Un campeón de otra pasta
Tras la muerte de su abuelo, Djokovic llora antes y después de remontar 2-6, 6-1 y 6-4 en octavos a Dolgopolov Nadal arrolla en una hora de partido 6-1 y 6-1 a Kukushkin
El día empezó con unas lágrimas y acabó con lágrimas. Quienes allí estaban describen un cónclave alrededor de un teléfono móvil. Sobre la roja tierra y en la pista de entrenamiento, el serbio Novak Djokovic y su equipo leen algo en la pantalla. Luego, el número uno mundial abandona la práctica llorando. Acaba de enterarse de que su abuelo, el hombre a cuyo lado acudía para protegerse de los bombardeos durante la guerra civil de la exYugoslavia, ha muerto. Debe decidir si juega o no. Circunspecto, nubarrones en el cielo y en el alma, compite contra el peligrosísimo Dolgopolov, al que tumba 2-6, 6-1 y 6-4 camino de los cuartos. Llega entonces un momento estremecedor. Nole mira al cielo, le lanza un beso y deja la pista llorando.
El serbio arrancó el duelo con la mente vacía, groggy y aturdido por el dolor. En los buenos y los malos momentos, su abuelo fue una presencia constante en su vida. “Es un luchador, mi héroe”, le describía hace unos días el tenista, un hombre apasionado que concibe la familia como un clan unido con lazos indestructibles. “Mi inspiración”, escribía mientras compartía con sus seguidores una foto en la que ambos aparecían celebrando el título de Wimbledon 2011. “Me enseñó a no rendirme nunca”. Ese espíritu de lucha propulsó al número uno mundial hasta el partido, pero no impidió el comprensible cortocircuito que sufrió al inicio en una jornada marcada por las interrupciones por la lluvia.
Antes del duelo, mientras Djokovic se marchaba de la pista de entrenamiento a la caseta para protegerse de los flashes que querían devorar sus lágrimas, el británico Andy Murray presenciaba otro dolor, igualmente agudo, pero de origen muy distinto: el del francés Benneteau, su rival, tras doblarse un tobillo, caerse aparatosamente rompiéndose un codo y acabar rebozado en arcilla (6-5 y retirada). Además, Rafael Nadal, que se fue hasta el vestuario para darle el pésame y un abrazo a Djokovic, arrolló 6-1 y 6-1, en una hora, al kazajo Kukushkin, y jugará el viernes los cuartos de final contra el ganador del Almagro-Wawrinka.
Fernando Verdasco, por su parte, se inclinó 6-7 y 2-6 ante el francés Tsonga tras desaprovechar cinco bolas de break y dos de set en la primera manga… y escuchar algún silbido en la segunda, cuando el público interpretó que la pérdida del primer parcial le había hecho abandonarse en el segundo.
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