Sublime Villarreal

Inspirado por Cazorla, el Villarreal firmó un ejercicio tan serio como luminoso, cargado de detalles para el recuerdo. Cada cual, en su labor. Rocoso en la defensa, creativo en el centro del campo y punzante en el ataque. No contento con haber desplumado al segundo de la Liga italiana, el Nápoles, y al segundo de la alemana, el Leverkusen, el conjunto amarillo se dispone a descabalgar al primero de la holandesa y actual campeón. Entristecida la brillante victoria amarilla por la lesión de Gonzalo, cazado en plena carrera por una salvaje entrada de Janko, saldada por el árbitro con una mísera tarjeta amarilla pese a haberle roto el peroné.

Intimidatorio desde el punto de vista físico, el Twente afrontó la primera cita con aire desafiante. Encimó a los centrocampistas amarillos y estos sintieron asfixia, sin posibilidades de dar salida a la pelota. La encontró donde menos lo esperaba: en una jugada a balón parado. Pese a su menor altura, el conjunto de Garrido creció en el córner de Borja Valero. Prolongó Catalá en el primer palo y cabeceó a gol Marchena en el punto de penalti.

El Villarreal hechizó todos los miedos y las revueltas de Cazorla, el rey del metro y medio, desencajaron al Twente. El volante dio una lección de cómo y cuándo descargar el juego con cambios de orientación. Empezó la exhibición con un pase interior que permitía a Nilmar encarar a Mihaylov. El punta pensó en cruzarla, pero picó la pelota con tal suavidad que El Madrigal contuvo la respiración. Golpeó en el palo izquierdo. Poco importó porque el Villarreal estaba desatado. Impecablemente sujeto por los mediocentros, uno para lo grueso (Marchena) y otro para lo fino (Bruno), el cuadro de Garrido se fue soltando por los costados, donde cada día se sienten más cómodos sus jóvenes laterales, Mario y Catalá.

El Twente ya estaba pálido a esas alturas, 30 metros atrás, cuando, en el enésimo revoloteo de Cazorla, el desmarque de Borja contó con la aquiescencia del central Onyewu, rompiendo el fuera de juego. Gracias, pensó Valero, que abrió la pelota al palo largo. Antes del descanso, un regalo de Wisgerhof acabó con Nilmar picando a gol.

"El pequeño Barça", como Michel Preud'homme, ahora en el banquillo del Twente, había definido al Villarreal, estaba a la altura. El equipo de Garrido dio la impresión de dosificarse tras el descanso. Una trampa en la que cayó el Twente, pues se adelantó y recibió la puntilla.

El recital de Cazorla cambió: ya no se trataba de regatear, sino de tocar de primeras, despejando el terreno, como en el cuarto tanto. Un toquecito suyo dejó solo a Bruno. Este envió en profundidad a Rossi. Y el italiano se inventó un disparo enroscadísimo desde la frontal que aterrizó en la escuadra izquierda. El noveno tanto de Rossi en el torneo. Janko marcó el del honor holandés. Aunque antes el Villarreal respondió: Nilmar regateó con el cuerpo a los centrales y puso la guinda a una noche gloriosa en El Madrigal.