniesta es insuperable en las acciones individuales.

Usted ha dicho que para ganarles hay que jugar bien. ¿Así de fácil? Hay que tratar de estar futbolísticamente a su nivel técnico, no tratar de destruir su juego a través de la brusquedad. Eso te resulta en un partido o dos. Pero no a largo plazo. ¿Quitarles la posesión? Imposible. Pero hay que discutírsela y, con balón, crearles problemas. Provocar que tengan dificultades en el trabajo hacia atrás, alargarles los caminos. En 2008 y en 2010 conseguimos algo que muy pocos lograron: concedimos pocas ocasiones. Fueron superiores. Sin duda. Ganaron merecidamente, sí. ¿Pero ocasiones? No fueron tantas.

En Sudáfrica felicitó a Del Bosque. A mí me interesa no solo mejorar futbolísticamente, sino también que seamos un equipo ambicioso, alegre y, sobre todo, deportivo. Un buen embajador de nuestro país. Somos un conjunto multicultural, por lo que debe haber un trato de respeto de puertas hacia dentro. Eso conlleva respeto hacia fuera, aceptar la derrota, mostrar grandeza, reconocer al rival. Los españoles son así, ejemplares y modestos. Los jugadores del Barcelona llevan años en la cima, y nunca les oí una palabra negativa sobre un rival.

¿Cómo es su Alemania? Pienso en valores como el respeto, la ambición, la disciplina, la fiabilidad, la profesionalidad, la alegría, la tolerancia y la integración.

Se da por descontado que la final de la Eurocopa enfrentará a Alemania y España... Nunca he querido que mi trabajo quede reducido a duelos contra España. Cuando asumí el cargo, no me planteé cuándo y cómo adelantar a España, sino cómo mejorar a mi equipo. Para ser campeón tienes que adelantar no solo a los españoles, sino también a Holanda, Portugal, Francia, Italia… Y para eso necesitas a 20 jugadores que, a la hora de la verdad, estén en excelentes condiciones y además puedan jugar muy bien al fútbol.

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