Triunfo sin brillo del Real Madrid
El cuadro de Messina obtiene un sufrido triunfo ante el Valladolid tras la debacle europea de Charleroi
El Real Madrid ganó, 87-82, al Blancos de Rueda Valladolid pero no pudo reivindicar su mejor juego en un partido en el que los castellanos no demostraron el cuarto puesto con el que llegaron a Madrid. El equipo de Ettore Messina salió todavía bajo los efluvios de la derrota europea. Dio la sensación de querer contrarrestar cuanto antes los efectos devastadores de su falta de tino en Bélgica, pero los primeros minutos no supusieron ningún alivio en este sentido.
Apoyado en una buena defensa, gracias a la poca proyección ofensiva del Blancos de Rueda Valladolid en los primeros compases, el Real Madrid naufragó en ataque, poco ayudado por el antártico ambiente de la Caja Mágica. El equipo de Pucela no justificó el cuarto puesto de la clasificación y gracias a eso el Madrid no notó una excesiva presión en el marcador.
R. MADRID 87 - VALLADOLID 82
Real Madrid (22+21+21+23): Tucker (11), Reyes (11), Rodríguez (7), Fischer (8), y Llull (7) -equipo inicial-, Suárez (16), Tomic (16), Garbajosa (9), Vidal (2).
Valladolid (15+19+22+26): Van Lacke (8), García (15), Dumas (4), Barnes (11) y Slaughter (8) -equipo inicial-, López (3), Martín (7), Báez (6), Stanic (2) y Robinson (18).
Árbitros: José García Ortiz, Lluis Guirao y Antonio Sacristán. Sin eliminados.
6.000 espectadores en la Caja Mágica. Novika Velickovic se marchó a su domicilio antes de la disputa del partido a causa de la fiebre producida por una amigdalitis.
Dos triples consecutivos de Garbajosa y Tucker dieron alas a los locales que consiguieron sus primeras ventajas significativas (21-12, min. 9), al mismo tiempo que se quitaban cierto peso de encima, al comprobar que, efectivamente, el triple es posible y que el aro no era un cuerpo sólido e impenetrable desde más allá de la línea de 6,75 metros. En los primeros minutos del segundo cuarto, coincidiendo con una salida en zona de los vallisoletanos, el Real Madrid consiguió su máxima ventaja, 31-17 (min. 12.45), con Tucker firmando sus mejores minutos en su asociación con Tomic.
Sergio Rodríguez sigue demostrando que su vuelta a Europa está siendo más complicada de lo previsto. Mejoró en tiro, en rapidez de bote, pero sigue sin dirigir al equipo, una faceta en la que cuando se fue tampoco era el mejor. Sin hacer un gran partido y sin que el Blancos de Rueda mostrara nada en especial, salvo las buenas maneras de Slaughter, Robinson y Barnes, el Real Madrid se marchó a vestuarios con una ventaja de nueve puntos, 43-34, y la sensación de que no había lavado sus pecados belgas.
Esta sensación se hizo más patente cuando a los dos minutos del tercer periodo, el equipo de Messina notó el aliento en el cogote de su rival, 45-43. Las ideas en ataque no fluían y la sensación de falta de chispa cada vez fue más evidente. Con el empate a 47 (min. 23.45), todos quedaron convencidos de que lo realmente importante era el triunfo y que las reivindicaciones, de juego, de tiro, de actitud y de cualquier otra índole deberían quedar para mejor ocasión.
Un parcial de 13-3 en cuatro minutos enderezó el rumbo del partido de nuevo, y otra vez desde la defensa, que posibilitó mejores opciones de ataque y más tranquilidad para ejecutarlas. Ocho puntos de margen, 64-56, fueron los que consiguió el Real Madrid para afrontar el último cuarto. Los castellanos volvieron a colocarse en zona y esta vez funcionó pese al acierto inicial en el tiro de Carlos Suárez. El Madrid se puso nervioso en ataque, se cegó en la circulación del balón y dio vida, 71-69 a falta de 4 minutos, a un Blancos de Rueda que demostró poco además de aplomo y fortaleza mental.
Un nuevo tirón de los locales de la mano de los habituales Suárez, Reyes y Llull fue suficiente para conseguir la victoria. Las reivindicaciones de juego y tiro quedarán para mejor ocasión.
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