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Saltos de gigante

Llull ha evolucionado siempre desde la modestia: del Manresa a la selección española

Robert Álvarez
Llull levanta el trofreo.
Llull levanta el trofreo.MARCEL.LÍ SÀENZ

La Copa, el trofeo MVP, el que se otorga al mejor jugador de la competición, significa otro salto de gigante para el Madrid y Sergio Llull. “Me he sentido muy bien en la cancha. Ha sido quizás el mejor partido que he jugado por la importancia que tenía. Lo importante era ganar una Copa que ansiábamos porque hemos vivido muchos momentos complicados, como la final four de la pasada temporada, las dos últimas finales… Cuando me han aplaudido, he sentido una gran felicidad. Ha llegado la recompensa y es una sensación muy especial”, dijo.

La carrera de Lull, menorquín (Mahón, 1987), ha sido extraordinaria. Desde que le fichó el Manresa en 2003 y se lo cedió a su equipo vinculado, pasando por su aportación a la selección española júnior que ganó el Europeo de Zaragoza en 2004, hasta que debutó en la ACB, en enero de 2006. Solo un año y medio después, en mayo de 2007, fichó por el Madrid, con el que jugó tan solo unos pocos minutos en los playoffs finales y ganó la Liga. En octubre de ese año dio una muestra de lo que es capaz de hacer en una cancha y llevó al Madrid a la victoria en su partido ante los Raptors de Toronto de Calderón y Garbajosa. Su carrera se disparó, pero de forma imprevista. En 2009 fue elegido el Jugador Revelación de la ACB, en junio fue drafteado en la NBA, en el puesto 34º, por Denver Nuggets, aunque sus derechos pasaron a Houston Rockets, y entró en la lista de convocados para la selección española que disputó el Europeo en Polonia. Su magnífico rendimiento fue premiado por el seleccionador, Sergio Scariolo, que le incluyó en el equipo que ganó el Eurobasket en sustitución de Berni Rodríguez, que se lesionó.

Sobre su trayectoria siempre ha planeado una duda respecto a su posición en la cancha. Jugador muy atlético, estupendo tirador, muchos entrenadores consideraban que su puesto idóneo es el de escolta. Otros, como el ahora madridista Pablo Laso, que zanjó de raíz el debate esta temporada, piensan que rinde de maravilla en la posición de base.

“Yo me considero más un base, aunque me gusta jugar en las dos posiciones. Tienes papeles distintos que se deben diferenciar, pero me siento cómodo en las dos posiciones”, dice Llull. Ettore Mesina le alineó en ambas demarcaciones y así lo argumentó: “Empezó jugando de base, pero luego lo hizo de escolta porque consideré que, tal como estaba confeccionada la plantilla, necesitábamos un jugador atlético en esa posición”.

Su tiro es letal. Lo trabajó, entre otros, con Randy Knowles, exjugador y exentrenador ayudante del Joventut y del Madrid. Gracias a ese lanzamiento demoledor, a los cinco triples y cuatro canastas de dos, a sus 23 puntos, el Madrid logró por fin ganar la Copa 19 años después de su último éxito. Llull fue el héroe.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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