Frágil Valencia
Incluso con uno menos en el tramo final, el Zaragoza saca un empate merecido de Mestalla
Con uno menos el último cuarto de hora, el Zaragoza apenas sufrió en su portería e incluso se descolgó en ataque. El cuadro de Gay completó un encuentro muy serio, impropio de su situación en la cola. Favorecido por una versión fantasmal del Valencia, partido en dos, desnortado y sin fuelle para abatir ni siquiera al colista. El equipo de Emery se ha caído estrepitosamente desde que se fundiera en la segunda parte en el Camp Nou. Desde entonces y sin contar la Copadel Rey, sus tres últimos goles han sido uno de penalti frente al Mallorca y dos en propia puerta: Edu con el Rangers y Lanzaro con el Zaragoza. Parece un conjunto muy frágil mentalmente, incapaz de reaccionar cuando el rival le toma la delantera. Superado por la agresividad de su hinchada. Una mala tarde de sus hombres de banda, tanto los laterales como los extremos, le colocó al borde del precipicio.
Valencia 1 - Zaragoza 1
Valencia: Moyà, Miguel, David Navarro, Ricardo Costa, Mathieu, Topal, Banega (Manuel Fernandes, m.76), Pablo (Joaquín, m.61), Mata, Vicente (Soldado, m.68) y Aduriz.
Zaragoza: Toni Doblas, Diogo, Lanzaro, Jarosik, Contini (Edmilson, m.70), Ponzio, Jorge López, Pinter (Ander Herrera, m.45), Gabi, Lafita (Bertolo, m.76) y Braulio.
Goles: 0-1, m.3: Lanzaro. 1-1, m.44: Lanzaro en propia puerta.
Árbitro: Delgado Ferreiro (colegio vasco). Amonestó por el Valencia a Banega, Aduriz y David Navarro y por el Zaragoza a Contini y Gaby. Expulsó con roja directa a Ander Herrera (m.68)
Incidencias: Partido de la novena jornada de la Liga española de primera división disputado en el campo de Mestalla ante 40.000 espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones.
Fue el inicio soñado por Gay: armado con cinco defensas, en la primera subida de uno de sus tres centrales a rematar un córner, encontró el gol. No exactamente en el saque de esquina, sino a continuación. Lanzaro se encontró solo ante Moyà porque la defensa local había tirado mal el fuera de juego: Miguel se durmió en la salida. Al zagueroitaliano le dio tiempo a elegir el palo por el que quería marcar. El Zaragoza disfrutó de 10 minutos muy intensos en los que primero Lafita y después Braulio dispusieron de sendos uno contra uno con Moyà. Mestalla bramaba contra su equipo. Pero el portero mallorquín alargó los pies justo para desviar ambos disparos rasos.
El Valencia ya jugó acelerado toda la primera parte, con la amenaza de bronca que se cernía sobre él. Especialmente cuando la pelota pasaba por Miguel y Mestalla estaba a punto de hacer aflorar sus bajos instintos. El lateral derecho portugués tuvo uno de esos días, una de esas jornadas en las que no da pie con bola. El Zaragoza siguió acercándose a Moyà con cierta facilidad, transiciones cómodas desaprovechadas en el último momento. Y el Valencia actuó demasiado largo, a pesar de los intentos de Ever Banega y de Topal por juntar al equipo. Los extremos, sin embargo, apenas desbordaron y Mata tampoco consiguió enlazar con Aduriz. Al menos hasta que, desesperado, buscó colgar un balón al área desde el callejón del ocho, uno de esos centros a pie cambiado, con el efecto hacia adentro que tanto daño hacen en las defensas rivales. Como pudo comprobar Lanzaro, que peinó hacia atrás la pelota y marcó en propia puerta.
Gay quiso dar un paso adelante en el descanso. La entrada de Ander Herrera debería proporcionarle más precisión en el último pase. Al principio, el Zaragoza dio un paso atrás y ya no salió con la frescura de la primera parte. Topal y Ever Banega se fueron apropiando del choque a pesar de que al Valencia le siguió, pero seguía faltando fluidez por las alas. De ahí de que el cambio de Pablo por Joaquín estuviera cantado. Casi a petición popular. El siguiente era el de Soldado por el otro desafortunado extremo, Vicente. Pero antes el Zaragoza perdió a Herrera al ser expulsado por una entrada por detrás a Mata. Cabría esperar una avalancha valencianista, pero casi sucedió lo contrario. El Zaragoza comenzó a respirar pegado a la bota de Jorge López, que movió con sabiduría a su equipo desde la banda derecha. La última incorporación valencianista, la de Fernandes por Banega, tampoco aumentó la rapidez en la circulación de la pelota. A los cinco minutos de entrar, el portugués ya parecía cansado. Y el Valencia lo fio todo a las acciones individuales de Joaquín, insuficientes ante la falta de colaboración de algunos de sus compañeros. En el Zaragoza, en cambio, todos cumplieron su parte. Y se llevaron un empate más que merecido.
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