El renacer del pelotari
Agirretxe, aficionado a la pelota vasca, es el pichichi donostiarra meses después de estar a punto de irse por falta de oportunidades
Imanol Agirretxe (Usúrbil, Gipuzkoa; 1987) se plantó el pasado mes de enero. El ariete de la Real Sociedad, cansado de tener que ver el fútbol desde el banquillo o la grada -había disputado 28 minutos en la Liga-, pidió al club vasco irse en el mercado de invierno. "Sentía que debía salir para poder seguir creciendo", explica en conversación telefónica. Cuando ya tenía las maletas hechas con destino a Valladolid, se lesionó Joseba Llorente, el delantero titular del equipo. El club decidió entonces que Agirretxe, que un día fue la joya de Zubieta, se tenía que quedar. Le dijeron que tendría oportunidades, pero terminó el curso jugando tan solo un partido de titular. Este verano, con la competencia de Vela, Ifrán y Llorente, Agirretxe pensó que la historia se volvería a repetir. Pero la llegada de Philippe Montanier al banquillo lo ha cambiado todo. El ariete es uno de los jugadores más utilizados de la plantilla y ha firmado cuatro de los nueve goles que ha logrado su equipo, aunque no ha conseguido marcar en los últimos cuatro encuentros. El miércoles, ante el Levante, el técnico le dio un respiro y se quedó en el banquillo junto a Xabi Prieto, el referente de la Real. La gran promesa de Zubieta, que creció compatibilizando el fútbol con la pelota vasca, ha encontrado su sitio. Ante el Madrid (22.00, La Sexta) intentará volver a demostrarlo como ya hizo contra el Barça, cuando marcó un gol.
"Por soñar, imaginas muchas cosas, pero la verdad es que en verano veía muy poco probable todo lo que me está pasando", reconoce el ariete. "En la pretemporada di buen nivel, marqué goles, y el entrenador empezó a estar ilusionado conmigo. Me di cuenta de que me valoraba, de que iba a tener oportunidades", continúa el futbolista, que en primer partido de esta campaña se estrenó como capitán durante nueve minutos. En ese encuentro consiguió, además, dos goles. Tocaba, por fin, la gloria con su equipo, al que llegó en 2003, cuando tenía 16 años, procedente del Athletic. "Empecé a jugar a los 10 años en el Antiguoko, un equipo de barrio de San Sebastián. Tenían un acuerdo con el Athletic, así que me fui allí cuatro años después, a los 14", rememora Agirretxe, quien reconoce que aquellos fueron tiempos complicados: "No era fácil ser tan joven y vivir solo en una residencia". Por eso no dudó en regresar a su ciudad cuando la Real se interesó por él: "Pude volver a estar con mi gente y disfrutar del fútbol cerca de ellos".
Agirretxe se convirtió en una de las esperanzas del club y enseguida debutó con el primer equipo, el 8 de mayo de 2005 frente al Getafe. "Ya entonces se oían muy buenas cosas de él, pero luego tuvo unos años dubitativos, parecía que no acababa de explotar", explica José Javier Barkero, jugador de la Real en aquella época, ahora en el Levante. Agirretxe, que estuvo cedido en 2007 al Castellón, se convirtió en una pieza importante en los años que el equipo vasco estuvo en Segunda, pero al regresar a Primera, la temporada pasada, cayó en el olvido. "Hay veces que te exiges demasiado a ti mismo y acabas bloqueándote. Se necesita tiempo y un entrenador que confíe realmente en ti para demostrar la calidad. Él no tuvo eso hasta ahora", explica Barkero, que pasó por una situación semejante y terminó marchándose del club. "Se hablaba maravillas de él y todos los años estaba llamado a ser el nueve de la Real, pero luego siempre llegaban fichajes que al final no rendían y él tenía que volver al filial", recuerda Mikel Balenziaga, jugador del Valladolid, que fue compañero de Agirretxe en el filial. "A veces, a los de casa les cuesta más llegar porque se les exige más", resume Mikel Saizar, portero del Guadalajara, que militó en el filial de la Real con Agirretxe. "Es un goleador y siempre ha jugado muy bien de espaldas", explica Barkero. "Es muy rápido", completa Saizar.
Ahora, Agirretxe disfruta del fútbol, un deporte por el que tardó en decantarse después de estar varios años jugando también a la pelota vasca. "Es un deporte muy típico aquí y desde la ikastola me gustaba, pero cuando me fui a Lezama lo tuve que dejar", apunta. El fútbol solo le permite practicarlo de vez en cuando. "Hace mucho que no juego porque duele mucho y cada vez tengo las manos más blandas, pero siempre que puedo me gusta ir al frontón a jugar con palas o con raquetas", dice entre risas. "Le gustaba mucho. Alguna vez incluso jugamos algún partido en Zubieta, pero me ganaba siempre. Era bastante bueno", apunta Saizar. "Yo solía jugar con él a frontenis y se le daba bien. Pero siempre perdía cuando jugaba contra mí y mi pareja, Viguera. Él iba con Esnaola", recuerda Balenziaga. De la práctica de la pelota dice que le han quedado ciertos movimientos y agilidad, que deberá poner en práctica frente al Madrid. "Tenemos que recordar partidos que han jugado en Anoeta en los que han sufrido o perdido, dar más del 100% y aprovechar las pocas oportunidades de ganar que tendremos". Y, de paso, seguir demostrando a Montanier que no se equivoca al confiar en él.
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