Argentina aprieta la final
Nalbandian lleva a Schwank hasta la victoria frente a Feliciano y Verdasco, y mantiene viva la eliminatoria (España, 2-Argentina, 1)
El cacique rescató a Argentina. Con su selección a un punto de ceder el sueño de la Copa Davis ante España, David Nalbandian, un hombre obsesionado con el trofeo, acudió a la llamada de su equipo: junto a Eduardo Schwank, dominó (6-4, 6-2 y 6-3) de cabo a rabo el partido de dobles que les enfrentó a Fernando Verdasco y Feliciano López, y estiró (España, 2-Argentina, 1) la final de la Copa Davis hasta el domingo. Tras sumar solo tres juegos en las semifinales, ante Francia, la pareja española se quedó en nueve ante Argentina. El dúo local, que tenía en sus manos darle el título a España, estuvo acelerado. Somatizó la opción de levantar la Ensaladera como una obligación, no como una oportunidad.
El partido se disputó según las pautas que marcó el equipo visitante. La música la puso su afición, que convirtió La Cartuja en el Parque Roca, igual que si no se jugara en España. La estrategia fue la de sus tenistas, mucho más avezados que los españoles en la gestión de las sutilezas del dobles. Nalbandian intentó imponerse en la red. Desde el primer juego anunció que no había distancia que le intimidara. Se cruzó siempre. Buscó volear siempre. Intimidó, en consecuencia, a la pareja española, temerosa de que cualquier bola inexacta, cualquier pelota en terreno de nadie, acabara en sus dominios. De error en error, Feliciano y Verdasco se arrastraron el uno al otro: ni restaron ni sacaron.
Los argentinos interpretaron el ancho de la pista mucho mejor que los españoles, que solo ofrecieron noticias cuando ya todo estaba perdido (4-6, 2-6, 2-3 y dos bolas de break). Frente a la propuesta de Verdasco y Feliciano, tendentes a jugar a lo largo, buscando poderosos tiros a la línea de fondo, Schwank, y especialmente Nalbandian, lograron hacer lo más difícil: explotar las orillas de la pista, obligando a sus contrarios a desplazamientos radicales que les separaron y abrieron huecos por el centro. La muñeca se impuso a la fuerza mientras Rafael Nadal, Juan Mónaco y Juan Martín del Potro eran requeridos por los inspectores antidopaje.
La pareja Verdasco-Feliciano se sustenta en los restos del madrileño y en los saques del toledano. Vive del juego de fondo de Verdasco y de las voleas de Feliciano. Nada de eso funcionó en el duelo, marcado por la superficie: si el cemento, con su juego supersónico, les permite esconder defectos, porque los puntos duran un suspiro, la tierra, con su ritmo lento, obliga a alargar los intercambios, y allí a la pareja española se le notan las costuras.
El resultado deja el cruce decisivo a expensas de los encuentros del domingo. España necesita un punto más. Puede conseguirlo en el Rafael Nadal-Juan Martín del Potro o en el David Ferrer-Juan Mónaco. Esos protagonistas, sin embargo, pueden cambiar hasta minutos antes de cada partido si así lo quieren sus entrenadores. Será el domingo. Estará la Copa Davis en juego. Difícil que Nalbandian, el cacique de Argentina, no participe en el duelo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.