La polémica toma las curvas
Un año después de la disputa con Simoncelli, Lorenzo sugirió en Estoril no adelantarse hasta pasadas las 10 primeras vueltas
Hace unas semanas, en Estoril, durante la comisión de seguridad que los pilotos celebran los viernes, Jorge Lorenzo expuso su preocupación por cómo se gestionan las primeras vueltas en carrera y pidió a sus colegas en la pista que sean más conscientes de los peligros a los que se enfrentan cada domingo. “En Jerez íbamos como locos”, dijo en referencia a la salida y los primeros giros, en los que la distancia entre los pilotos era mínima. Y pidió una especie de pacto de caballeros para que no hubiera adelantamientos en las primeras 10 vueltas. Cal Crutchlow, una de las sorpresas de la temporada, con una Yamaha satélite, le enseñó el dedo corazón y, por decirlo de buenas maneras, le envió a freír espárragos. El debate es viejo. Pero persiste. Y el recuerdo de incidentes traumáticos recientes no ayuda.
Hace aproximadamente un año, el Mundial llegó a Le Mans tras una bronca sin precedentes. En Portugal, la carrera anterior (igual que ahora), en plena conferencia de prensa, Lorenzo y Marco Simoncelli se enzarzaron en una discusión sobre las formas de los pilotos en la pista, sobre la peligrosidad de determinados adelantamientos que bordean los límites. “Esto no es divertido. Nos jugamos la vida en la pista, vamos a 300 km/h, pilotamos unas motos muy potentes y muy pesadas. Esto no son minimotos, es un deporte peligroso y tienes que pensar lo que haces”, dijo Lorenzo. El enfrentamiento tuvo una segunda parte, ya en Francia. Los pilotos se encararon en la comisión de seguridad. Unos querían fijar unos límites; otros argumentaban que no se puede definir conceptualmente la corrección de un adelantamiento.
“Todos hemos chocado carenado con carenado y hemos sacado el codo alguna vez. Contacto siempre habrá. No puede ir uno por la pista pidiendo perdón. Pero todos debemos saber dónde está el límite”, decía entonces Toni Elías. Aquel domingo, durante la carrera, Simoncelli, centro de todas las miradas, chocaba con Pedrosa al intentar una pasada por el exterior, seguramente de manera precipitada, pues apenas había comenzado la prueba. El español se rompió una clavícula. De vuelta al mismo escenario, Le Mans, con uno de los protagonistas de aquella historia desaparecido por la mala fortuna unos meses más tarde —Simoncelli falleció, atropellado, durante la carrera de Malasia—, las preocupaciones de algunos pilotos siguen siendo las mismas. Quizás, incluso, ven reforzados sus argumentos tras haber perdido en solo dos años a dos colegas —Shoya Tomizawa murió, también en carrera, en 2010—, y haber reflexionado profundamente sobre los peligros de su deporte.
Habló de falta de pasión Stoner y no de miedo a salir a la pista cuando anunció que se retiraría al final del 2012. Pero tomó su decisión nada más terminar el campeonato de 2011 y con su mujer embarazada de una niña que ahora colma casi todas sus atenciones. Pedrosa (que hoy, 14.00, saldrá desde la pole, junto a Stoner y Dovizioso en primera línea) trata de ahuyentar los fantasmas cuando se le pregunta si se ha acordado de aquel encontronazo con Simoncelli. “No”, responde. Fin de la conversación. Y Lorenzo lleva meses criticando la velocidad punta que alcanzan las nuevas MotoGP, de 1.000cc, que han superado, por ejemplo los 320km/h. “Debe haber un límite. Si va aumentando la velocidad porque las motos van evolucionando, son cada vez más potentes, más rápidas... llegaremos a 370km/h en pocos años. Y una caída a esa velocidad no tiene solución”, indica. Y añade: “El espectáculo está en las curvas”.
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