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De purasangre a potro de tortura

Sebastian Vettel ha pasado de conducir uno de los coches más dominantes de la historia de la fórmula 1 a pelearse con otro que le deja fuera de la Q3

O. PUIGDEMONT
Vettel, tras la sesión de clasificación en Shanghái.
Vettel, tras la sesión de clasificación en Shanghái.Eugene Hoshiko (AP)

La fórmula 1 es una disciplina de descreídos. Todos los pilotos reconocen en mayor o menor medida que dependen de la mecánica que manejan para alcanzar la gloria, aunque sobre todo lo remarcan aquellos que en un momento dado no cumplen con las expectativas que se han generado a su alrededor. Las dos últimas temporadas, Sebastian Vettel fue capaz de relativizar las estratosféricas plusmarcas de precocidad que en su día habían fijado Fernando Alonso y Lewis Hamilton. El año pasado, concretamente, el alemán bordó un curso sublime con 11 victorias y 15 primeros puestos en la parrilla en 19 grandes premios, registro que superó el récord de 14 que el británico Nigel Mansell había logrado en 1992 al volante de un Williams. Ahora, pocos meses después de sentirse invencible con el Red Bull RB7, uno de los prototipos más dominantes que han existido, un purasangre, el campeón más joven de la historia las pasa canutas para dominar el RB8, un potro de tortura que le suelta unas coces de aúpa que le obligan a levantar el pie del acelerador en un acto reflejo al que últimamente no estaba habituado. En la segunda criba de la sesión cronometrada de ayer del Gran Premio de China, Baby Schumi solo pudo marcar el undécimo mejor tiempo y se quedó fuera de la eliminatoria definitiva, la denominada Q3, algo que no le sucedía desde el Gran Premio de Brasil de 2009, de eso hace ya 43 carreras.

GP de China | Horarios televisivos:

7.00: Previo (Antena 3).

9.00: Carrera (Antena 3-TV3).

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Tanto la Federación Internacional del Automóvil (FIA) como la FOM (Fórmula One Management), la compañía que explota los derechos comerciales del Campeonato del Mundo, juegan sus cartas para conseguir que este millonario tinglado mantenga la incertidumbre hasta el final, generando tanta expectación y ofreciéndoles tantos beneficios como sea posible. En este punto cobra sentido el nuevo apéndice técnico que ha entrado en vigor y que prohíbe el uso de los difusores soplados, una modificación en el reglamento que a Red Bull y Vettel se les ha indigestado más que a nadie.

A lo largo de 2011, el corredor de Heppenheim llegaba a los circuitos, se subía al coche los viernes y en un rato se colocaba al frente de la tabla de tiempos como el que sale a dar una vuelta. Su RB7 circulaba como si fuera por raíles y las cámaras subjetivas proyectaban una conducción dulce mientras el cronómetro certificaba que, más que correr, volaba. Ahora mismo esa inercia se ha esfumado y ni siquiera Adrian Newey, el director técnico del equipo energético y el ingeniero más reputado que hoy en día campa por el paddock, creador del RB6 y el RB7, sabe a qué recurrir para que el campeón pille el tranquillo al RB8.

El bicampeón no sufría un revés semejante desde 2009, hace ya 43 carreras

Con vistas a la tercera cita del calendario del Mundial, Red Bull desplazó a China dos configuraciones de escapes distintas. Hasta ayer, el australiano Mark Webber había empleado la que tanto él como su compañero utilizaron en las dos primeras carreras. Vettel, por su parte, recurrió a una versión anterior, vista en el estreno del monoplaza, en la pretemporada, en Jerez. En las tres sesiones libres de entrenamientos, Webber rodó mucho más cómodo que el germano, un extremo que se confirmó definitivamente en la formación de la parrilla.

“A toro pasado, es muy fácil hablar, pero ayer [por el viernes] estaba contento con la configuración y por eso decidimos mantenerla”, se defendió Vettel. “Estoy relativamente conforme con las vueltas que he dado en la cronometrada. Lo único que pasa es que no fuimos suficientemente rápidos. No voy a echar la culpa al coche, aunque, obviamente, no estoy satisfecho”, añadió el bicampeón.

Terminada su dictadura de resultados, al Niño Maravilla de Red Bull no le queda otra que poner cara de póquer ante los dardos envenenados que le comienzan a llover desde los demás talleres. “Cuando no tienes un segundo y medio de margen, debes sacar las castañas del fuego”, soltó Fernando Alonso, precisamente quien le dejó fuera de la Q3.

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