Xabi Alonso, al límite
El Madrid se atasca en el mediocampo, donde se fatiga el tolosarra, cada vez más solo y exigido
Los tres jugadores del Madrid que más minutos han disputado en esta Liga son Casillas (2.340), Cristiano Ronaldo (2.282) y Xabi Alonso (2.211). Por razones propias de su labor, el portero es el que sufre menos desgaste. Cristiano dosifica su energía porque es el único con licencia para no bajar a defender. Queda Xabi, que, a sus 30 años, vive una temporada al límite de su capacidad mental y física. Sus minutos de competición tienen una carga incomparable de tensión. Es quien debe proteger a la defensa, el principal canalizador del ataque y el responsable de intermediar ante el árbitro, lo que hace discutiendo con vehemencia las decisiones que toma contra el equipo. En el plano atlético, su misión entraña una demanda singular, pues debe caminar toda la cancha. También se le exige un grado único de precisión. El funcionamiento del conjunto depende de su criterio porque es el elegido para dar el pase más importante de cada jugada: el primero.
Xabi sintetiza la carrera desesperada de este Madrid por alejarse del Barça. La angustia se refleja en el cuidado que pone el entrenador, José Mourinho, en no ahorrar ni una gota de fuerza cuando hace las alineaciones. Y el único jugador irremplazable, después de 500 millones de euros invertidos en fichajes, es Xabi. El técnico solo le ha dejado fuera por sanción ante el Racing, en la Liga; la Ponferradina, en la Copa, y el Ajax, con la eliminatoria resuelta, en la Champions.
“Si perdemos cuatro puntos [van dos] en cinco partidos, adiós a la Liga”, dijo un jugador tras caer contra el Málaga
El domingo, ante el Málaga, a Xabi se le vio aislado, cumpliendo como podía con su lista de deberes. Su vida se ha complicado desde que Mourinho ha puesto a Khedira en su zona de influencia. Dice el técnico que lo hace porque Khedira es un jugador “box to box”. Esto significa que le sirve para presionar arriba y regresar rápido a presionar atrás. La presencia del alemán expresa la creciente preocupación del luso por neutralizar a los rivales con un especialista defensivo añadido. La contrapartida es que el Madrid, con Khedira, tiene menos el control del balón y se ve abocado a defenderse más atrás, durante más tiempo y con menos posibilidades de iniciar limpiamente las jugadas una vez recuperado el balón. Contra el Málaga, el Madrid no pasó del 48% de posesión en la primera parte y se quedó en el 45% en la segunda.
No fue casual que el Madrid se replegara tras el 1-0 de Benzema. Es lo que pide Mourinho a los jugadores, argumentando que hacerlo es “lo inteligente”. Que protejan las ventajas. Que, una vez metido el primer gol, no piensen tanto en marcar otro como en cuidar sus espaldas. La consigna, según aquellos, parte al equipo y libera a los cuatro de arriba para que actúen con espíritu aventurero al contragolpe. Cristiano, Özil, Kaká y Benzema son capaces de hacer goles hasta sin querer. Pero la improvisación y el individualismo no siempre son la mejor manera de producir ocasiones claras. Y a veces, como en Moscú, ante el CSKA en el último minuto, o contra el Málaga, también en el descuento, los adversarios empatan sin dejar margen para reaccionar. Como dijo Ramos en Moscú para explicar la especulación del técnico: “Son planteamientos, según el resultado; no hay que salir siempre a presionar arriba”.
Si Granero se queda en el banquillo, el déficit de posesión aumenta. Desde enero, el canterano disputó cuatro partidos: Athletic, Racing, Zaragoza y Levante. En todos el Madrid tuvo más la pelota que sus rivales. Sucesivamente, 55%, 66%, 72% y 79% del tiempo de juego. El saldo de goles a favor y en contra resultó de 15 a 4.
El equipo jugaba bien con Granero cuando Mourinho le mandó al banquillo para devolver a Khedira a la titularidad. Desde entonces, el Madrid ha disputado cuatro partidos en la Liga: Espanyol, Rayo, Betis y Málaga. Solo contra el Espanyol tuvo más el balón que su rival. En los otros tres encuentros los centrocampistas del Madrid tuvieron que pasar más tiempo achicando agua que organizando los ataques.
“Me espera una larga noche sin dormir”, escribió Xabi en su cuenta de Twitter, el lunes de madrugada. Sonó a frustración. Se había pasado buena parte del partido persiguiendo a Cazorla, Isco o Joaquín. Había intentado unir líneas mientras los atacantes se alejaban o, peor aún, meter pases interiores para conectar con cuatro colegas que improvisaban movimientos nuevos, enfangados en el ataque posicional. El Málaga dio pocas opciones de contragolpe y, obligados a elaborar, los madridistas se encontraron fuera de su elemento. Sobre todo, con Khedira en el campo.
Una familiar sensación de inquietud se apoderó del vestuario del Madrid tras el partido. Hasta el 8 de abril le esperan el Villarreal fuera, la Real en casa, Osasuna fuera y el Valencia en casa. La diferencia con el Barça era de 10 puntos la semana pasada cuando un jugador dijo: “Si perdemos cuatro puntos en los próximos cinco partidos, perderemos la Liga”.
Quedan dos puntos de reserva para salvar el campeonato.
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