Curva, caída, Ventoso

Después de ganar con los brazos alzados tras una remontada tremenda –siete corredores en los últimos 300 metros, tras una curva matadora--, Francisco Ventoso, cántabro de Reinosa, 30 años cumplidos hace una semana, explicó que los sprints masivos le dan miedo, que no le gustan los riesgos tontos, la locura que se da ahora en las grandes llegadas, y que se pasó los primeros días ahorrando energía a la espera de su oportunidad. Para que le llegara una ocasión, la primera, que no desperdició, el velocista del Movistar debió contar, sin embargo, con la ayuda un par de acciones locas que, una tras otra, le limpiaron la carretera.

La primera locura fue el ataque inexplicable de Purito Rodríguez a 6,5 kilómetros de la llegada de una etapa plana plana. Fue un acto de interpretación exagerada por parte del líder del Katusha, segundo en la general tras el primer fin de semana montañoso, después de unos primeros días en los que había dado muestras de una placidez extraña. Fue llegando a Frosinone, a un muro en emboscada de esos tan habituales en las etapas italianas. Fue un ataque organizado e imprevisto. Purito salió acompañado de Ángel Vicioso, que le aceleró y le lanzó tras alcanzar a dos fugados. "Conocía la ruta porque pasamos por aquí en 2005", dijo Purito. "Atacó Vicioso y yo, que me siento fuerte, le seguí. Si se me hubiera unido alguno que quisiera ganar la etapa podríamos haber llegado"."Purito sabe que tiene que ahorrar fuerzas para la última semana", dijo su director, Valerio Piva. "Lo que hizo no estaba previsto. El plan era que atacara solo Vicioso, pero se le puso a rueda Purito y siguió. Desea con toda su alma alcanzar sus objetivos, y sabe que si no lo intenta no lo logrará".

Con su ataque, una fuga de kilómetro y medio y una decena de segundos de ventaja, Purito consiguió, si no nada para él, al menos poner de los nervios a los otros favoritos y hombres fuertes, Basso, Scarponi, Kreuziger, Tiralongo, Pozzovivo, Pozzato, que se afanaron rápidos en apagar el incendio. Y su acción meditada tuvo una segunda consecuencia, esta agradable para Ventoso, pues el acelerón de la persecución dejó descolocados y obligados a un esfuerzo impensado a la mayoría de los sprinters y sus equipos, es decir, a Cavendish y su Sky.

“De todas maneras”, prosiguió el feliz Ventoso, “llegando a la curva no iba bien colocado. No pensé que pudiera hacer nada. Pero hubo una caída y se me abrieron las puertas”. La segunda locura la cometió justamente el ciclista que en aquellos momentos tenía la victoria en la mano, el australiano Matthew Goss, muchas veces segundo detrás de Cavendish –en el Mundial de Copenhague, en dos de las etapas de este Giro--, y solo ganador cuando el inglés no está cerca, como ocurrió cuando tiraron a Cavendish en Horsens, como debería pasar en Frosinone. Como no pasó finalmente pues acelerado por el deseo, despistado en el momento clave, Goss dejó la rueda súbita de su lanzador, Impey, quiso tomar recta la última curva, un codo a izquierdas a 300 metros de la meta, dudó, frenó y se fue al suelo arrastrado por Pozzato que también iba recto, y arrastrando a un pequeño grupo (y también a Cavendish, que remontaba como un loco desde las profundidades del pelotón)."Ha sido mi culpa", dijo Pozzato avergonzado. "Pido disculpas a Goss, que es buen amigo".

No entiendo a la gente, parece que no se miran el libro de ruta antes de salir” Ventoso, sobre la caída

“No entiendo a la gente, parece que no se miran el libro de ruta antes de salir”, dijo Ventoso, que el año pasado también ganó un espectacular sprint del Giro (a Petacchi, nada menos), en Fiuggi, no lejos de Frosinone. “La curva estaba perfectamente señalada”. De la curva, pese a todo, Ventoso salió octavo, a una veintena de metros de Nizzolo, un jovencito italiano que había abierto hueco. El cántabro hizo valer entonces su velocidad, adelantó por fuera, tragando aire a un pequeño grupo y se puso a rueda de Damiano Caruso, que marchaba segundo, al que usó así, inteligentemente, como punto de apoyo si no para mover el mundo sí para poder mostrar su alegría al universo. “Era mi día”, dijo. “Ya me lo dijo Visconti, mi compañero de equipo: hoy te toca a ti”.

La primera victoria española llega en la segunda semana del Giro, pero en la primera, tanto Purito (segundo) como Intxausti (cuarto), lograron colocarse entre los primeros de la general. La montaña vuelve el fin de semana. Hasta entonces, esto es el Giro, esto es Italia, se supone que etapas imprevisibles repletas de emboscadas que inspiran la locura. Empezando por mañana, con la difícil llegada a Asís, donde San Francisco, con un muro final de adoquinado. "Será una etapa dura", dijo Purito. "Será difícil de controlar, pero si hay una oportunidad lucharé por la victoria y por la maglia rosa". Segundo, a 9s del canadiense Ryder Hesjedal, la victoria de etapa le daría a Purito 20s de bonificación.