Dorsal 131, Sandy Casar
El francés sería como una lepisma, ese animal que siempre aparece cuando menos te lo esperas, ese que se ha metido en mil batallas significativas
Thomas Voeckler es el líder actual del Tour de Francia. Ahora es él el objetivo de todas las miradas y se siente encantado en ese papel. Pero yo prefiero fijar hoy mi mirada en otro de los protagonistas de la hazaña de Voeckler. Un actor secundario que tiene la extraña virtud de estar muchas veces en el lugar adecuado en el momento adecuado. Un secundario de lujo...veamos.
Sandy Casar es un corredor francés ya veterano, de 32 años, perteneciente a La Francaise de Jeux, equipo donde ha desarrollado toda su carrera deportiva. Acumula un palmarés interesante con unas cuantas victorias, y ni más ni menos que tres etapas del Tour de Francia. Es un clásico, al igual que su equipo. Al igual que otro de sus compañeros de equipo, Frederic Guesdon, que no está en este Tour. Es uno de esos corredores que no es lo que se entiende por un líder, pero tampoco es un corredor de equipo. Y es un corredor peligroso que como tenga el día bueno, te la puede liar de la manera más tonta. Es, además, un tío que, aunque sea poco hablador -pues apenas se defiende en un idioma que no sea el francés- cae bien porque es bastante simpático y coherente.
Pero si hoy escribo de él es porque hace ya siete años, Sandy era uno de los que formaba parte de la escapada que le dio el maillot amarillo y la popularidad a Thomas Voeckler. Y este domingo en Saint Flour, siete años después, allí estaba Sandy de nuevo. Los honores y los aplausos fueron para Voeckler, pero también Sandy se merece un recuerdo, que tiene mucho mérito haber estado ahí para contarlo en ambas ocasiones. Curiosamente, en ambos casos fue tercero en la meta. Aquel año ganó O'Grady; este, Luis León Sánchez. Por cierto, también curiosamente, recuerdo una etapa de Dauphiné en la que O'Grady y Casar me ganaron a mí, que fui tercero.
El caso es que Sandy es de esos que se ha metido en mil guerras y que ha tenido su protagonismo en las batallas más significativas. No es de los que más honores se ha llevado nunca, pero hay que ser muy buen corredor para mantener durante tantos años ese nivel y esa combatividad.
Y al hilo de esto, y pensando en hablar de él en esta sección, no podía evitar compararle con un animal del que ni siquiera conozco el nombre. Así que me he puesto a buscar por Internet y me he enterado -hoy me acuesto sabiendo una cosa nueva- de que esos extraños bichos minúsculos que a veces me encuentro por los bañeras de medio mundo, se llaman pececillos de plata o lepismas. ¿Y porqué se me parecen estos bichos a Sandy Casar? Pues porque son unos animales que tienen la extraña capacidad de estar siempre ahí cuando menos te los esperas. Un baño limpio, reluciente y perfumado, y ahí que aparece un pececillo de plata de estos en cuanto enciendes la luz. Y que además parece capaz de resistir a un holocausto nuclear, porque no sabes ni de dónde viene ni cómo ha llegado hasta ahí. Pero ahí está. Y que cuando vas a esa casa de veraneo a la que solo vas una vez al año, allí aparece uno de ellos como si fuese el genuino inquilino del lugar. Casar es un clásico y cuando falte en el Tour, se le echará de menos.
Suerte en este Tour, dorsal 131. Y enhorabuena por lo que hiciste el otro día y por la suerte que tuviste con el incidente del coche que se llevó por delante a Flecha y a Hoogerland. Leí tus palabras al respecto y no puedo estar más de acuerdo.
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