El Athletic se encoge en Zaragoza
Uche marca para el Zaragoza 17 meses después de su grave lesión y somete al Athletic
Cayó a plomo, como si le hubiera dado un síncope. Pero fue lo contrario; el éxtasis, las lágrimas, el remate definitivo, el gol con historia y final feliz. Uche, maltratado por la rodilla izquierda, despedazada en dos ocasiones durante un año y medio, resolvió un mano a mano ante Iraizoz y catapultó al Zaragoza, ya fuera del fango, y sometió al Athletic, con Llorente pero poco juego y nula firmeza.
Nadie explota sus armas como el Athletic, que con bien poco hace mucho. Entiende el fútbol como un juego de ataque corto y pase largo, con poco interés por el tráfico en las bandas y escasa intención en la creación. Lo suyo es bien simple: de punta a punta; de Iraizoz a Llorente. Anulado el kilométrico delantero cuando el balón rodaba porque el Zaragoza le echaba el lazo con un central junto a la ayuda del lateral o el medio centro más próximo, el Athletic se quedó sin pegada, más allá de ese remate diabólico de Susaeta que pilló adelantado a Doblas pero que escupió el poste. Por lo que el Athletic recurrió a las jugadas de estrategia, la expresión que le define y que sobresaltó a todo el Zaragoza menos a uno, a Uche.
De patada fácil porque carece de botas finas, el Zaragoza respondió al choque. No le queda otra. Se desgañitaba Aguirre al reclamar presión. Se enfadaba Ponzio porque no se atornillaban en campo ajeno. Y se resignaba Ander Herrera, con el pase en la cabeza pero sin el balón en el pie. Pero no hay otra, este Zaragoza se refugia en casa sin remisión para luego ejecutar la estampida. La nota discordante era Bertolo, que por el costado izquierdo tiró regates a discreción, quizá individualista pero al menos útil en alguna ocasión. Le faltó, en cualquier caso, acabar las jugadas, enfilar la portería rival y soltar alguna advertencia, por tibia que fuera.
Eso no le ocurre a Llorente, que necesita una pelota al aire para rematarla a la red. Le llegó tras una falta desde la medular, donde el Zaragoza apenas se inquietaba pero donde el Athletic se relamía, con Gabilondo al saque y con Llorente al quite. Balón al área chica y desmarque de Llorente, que le ganó la espalda a Jarosik. Desastre de marcaje y golpeo oportuno, con la espinilla, a gol. Y fundido en negro para el Athletic, conforme porque presuponía a un rival sin voluntad. Se equivocó a lo grande porque Uche se exigía una noche de gloria, un gol que le devolviera lo arrebató por dos veces su maltrecha rodilla.
Jarosik apareció primero para redimirse con un salto desde atrás en la prolongación de un córner. Al bulto pero con la suerte de recoger el rechazo, de enfocar la portería. Empate y tiempo para lo homérico, para Uche. Así, el delantero recibió un pase en la zona de tres cuartos y San José se descontó solo de la jugada porque midió mal y perdió la posición. Arrancó el ariete sin mirar atrás, en un sprint de aúpa con la adrenalina ya liberada. Chut raso, al centro y a gol. El gol de los goles, que ni siquiera le arrebató Llorente en un remate a última hora. El triunfo del Zaragoza y las lágrimas, al fin, de felicidad.
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