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El aprendiz de Ferrero

Almagro, que se entrena en la academia del valenciano, reta a Nadal en los cuartos de final

J. J. M.
Nicolás Almagro celebra su victoria sobre Janko Tipsarevic.
Nicolás Almagro celebra su victoria sobre Janko Tipsarevic.M. C. (GETTY)

A finales de 2011, Nicolás Almagro y Juan Carlos Ferrero salen juntos de un cine de Valencia. La escena explica mucho de por qué ayer en París, mientras la lluvia humedece la tierra y las nubes ocultan el sol, el murciano elimina por un triple 6-4 al serbio Janko Tipsarevic y se cita en los cuartos de final con Rafael Nadal (6-2, 6-0 y 6-0 al argentino Juan Mónaco, que encajó un 17-0). En esas tardes juntos, entre películas, entrenamientos, cenas y karts; en los 50 metros que separan las viviendas de ambos en la academia del valenciano y en esa decisión de Almagro de cambiar Barcelona por Villena, en Alicante, están las claves de la nueva vida del número 13 del tenis mundial, que es quien más partidos (28) lleva ganados en 2012 sobre la arcilla. Oídos abiertos y boca cerrada. Ferrero, antiguo número uno, campeón de Roland Garros y de la Copa Davis, habla. Almagro escucha.

“Han cambiado muchas cosas”, cuenta Almagro tras su victoria, que celebra escribiendo Mazinger sobre la cámara, metáfora que fotografía su juego: puro y violento golpeo, puños fuera, como en la serie televisiva. “¿Por qué el cambio de José Perlas a finales de año?”, se pregunta a sí mismo, recordando a uno de los entrenadores más prestigiosos, el que le llevó al top-10, ese que le profesionalizó y domó su carácter y al que acabó sustituyendo por Samuel López, de la academia de Ferrero. “Fue por algo que sentía muy dentro de mí”, se responde. “Necesitaba estar más cerca de los míos. Precisaba estar con mis sobrinos y mis ahijadas. Eso me ha dado paz. Saber ahora que puedo coger el coche y estar con ellos cuando lo necesito... Me he dado cuenta de las cosas importantes de la vida”, continúa sobre los pocos kilómetros que separan Villena de Murcia. “Me estoy haciendo viejo. Voy de 26 para 27 años. Antes quise vivir estos momentos demasiado deprisa y ahora los estoy disfrutando”, añade; “eso es el resultado del trabajo del equipo humano que he formado a mi alrededor y, en especial, de Ferrero, que me está ayudando muchísimo a llevar estas situaciones. He hablado mucho con él. Fue el número uno y tengo mucho que aprender de él”.

Lleva más triunfos (28) que nadie en tierra este año, y avisa:

Ferrero, eliminado en la segunda ronda, andaba ayer perdido por Girona, jugando al golf con el exmotociclista Sete Gibernau, pero Antonio Martínez Cascales, su mentor, bien sabe de lo que habla con el murciano: “Con Nicolás ejerce desde el grado. ‘Te preparaste mal, estabas parado’, le dice, por ejemplo; es más, se lo remarca. Juan Carlos le dice a Nico cosas que no le dirían otros”.

Almagro se abraza con Tipsarevic tras concluir el partido.
Almagro se abraza con Tipsarevic tras concluir el partido.PATRICK KOVARIK (AFP)

A Almagro le espera ahora Nadal, el máximo reto sobre tierra, que le domina en sus duelos directos por 7-0. En 2008 y 2010, el murciano se cruzó con el mallorquín en los cuartos. Nunca se apuntó un set. Hubo, sin embargo, una evolución evidente. En la segunda ocasión apuró dos desempates y solo la capacidad de improvisación del actual número dos le privó de decir algo más. Imperial y sorprendente, Nadal discutió varios de los puntos más importantes cargando contra la red y voleando. Su derecha no conseguía doblar el revés a una mano de Almagro.

“Sí”, encarna las cejas Almagro, “Nadal es el hombre en la tierra, pero yo soy más fuerte que hace cuatro años. Estoy listo para la pelea. Antes no estaba capacitado para mantener una regularidad. Quería vivir demasiado deprisa, pensar en el futuro. Ahora me gusta llevar el ritmo del partido. Eso es un cambio. Es madurez. Situaciones vividas, unas felices, otras amargas. Hay que tener la convicción de que se están haciendo bien las cosas y, últimamente, me voy a la cama muy tranquilo”.

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Sobre la firma

J. J. M.
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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