El mejor muro de Alcaraz
El central del Wigan, que hasta los 18 años trabajó en la construcción, es el líder de la zaga de Paraguay, en la final de la Copa América gracias a su solidez defensiva
Antolín Alcaraz (San Roque González de Santa Cruz; 1982) lo tenía claro en la víspera del tercer partido de Paraguay en la Copa América ante Venezuela, después de los empates ante Ecuador (0-0) y Brasil (2-2): "A partir de ahora, solo valen las victorias para nuestro objetivo, que es alcanzar la gran final". Tres encuentros después el conjunto guaraní sigue sin ganar. Y está en la final. El central del Wigan es el líder de una zaga alrededor de la que el equipo de Tata Martino ha construido su marcha hacia el epílogo de la competición en el Monumental ante Uruguay (21.00, C+ Liga). Alcaraz solo se perdió la semifinal ante Venezuela (0-0 y 5-4 tras los penaltis) por ser expulsado en la prórroga de los cuartos de final ante Brasil (0-0 y 4-2). Antes, sin embargo, marcó un gol a la vinotinto en la fase de grupos (3-3). Pero lo suyo es defender el muro de Paraguay. Y de muros, precisamente, sabe un rato.
Hoy Alcaraz volverá a ocupar su puesto para conquistar la corona continental, poco más de un año después de alcanzar con su selección los cuartos del Mundial de Sudáfrica, donde se topó con España, futura campeona. Todo un logro para un ex albañil que firmó el primer contrato profesional a los 21 años, que vio dos veces su ambición frustrada al pasar por dos equipos -el Racing de Avellaneda, argentino, y el Fiorentina, en Italia- que quebraron antes de ficharle y que, hasta ser mayor de edad, nunca pensó en ganarse la vida con la pelota. "No tenía tiempo para ir a las escuelas de futbol, vengo de una familia humilde y debía trabajar y estudiar al mismo tiempo", se confesó una vez a la prensa belga, mientras se desempeñaba en el Brujas, su penúltimo equipo. Cuando ya había cumplido 18 años, mientras se afanaba en el mundo de la construcción -en el que empezó con 12- y jugaba con los amigos en el Teniente Fariña, conoció a un agente que le llevó a Argentina a probar con el Racing.
No llegó a fichar por los problemas económicos en los que se hundió el club de Avellaneda, pero allí conoció a una periodista que se convertiría en su mujer. Se fue a Italia para integrarse con el Fiorentina, pero una vez desembarcado en el Viejo Continente el cuadro italiano también quebró. Parecía una maldición a la que Alcaraz no se quiso someter. Una vez cruzado el Atlántico, resistió en Europa y construyó su reputación futbolística en el modesto Beira Mar, portugués (2003-2007), donde por fin pudo firmar su primer contrato profesional, y luego en el Brujas (2007-2010). Fue en Bélgica cuando llegaron las primeras llamadas de su selección, en 2008.
Ahora, con 28 años -cumplirá 29 el próximo sábado- es una pieza inamovible de Paraguay y juega en una de las mejores ligas del mundo, la Premier, con el Wigan de Roberto Martínez. El club inglés le contrató justo antes de que empezara el Mundial de Sudáfrica, donde Alcaraz contribuyó de forma determinante al brillante camino de su selección. Disputó cuatro partidos y suyo fue el primer gol de los del Tata Martino, en el debut ante Italia (1-1). En Inglaterra, disputó la temporada pasada 34 encuentros, marcó un gol y hasta portó el brazalete de capitán. En el fútbol británico supo aprovechar sus cualidades: un buen sentido de la posición, un gran juego aéreo y un físico rocoso, curtido en su adolescencia como ayuda albañil, erigiendo muros. Los mismos que supo edificar con sus compañeros de selección ante las delanteras adversarias y que le ha permitido llegar a la final de la Copa América.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.