Un ciclo único
Cuando juega con la precisión, la voluntad y la alegría con que lo hizo durante la primera media hora en el estadio Calderón, el Barcelona monopoliza el juego de tal forma que se hace difícil analizar el rendimiento de sus rivales. Es probable que, después de cuatro años con la agenda llena, el equipo necesitara un recreo de tanto compromiso y que ese impasse, inédito entre el final de la Liga y la final de la Copa, haya servido al grupo no solo para distenderse de la competencia, sino también para preparar emocionalmente la despedida de Guardiola y celebrar con su mejor versión el final de un ciclo único.
Del otro lado se plantó el Athletic, conmovedor en su esfuerzo por jugar de igual a igual nada menos que a este Barça después de una temporada en la que cada uno de sus futbolistas se fatigó hasta la última zancada para lograr codearse en las alturas con lo mejor de España y Europa. Mas allá de la comprensible desilusión de los jugadores, el cuerpo técnico y los hinchas al término del partido, trayectorias como las del Athletic durante este año merecen ser festejadas como títulos, con trofeo incluido. No debemos olvidar que fue solo a principios de esta temporada cuando el equipo vasco realizó un giro copernicano en su manera de entender el juego y la pelota pasó a ser el centro de su universo.
Mas allá de las distancias técnicas que imponen sus individualidades, el Barca, que mantiene un mismo estilo desde hace tanto, lleva lustros de ventaja al Athletic en conceptos afianzados. Una ventaja que, a su vez, le permite solucionar con espontaneidad algunos problemas que le presentan los partidos. A la presión alta e individualizada del Athletic contestó el Barca con la liberación de sus centrales para llevar el balón.
De contrapeso hizo siempre Busquets cuando Mascherano o Piqué entraban por el centro con la pelota en los pies para ganar espacios, generar superioridad numérica y evitar el ahogo de los receptores en campo propio. Con esa alternativa a sus recorridos habituales y el seguro de contar con Alexis, que ocupó y desocupó las posiciones centrales del ataque y empujó a la defensa cuando era preciso controlar de espaldas al arco las salidas largas, el Barca tenía llaves para descomprimir la presión en cualquier zona. Después, por supuesto, la trasladaba a campo rival.
El fútbol aplaude de pie a Guardiola y el mal trago del Athletic no debe opacar la brillante campaña de Bielsa
Si desde el primer minuto el Barça se mostraba superior técnicamente en lo individual y lo colectivo, el prematuro gol de Pedro rompió al Athletic en lo emocional. Cuando uno realiza semejantes esfuerzos, los golpes se sienten más fuertes y los rojiblancos, en el filo de su resistencia tras un año épico, recibieron ese mazazo demasiado pronto. El gol no hizo más que afianzar a un equipo que ya llevaba 13 títulos de confianza en la mochila y crear una montaña frente al Athletic, que, a pesar del esfuerzo, no consiguió escalar el campo con el balón ni logró cerrar los espacios con la presión durante la siguiente media hora. Cuando lo logró, el marcador ya era de 3-0 y la montaña un Everest.
El trago amargo del final no debería opacar la brillante temporada de Bielsa al mando del Athletic. Guardiola se despide laureado tras su último acto. Detrás de él se cierra el telón. El fútbol aplaude de pie.
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