El Rayo eclipsa al Athletic
El conjunto de Sandoval empata ante un flojo cuadro rojiblanco
El Athletic y el Rayo Vallecano invirtieron ayer los papeles en su debut liguero. El equipo de José Ramón Sandoval se sacudió cualquier rastro de inseguridad por ser un recién ascendido en San Mamés y se llevó un valioso empate, mientras que los bilbaínos saltaron al campo sin pulso, acomplejados y con serias dificultades, como ya les ocurriera ante el Trabzonspor, para materializar goles.
Fue el Rayo un ejemplo de paciencia y actitud, que logró impedir que el Athletic de Bielsa pasara del centro del campo durante toda la primera parte del encuentro. Alcanzar la portería madrileña se convirtió en una cima muy difícil de hollar para el conjunto rojiblanco. Tampoco apretaron los locales como acostumbran en el arranque del encuentro y no fueron capaces de mantener un nivel de posesión suficiente. Con el balón más tiempo en el aire que por el suelo, solo Muniain tuvo un momento desequilibrante, que finalmente quedó en nada. El Rayo supo, con Trashorras como abanderado del sentido común, coartar las acciones ofensivas de los locales. Pero además supo dar un paso más. Cuando ya había logrado que el juego no avanzara más allá del centro del campo, empezó a crear peligros en la portería rojiblanca. Fue Gorka Iraizoz y solo él quien evitó catástrofes mayores, firmadas por Casado.
ATHLETIC, 1 - RAYO, 1
Athletic: Iraizoz; Gurpegui (Iraola, min.46), San José, Amorebieta, De Marcos; Javi Martínez; Markel Susaeta (Gabilondo, min.57), Iturraspe, Herrera, Muniain (Toquero, min.72); y Llorente.
Rayo Vallecano: Dani Jiménez; Tito, Arribas, Figueras, Casado; Piti (Delibasic, min.79), Movilla, Javi Fuego, Botelho (Néstor Susaeta, min.85); Trashorras (Lass, min.59) y Michu.
Goles: 1-0, min.55: Iturraspe. 1-1, min.63: Movilla.
Árbitro: José Antonio Teixeira Vitienes. Mostró tarjeta amarilla a los visitantes Arribas, Piti y Casado.
37.000 espectadores en San Mamés.
Bielsa había dicho antes del choque que "había suficientes antecedentes para descartar cualquier presunción previa de facilidad" de cara a derrotar al Rayo. El tiempo le dio la razón. Las estadísticas, los números, dicen que al Rayo no se le dan bien sus visitas a Bilbao, pero el Rayo de ayer demostró que los números y las probabilidades son únicamente eso. Solo en los últimos minutos antes del descanso pareció el Athletic tomar el mando de la situación. Bielsa pensó en adelantar a los jugadores e inyectar más velocidad y agresividad a las jugadas, pero sobre todo, contó más con los laterales y dejó de chocar contra el centro madrileño. Fue Iraola quien permitió al equipo progresar más por la banda derecha. Ese nuevo aire incomodó al Rayo, pero no le hizo perder el norte, acostumbrado a presiones mayores. Entonces llegó Iturraspe, que se asoció con Muniain para marcar el que iba a ser el primer y último gol rojiblanco. Parecía que el orden de las cosas se armonizaba cuando Movilla empató de un certero golpe con la pierna izquierda tras un decisivo pase de Casado, uno de los héroes del partido.
Fue un partido de abundantes giros argumentales con un resistente hilo común: el mérito del perseverante Rayo, que tuvo en el inquieto Muniain su particular bestia negra. Bielsa, desesperado por recuperar el pulso y el atrevimiento, sacó a Toquero, que, al igual que sus compañeros, fue incapaz de materializar las muchas ocasiones a balón parado que tuvieron. Contra todo pronóstico, Sandoval se negó a cambiar a esas alturas su firme perfil ofensivo por el defensivo y se apoyó en Lass para ahondar un negativo resultado rojiblanco. El Athletic dominó el último tramo del encuentro, aunque lo que verdaderamente triunfo fue la decisión del Rayo de enfriar y extinguir las escasas brasas del partido.
El Rayo se llevó, además de un excelente resultado, la seguridad de que va por el buen camino. El Athletic, por su parte, se fue con dudas y algún que otro motivo de inseguridad más.
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