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El Athletic gana en la grada

La afición rojiblanca, más multitudinaria que la del Barça, colapsó las inmediaciones del Calderón en un ambiente festivo

Aficionados del At de Bilbao en la carpa de Madrid Río
Aficionados del At de Bilbao en la carpa de Madrid Río Luis Sevillano

El partido llevaba unos pocos pases y marcó Pedro. Ahí terminó la noche para la hinchada del Athletic. Hasta entonces la carpa del club desplegada en el Manzanares había sido la gran fiesta de la semana en Madrid, los aficionados rojiblancos estaban convencidos de que Toquero llegaría a lehendakari, y todas las polémicas de la semana en torno al partido, las pitadas y la ultraderecha se habían visto reducidas a un chascarrillo que sonaba a presagio de título. La clavó el canario y los bilbaínos que colapsaban la entrada de la Casa de Campo ni suspiraron, porque todavía luchaban por hacerse con un sitio en la ribera del río, trepando a los árboles o tumbados sobre los vehículos de Protección Civil.

La retórica del “a esto le damos la vuelta” tampoco duró mucho: en el segundo gol miles de aficionados se colocaron la mochila debajo de la cabeza y se tumbaron sobre la hierba para mirar el cielo. Hasta ese instante, los apostados al otro lado del Manzanares, que seguían el partido en una pantalla gigante que se veía como la de un móvil, aún celebraban las paradas de Gorka. Comenzaron a llover los goles y hasta los irritantes comentaristas que actuaban de animadores desde el escenario se quedaron mudos.

En el segundo gol miles de aficionados se colocaron la mochila debajo de la cabeza y se tumbaron sobre la hierba para mirar el cielo

Con el segundo gol, la afición comenzó a silbar como delante de una mala película, luego se encogieron de hombros y abrieron otra cerveza. Después de tantas horas de celebración y una temporada de gestas, el mazazo desentonaba. Durante la mañana la ribera del río había tronado al ritmo de Chemical Brothers y era más difícil encontrar un viandante sin camiseta rojiblanca que con ella: desde las caseras a la oficial de la final de Copa, pasando por históricas, incluida la del ectoplasma de kétchup. También estaban presentes botines de guerra, como bufandas del Manchester United. La carpa del Athletic Hiria era la rave party perfecta y parecía que la Gabarra iba a soltar amarras en el Manzanares en cualquier momento. Entre los aficionados de todas las edades achicharrados por el sol, algún ciclista despistado. Una broma recurrente entre los hinchas con menos aspecto de poder pasar un control antidopaje era detener su huida ofreciéndoles bebidas de colores.

Con el segundo gol, la afición comenzó a silbar; luego se encogieron de hombros y abrieron otra cerveza

Los empresarios madrileños habían calculado que los llegados de Barcelona y Bilbao iban a gastar conjuntamente 15 millones de euros este fin de semana en Madrid. Los aficionados —con toda clase de bebidas compradas en el supermercado y a vendedores callejeros— y las barras de las carpas se preocuparon anoche de rebajar esas perspectivas. Estas últimas con un menú a precios no precisamente populares y que, a pesar de estar publicitado como de alimentos típicos, contenía, al lado del txakoli, recetas tan vascas como el kebab. La afición pareció pagar todos los abusos contenta. No todos los días se llega a una final, ni todos los años a dos.

Los chistes sobre las discusiones de la última semana se multiplicaban. Especial éxito tuvieron los relativos al Rey y la pitada al Príncipe. “A ver si no viene ninguno por aquí, no vaya a ser que además de elefantes les dé por matar leones”, comentaba un caballero con camiseta de Roberto Ríos. La presencia policial fue abundante para evitar los temidos enfrentamientos con asistentes a la manifestación ultraderechista convocada con motivo de la final, y que apenas tuvo un seguimiento de medio millar de personas, informa F. J. Barroso. La bilis no pudo agriar la fiesta. Tampoco los goles del Barça. En el momento en el que parecía que la noche estaba acabada, alguien gritó “¡Aurrera!” desde el césped y todas las voces respondieron: “¡Aurrera!”. Sin dramatismo, los hinchas siguieron hasta el final el trote de las figuras de la pantalla.

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