Un equipo rico en matices
España consigue ante Brasil su séptima victoria camino de Turquía
Dentro del panorama baloncestístico, Brasil no es ningún cualquiera. Por historia, la canarinha se merece el respeto a tenor de los dos títulos mundiales con los que cuenta en sus vitrinas, los de 1954 y 1959. Pero España no entiende de viejos complejos. No esta generación. En Logroño, el conjunto de Sergio Scariolo volvió a refrendar su condición de vigente campeón del mundo y abatió al sudamericano con solvencia (84-68). Así aumenta a siete los triunfos conseguidos por la selección durante la preparación para la cita de Turquía, que comenzará el día 28.
No está Pau Gasol en esta selección. Tampoco lo estaba ayer Marc, su hermano, que junto a Rudy Fernández, también lesionado, vio desde el banquillo los progresos de sus compañeros sobre el parqué. Pero ya de inicio España se mostró muy superior en juego a Brasil, un combinado muy físico, con pedigrí de la NBA, pero que contó con las bajas de Hilario y Splitter, ex del Caja Laboral Baskonia.
ESPAÑA 84 - BRASIL 68
España (21+23+20+20): Navarro (13), Calderón (8), Vázquez (8), Mumbrú (9), Garbajosa (10) -quinteto inicial- San Emeterio (10), Ricky Rubio (7), Reyes (5), Claver (7) y Llul (7).
Brasil (11+23+21+13): Alex García (5), Marcelo Huertas (2), Barbosa (12), Varejao (6), Giovannoni (8) -quinteto inicial- Machado (14), Dos Santos (5), Murillo Rosa (7), Neto y De Souza (9).
Parciales: 21-11, 44-34 (descanso), 64-55 y 84-68 (final).
10.700 espectadores en la plaza de toros de La Ribera.
Los españoles atacaron con dinamismo y variedad el aro rival. Si Navarro metía dos triples consecutivos, a la siguiente, Vázquez ejecutaba un mate y, si no, rebote ofensivo y canasta de Reyes. Un recital.
Tal ritmo de juego abrumó a los brasileños, que vivieron en función de la inspiración de Barbosa. El escolta, nuevo compañero de Calderón en los Raptors de Toronto, fue el gran aglutinador de su ataque. Todo giraba en torno a él. Se esperaba la presencia del también NBA Varejao, ex del Barcelona, que pasó inadvertido en la pista ante la atenta vigilancia de Fran Vázquez, un coloso bajo los aros.
Con una media de 10 puntos de renta durante los primeros dos actos, España se plantó en el descanso con comodidad (44-34).
Pero esto es baloncesto. Y en este deporte las confianzas se pagan. Cuatro minutos en la reanudación sin anotar un solo tanto, con la selección más pendiente de la filigrana que de la efectividad, revivieron a los sudamericanos. Sin Barbosa, en el banco por exceso de faltas personales, y con Machado martilleando desde el perímetro, los visitantes llegaron incluso a dar la vuelta al marcador (49-51, m. 28) para incredulidad de los asistentes. Pero Llull, experto en estas latitudes, volvió a dar aire a los españoles con un triple que dio vida a los suyos.
Los brasileños, en cambio, perdieron los nervios y volvieron a las diferencias iniciales. Acabaron desquiciados y sucumbiendo. La gran variedad táctica y técnica de sus rivales les pasó factura. Son las credenciales de España, un equipo rico en matices.
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