Dos espejismos
Federer, ya el tenista con más victorias en los grandes (234), y Djokovic, llegan a tercera ronda pese a dos rivales contestones
Nada anuncia los dos espejismos que finalmente llegan y hacen pensar, al menos por un momento, en que esta puede ser una dura jornada para los favoritos. El serbio Novak Djokovic gana el primer set del partido que le enfrenta al esloveno Kavcic en 23 minutos: bajo el primer sol del día, a las 11 de la mañana, le endosa un 6-0 a su contrario. Del mismo modo, el suizo Roger Federer, que se cruza con un desconocido, el rumano Ungur, navega plácidamente su duelo: 6-3, 6-2, 6-6 y 6-4 en el tie-break. Sin embargo, ambos se llevan un susto, minutos de sudor frío en la espalda cuando el dulce escenario poco a poco se amarga. Nole ve cómo Kavcic se adelanta con break en el segundo set y ya tiene que remar y remar hasta una victoria mucho más trabajada de lo que dicen los números (6-0, 6-4 y 6-4). Federer, por su parte, pierde ese set que ya era suyo y tiene que apurar las cuatro mangas (6-3, 6-2, 6-7 y 6-3), caliente la pista, hirviente el banquillo de su rival, encantado el público.
“Le di a Kavcic la oportunidad de volver al partido tras un inicio perfecto”, concedió Nole, el número uno mundial, que por algo celebraba con el puño cerrado cada punto significativo. “Por supuesto, no había subestimado a mi contrario, esperaba que luchara. Esperaba que volviera, y hubo un par de juegos en los que no me moví tan eficazmente como en el primer set”, cerró el serbio, que en tercera ronda competirá con Devilder, el número 286 mundial, que necesitó una invitación de la organización… para disputar la previa.
Esos movimientos deficitarios, que se notan más en un tenista tan ágil como el campeón serbio, fueron incluso más acusados en Federer, que se convirtió en el tenista con más victorias en los grandes (234, una más que el estadounidense Connors) desplazándose lo justo. Eso volvió a afectar a su hoja de servicios: suma casi 90 errores no forzados, una barbaridad, en solo un par de rondas.
“En un par de ocasiones, hice una estupidez: elegir la opción más difícil”, razonó el campeón de 16 torneos grandes. “Luego, le dejé hacer. Él estaba jugando muy agresivo. ‘Enséñame lo que puedes hacer’, le dije. Finalmente, gané jugando bien”.
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