En la incertidumbre, tensión competitiva
Ante su mal momento en la Liga, el Barça se exige una respuesta inequívoca frente al Bayer Leverkusen
Acostumbrado a la victoria, no se sabe cómo se manejará el Barça en la derrota, 10 puntos por debajo del Madrid en la Liga. "Habrá que ver si somos capaces de estar bien en Leverkusen", responde el director deportivo, Andoni Zubizarreta. La situación es nueva y, por tanto, resulta complicado adivinar la respuesta de un equipo que ha superado de forma admirable los tres tropiezos vividos en cuatro temporadas, después de pasar 24 de las 26 rondas disputadas en los distintos torneos y ganar 13 de 16 títulos. Ocurre que ahora tiene que hacer llevadera la Liga, mantener la tensión competitiva, sin que afecte a la Champions.
"Nos hemos ganado el derecho a que todo sepa a poco", terció Guardiola. "Ahora parece que si no ganamos la Champions será un fracaso, como si fuera la cosa más sencilla del mundo", argumentó. "No entiendo esa idea de que como hemos perdido un título, ganaremos otro. Nada más empezar el año ya se nos exige que ganemos los seis títulos. No es fácil convivir con esa sensación, pero nos la hemos ganado nosotros. Hemos sido el equipo más competitivo del futbol mundial durante los últimos cuatro años".
El currículum le permitió al entrenador azulgrana defender decisiones como el once que formó en el Reyno de Navarra: "El único poder que tengo es el de hacer la alineación y lo ejecuto impecablemente por lo que veo, huelo, siento. Me pagan para escoger. Lo he hecho veinte millones de veces. Lo que ocurre es que como ganábamos, no pasaba nada. Ahora debemos volver al punto de perfección inicial".
A favor del Barcelona cuenta que ha resuelto cuantos partidos importantes ha disputado hasta el momento, sobre todo los que han significado los tres títulos en juego. La trayectoria internacional de los azulgrana en cancha ajena no tiene nada que ver con la doméstica: tres salidas, tres victorias y 12 goles a favor y dos en contra. También le avala que para hoy espera recuperar a jugadores decisivos, como Xavi, Iniesta y Cesc, y puede que también a Busquets. La segunda línea no solo marca el estilo de juego sino que es especialmente fecunda cuando mezcla bien con Messi. El triángulo Cesc-Messi-Xavi ha participado en 85 de los 121 goles marcados y no hay jugador más desequilibrante después de La Pulga que Iniesta.
A diferencia de los equipos que dominan las áreas y resuelven los partidos con goles, el Barcelona necesita de los medios y de su juego, de la posición, posesión y presión, para alcanzar la portería contraria y olvidar la propia. Y a día de hoy hay ciertas dudas sobre la forma de futbolistas capitales, alguno fatigado o lastimado, otros invernados, de manera que se escruta cada alineación como síntoma de la salud del equipo y también de la energía de Guardiola. No se discute por ahora sobre el proyecto, sino que simplemente se pregunta por qué se ha dejado de ganar en campos en otros tiempos accesibles como Anoeta, El Madrigal o el Reyno de Navarra. Y no siempre se buscan explicaciones sino que se exigen culpables y, si es necesario, se apunta a la poca profundidad y competitividad de la plantilla, circunstancia que va precisamente en la dirección contraria al culto a la cantera de La Masia.
Así las cosas, jugadores y técnico afrontan un momento complejo, con mucha gente expectante, interesada en descifrar qué le pasa al Barça. No le queda más remedio que aplicarse en un partido que tradicionalmente se le da mal, o al menos así se vio en sus visitas a Lyon, Stuttgart y Londres, y frente a un rival nada contemplativo. La Copa de Europa no admite distracciones y el Barcelona se exige una respuesta inequívoca. Nada mejor que la presión para combatir la nostalgia enfermiza del club, siempre dispuesto a reabrir viejos debates. Como resumió Alves: "Aquí se es pesimista, pero en el Madrid la automotivación es del 200%".
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