'Chicos malos' en el Bernabéu
La hinchada del Dinamo de Zagreb, conocida bajo el nombre de 'Bad Blue Boys', ha protagonizado episodios violentos en toda Europa
El duelo del Madrid de esta noche en el Bernabéu ante el Dinamo de Zagreb (20.45, TVE1) se prevé plácido en lo futbolístico, toda vez que los blancos, ya clasificados a la segunda fase, son los líderes indiscutibles de su grupo -cuatro victorias de cuatro, 10 tantos marcados y ninguno encajado-, mientras los croatas aún no suman puntos ni goles. El choque despierta más preocupaciones en lo que se refiere al orden público. Antiviolencia declaró de alto riesgo el partido, puesto que llega a la ciudad una de las hinchadas con peor reputación de Europa: los Bad Blue Boys (BBB) del Dinamo. Pese al nombre anglófilo -inspirado en la película estadounidense Bad Boys de 1983, interpretada por Sean Penn- el grupo ultra, nacido en 1986, fue una de las expresiones más radicales del nacionalismo croata antes, durante y después de la guerra serbio-croata (1991-95). Más tarde, cuando la situación en la región balcánica se tranquilizó, la impronta política se destiñó un poco en el grupo, pero no la actitud violenta con la que recorrió toda Europa en las diferentes competiciones internacionales.
Fueron los Bad Blue Boys los que protagonizaron en su estadio, el Maksimir, una batalla campal contra los hinchas del Estrella Roja de Belgrado en mayo de 1990, que se saldó con 138 heridos entre policías y civiles, además de 132 detenidos. Para muchos, esa tarde aciaga anunció el conflicto armado entre los dos pueblos de la Antigua Yugoslavia, un año antes de que empezara. Cuando esto acaeció, los integrantes de los BBB se apuntaron en masa al ejército y a las formaciones paramilitares croatas. Una comunión fatal entre fútbol y política que tuvo su correspondiente en Serbia, donde muchos de los seguidores del criminal de guerra Arkan habían sido sus camaradas en la grada del Marakana de Belgrado. En su libro The formation of Croatian national identity [La formación de la identidad nacional croata], Alex J. Bellamy relata que hasta que no llevaron las placas oficiales, los soldados se ponían sobre el uniforme la chapa del Dinamo como signo de distinción. Incondicional fue el apoyo y la propaganda de los BBB a favor de Franjo Tudjman, el primer presidente de Croacia, y de su HDZ (Unión Democrática Croata), el partido independentista.
El mismo Tudjman reconoció el papel que los hinchas asumieron en el proceso de independencia; "Queridos y siempre leales BBB", decía una carta del Presidente croata al grupo, que se opuso violentamente al cambio de nombre del Dinamo -fue rebautizado HASK Gradanski en 1991 y dos años más tarde se probó con Croacia Zagreb-, una decisión tomada para borrar cualquier huella del régimen de Tito. Tudjman intentaba convencerles de la necesidad de ese cambio de identidad, pero los hinchas de Zagreb se quedaron en sus trece hasta que, en 2000, la entidad volvió a ser el Dinamo. Una postura tozuda que bien explicó el que fue el viceprimer ministro de Croacia, Zdravka Tomac: "Durante el tiempo del régimen comunista, era suficiente con ser aficionado del Dinamo para ser acusado de nacionalismo. Por esto los del Dinamo encontramos insultante que se nos acuse de conservadurismo o de anticroatas solo porque no queremos aceptar el cambio de nombre del club".
Tras la conclusión de la guerra, la agresividad de la hinchada se multiplicó. En Europa, los BBB empezaron a construir su fama maldita en otoño de 1994, cuando, en un partido de la Recopa, se enzarzaron en una pelea descomunal con la policía francesa dentro y fuera del estadio del Auxerre y destrozaron el centro de la ciudad borgoñesa. Por aquellos incidentes, el Dinamo fue expulsado un año de las competiciones europeas. En diciembre de 2008 el club fue sancionado con 200.000 euros por el comportamiento de sus aficionados, que lanzaron bengalas y otros objetos al campo del Udinese, italiano, en un duelo de la Liga Europa. El partido fue suspendido durante 10 minutos y cuando los jugadores del Dinamo se dirigieron hacia la grada para calmarles, les tiraron piedras y monedas. Y al año siguiente, la conducta salvaje de sus 250 seguidores en Timisoara (Rumanía), le costó al club tres puntos en la Europa League, además de dos partidos a puerta cerrada. Antes de estos dos últimos episodios, la entidad de Zagreb fue multada por incidentes cometidos en Milán, Zúrich, Praga y Londres, entre otras ciudades europeas.
Pero también se propagan en su patria, donde la rivalidad con el otro grande de Croacia, el Hajduk Split, es en ocasiones insostenible. Uno de los episodios más bochornosos de este enfrentamiento se consumó en 2005, cuando 10 personas fueron detenidas por amenazar de muerte al futbolista Niko Krancjar (ahora en el Tottenham), culpable de haber pasado del Dinamo al Hajduk. Una amenaza que puso en jaque al país, entre otras cosas porque Niko es el hijo de Zlatko Kranjcar, entonces seleccionador de Croacia.
Toda esta violencia se extiende al propio club, donde los mismos trabajadores solicitaron a principios de este mes protección. "Por enésima vez, el Dinamo se encuentra cautivo de un grupo de individuos destructivos que, aunque no se sepa muy bien por qué, se autodefinen aficionados del Dinamo", escribieron los empleados del Zagreb a las autoridades, denunciando, además, amenazas y actos de violencia diarios. El enfrentamiento entre los BBB y el propietario del Dinamo, Zdravko Mamic, reo, según ellos, de traicionar los valores históricos del club, ha generado un ambiente de tensión constante. El empresario, que hizo fortuna comprando compañías forestales y con bebidas alcohólicas, tiene una pésima reputación social. La misma de la que presumen, desde su amenazante nombre, y que más veces han demostrado los chicos malos del Dinamo.
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