El nuevo Tiger Woods se pone a prueba en casa
El ex número uno del mundo empieza el año en Torrey Pines, un campo en el que ha ganado ocho veces y donde consiguió su último 'grande', un agónico y emocionante triunfo en el US Open de 2008
Tiger Woods vuelve a casa hoy, al lugar donde todo empezó, para tratar de demostrar que está de regreso, que puede volver a fascinar al mundo, que sus cambios en el swing sirven y que ha dejado atrás sus problemas personales. Para ello ha elegido el Farmers, un torneo del PGA de EE UU que se juega en Torrey Pines, un campo en el que ha dominado de manera insultante. En 11 participaciones, el ex número uno del mundo del golf se ha impuesto en ocho ocasiones y nunca ha quedado fuera del top ten. El último de sus 14 grandes lo consiguió aquí, ante un inconmensurable Rocco Mediate, con la rodilla destrozada y tras un play off de 19 hoyos. La última víctima de aquel Tiger lo recuerda: "Allí ocurrió algo especial. Fue una gran batalla y sé que la disfrutó más que si hubiese ganado por 10 golpes". La hazaña tuvo consecuencias: operación de rodilla y más de cinco meses fuera de juego.
Sus victorias han sido tan evidentes, su dominio del campo tan claro que nadie, ni apostantes ni expertos, dudan de que sea uno de los favoritos. El periodista Cameron Morfitt, editor de The Golf Magazine, resume el sentir general: "Tiger tiene que ganar o quedarse muy cerca. Si no lo hace en este campo, es el momento de que suenen las alarmas".
Tom Lheman, el derrotado en el Buick de 2005, la cuarta victoria de Tiger, resume el porqué de su superioridad: "El campo le favorece porque es largo y los alrededores de green son complicados. No dio todos los golpes perfectos, pero siempre lo arreglaba con el juego corto y los putts". Tiger en esencia. Un año después, cayó el español José María Olazábal, que falló un putt cortísimo en el play off que le habría dado la victoria. Tiger aseguró entonces que nunca se disfruta ganando así a un amigo.
Vuelta a empezar
La relación de Torrey Pines con Woods viene de lejos. No ha perdido allí desde 2004, si bien no ha jugado los dos últimos años, y la primera vez que venció fue en 1991, en el campeonato del mundo junior. Tenía 15 años y su rival de aquel día, Chris Riley, 17. Ahora llega como número tres del mundo, con los cambios de swing que ha realizado con el entrenador Sean Foley aún por consolidar y tratando de recuperar el terreno perdido.
Tiger está emparejado con Mediate para los dos primeros días, pero ya no tiene reservada la mejor hora de salida, sino más bien al contrario. El criterio que se utiliza es la lista de ganancias y ahí, el primer deportista en ganar 1.000 millones de dólares ha perdido la primacía: el convulso 2010 terminó en el puesto 68.
El golf mundial, expectante
El golf ha demostrado que puede vivir sin Tiger, pero que con Tiger se vive mejor. Si el deporte en sí le necesita, el golf estadounidense aún más: seis de los 10 primeros del ranking mundial y 13 de los 20 no han nacido en EE UU y Tiger, 35 años, es el más joven de los cuatro estadounidenses en el top ten mundial. A la espera de la renovación, patrocinadores, ahora de vuelta progresiva a este deporte, y televisiones se frotan las manos: es el primer evento del año que retransmite la CBS en cobertura nacional (hasta ahora lo ha hecho por cable The Golf Channel).
Ahora que por primera vez desde 1993, cuando Berhnard Langer y Nick Faldo ocupaban los dos primeros puestos del ranking, dos europeos, Lee Westwood y Martin Kaymer han recogido el testigo al frente del golf mundial, los estadounidenses necesitan a su ídolo resucitado. Kaymer está asombrando al mundo. Su victoria aplastante en Abu Dabi el pasado fin de semana es la mejor muestra de que este alemán de 26 años aspira a todo. Sus números son estratosféricos y ha ganado 9 de sus primeros 100 torneos; Tiger consiguió 28 de 100.
Las dudas y el pasado
Las dudas sobre Tiger se centran en los cambios en su juego, proceso al que ya se sometió con éxito en 1998 con Butch Harmon y en 2004 con Hank Haney. En las dos ocasiones salió un golfista más completo. Foley, su entrenador en la actualidad, ha declarado que está contento con lo que ve y que "quien quiera ver lo que pasará con Tiger en el futuro, que mire al pasado". 2010 terminó sin títulos para Tiger pero con una gran actuación en el Chevron, el último torneo que jugó y en el que solo un gran Graemme McDowell, ganador del U.S. Open, pudo arrebatarle la victoria.
Mediate, el jugador que llevó a Tiger a sus límites en este mismo escenario, el hombre que le obligó a dar lo mejor de sí mismo en un putt histórico para forzar el play off, el golfista mayor y más o menos desconocido que forzó el desempate en el US Open de 2008, resume sus impresiones y augura la vuelta del mejor Woods: "Sigo pensando que es el mejor. Estará de vuelta porque es Tiger. Está cansado de ver lo que ha visto últimamente y viene a arreglarlo. Si empieza a dar recta a la bola desde el tee batirá el récord de Jack Nicklaus (18 grandes)". Hoy se empieza a despejar la ecuación.
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