Tormento y tortura para Verdasco
El español, peleado consigo mismo, supera tres puntos de partido ante Tipsarevic en la segunda ronda - Tommy Robredo elimina al estadounidense Fish
El reloj descuenta minutos que son sentencias de muerte. A los 12, Fernando Verdasco pierde 4-0 contra el serbio Janko Tipsarevic en la segunda ronda del Abierto de Australia. A los 17, se apunta su primer juego con el sufrimiento de un condenado a galeras (4-1). A los 33, ha perdido la primera manga. Y cuando ya han pasado tres horas, consecuencia de su partido desdibujado, de los destellos del rival y de los dolores en un tobillo, afronta un doble castigo: primero, rompe el saque de Tipsarevic, que servía por el encuentro (2-6, 4-6, 6-4, 5-5). Inmediatamente, cede el suyo (2-6, 4-6, 6-4, 5-6). El serbio (es la locura, está encantado el público), se procura entonces tres pelotas, tres, para cerrar el partido. No convertirá ninguna. No le dejará Verdasco (¡cómo corre! ¡cómo pega, en la segunda!). No lo permitirá el madrileño ("un toro empitonado", que dicen los suyos). Y no lo logrará el serbio, con el cerebro derretido tras una doble falta en el tercer punto de partido: de ahí al final (2-6, 4-6, 6-4, 7-6 y 6-0), el número nueve gana 32 de 37 puntos.
Espera ahora Kei Nishikori, un tenista que es puro talento y que ya busca ser presente, que no se hable de él en futuro. Verdasco, aplaudidísimo ("So hot, so good", leían las pancartas, "Tan caliente, tan bueno"), hará bien en no olvidar con el subidón de la remontada el origen de tan sufrido partido.
Una vez más, y salvada la excelente primera manga del serbio, el madrileño vivió el encuentro según sus propios términos. Suyos fueron los aciertos, esas derechas y esos servicios que en tantos rivales han causado estragos y lamentos. Suyos, también, fueron los errores, esos tiros desviados y desconcertantes, ese revés cortado que ha perdido filo. Agobiado por la estadística, Verdasco se impuso por talento, tras un maratón (de casi cuatro horas), y aprovechando que al rival le faltó el aliento, la tranquilidad y el tiento que separan a los buenos tenistas de los de altos vuelos. Para el madrileño, una tortura, un tormento.
No fue la única remontada del día: Tommy Robredo eliminó al estadounidense Fish por 1-6, 6-3, 6-3 y 6-3. Sí fue, sin embargo, la más ilustrativa: con orden y estructura, Verdasco ataca como un diablo. Sin dibujo que le contenga, se le llevan los demonios.
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