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Cuerdas y zapatos nuevos

Nadal arrolla en su debut en el Masters de Madrid, donde la altura y la pista obligan a cambiar raquetas y estrategias

Juan José Mateo
Nadal, durante el partido ante Davydenko.
Nadal, durante el partido ante Davydenko.Jasper Juinen (Getty)

Ocurre antes de que arranque el Masters 1.000 de Madrid. Rafael Nadal, que ayer debutó arrollando 6-2 y 6-2 al ruso Davydenko, roza una y otra vez una zapatilla contra su pista de entrenamiento, igual que un Miura horada con su pezuña el albero. Luego, coge el rastrillo y aplana la superficie mientras piensa en cómo podría agarrarse mejor a la resbaladiza arcilla azul, la tierra de sus pesadillas. Usando las zapatillas de Wimbledon, esas de los taquitos de la gira de hierba, concluye. Al poco, David Ferrer, que gana ayer 7-6 y 6-2 al checo Stepanek, se dirige a Xavi Segura, el encordador del torneo, para pedirle que altere los parámetros de su cordaje. “¡El bote!”, se queja, porque le cuesta controlar la pelota. Cambia la tensión de su raqueta de 24 kilos por 23 a 25 kilos por 24. En Madrid hay pistas inestables y 650 metros de altura. Frente a eso, cada uno se adapta como puede.

“Varios tenistas”, explica Carlos Moyà, codirector del torneo, “nos han consultado si podrían utilizar las zapatillas de hierba. Además de Nadal, por ejemplo, lo ha hecho la serbia Jankovic, o Galo Blanco, el entrenador del canadiense Raonic”, añade. “Es una buena opción, porque con los taquitos agarra más, pero el reglamento la prohíbe y con esas zapatillas destrozarían la pista. Solo hay que imaginarse a un tenista de 90 kilos en plena extensión, al máximo de su fuerza, plantando sus tacos en la tierra en un cambio de dirección. La pista acabaría siendo un patatal. Pisarían y se levantaría el fondo”.

Prohibida la opción de las zapatillas de hierba, conocida la preocupación del torneo, que tuvo a sus operarios trabajando hasta las cuatro de la madrugada del miércoles, y sabido que es posible que la tierra roja vuelva en 2013, los tenistas buscaron otras formas de adaptarse. Ferrer, como tantos otros, decidió cambiar la tensión de su cordaje, y acudió a Segura, que tiene informatizado en una base de datos los parámetros de cada jugador para cada torneo. Nadal, por su parte, hizo dos finos cambios estratégicos. Primero, aprovechando que la bola viaja más rápida por la altura, forzó con el servicio, lo que le dio como resultado unas magníficas estadísticas ante Davydenko (6 aces, su máximo en lo que va de gira de tierra, y 80% de puntos ganados con el primer saque). Luego, modificó su tradicional táctica en arcilla, so pena de pasar un calvario en una pista que castiga a los tenistas defensivos.

“La altura es un problema, técnicamente hablando”, razonó el mallorquín, que hoy (15.15, La Sexta) se enfrentará a Verdasco (6-7, 6-4 y 6-4 al colombiano Falla), al que domina por 13-0. “En tierra normalmente intento restar tres o cuatro metros atrás y tirar una bola alta para recuperar pista y empezar a jugar ahí. Desde ahí es complicado que el contrario me tire un ganador”. “Aquí debo intentar restar un pelín más adentro, porque bajo ningún concepto puedes dar la iniciativa al rival desde el primer tiro. En tierra, en los otros torneos, tienes la posibilidad de recuperar pista. Aquí, no. Es por la altura y la forma de correr en esta pista… que es complicada”.

Resultados: Hombres. Segunda ronda. R. Federer (Sui.)-M. Raonic (Can.) N. Almagro-M. Granollers, 6-3 y 7-6. M. Cilic (Cro.)-J. Isner (EE.UU), 7-6 y 7-6. S. Wawrinka (Sui.)-J. Melzer (Aust.), 6-1 y 6-4. Mujeres. Segunda ronda. L. Hradecka-P. Kvitova (R. Ch.), 6-4 y 6-3.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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