Serbia se suicida
Una estúpida mano de Kuzmanovic en el área derrota a los de Antic ante una fogosa Ghana
Lo peor, aunque ya de por sí grave, no es hacer un penalti ridículo que condene a tu equipo a ocho minutos del final. Lo lamentable es negar con evidente ofuscación una acción inaceptable en un jugador de élite. En ese penalti fruto de la estúpida mano del serbio Kuzmanovic encontró Ghana el único camino para convertir en gol tanto derroche físico, tanta exhibición de músculo huérfana de fútbol.
El triunfo penaliza a Serbia por su apuesta rácana y también por su falta de tino cuando, con uno menos por la expulsión también ingenua de Lukovic, tuvo arrestos para acercarse a la meta africana. Krasic, con todo a favor, disparó muy centrado para que rechazara Kingson. Cuando mejor jugaba Serbia, Kuzmanovic entregó la cabeza de su equipo para que Ghana alimentara con fundamentos sus posibilidades de clasificarse. Un triunfo al alzarse el telón es fundamental.
Serbia 0 - Ghana 1
Serbia: Stojkovic, Ivanovic, Lukovic, Vidic, Kolarov, Krasic, Milijas (Kuzmanovic, m.62), Stankovic, Jovanovic (Subotic, m.77), Pantelic y Zigic (Lazovic, m.70).
Ghana: Kingson, Pantsil, Vorsah, Mensah, Sarpai, Tagoe, Annan, Prince Boateng (Addy, m.90), Ayew, Asamoah (Appiah, m.73) y Gyan (Owusu-Abyie, m.90+).
Gol: 0-1, m.84: Gyan, de penalti
Arbitro: Héctor Baldassi (Argentina). Amonestó por parte de Serbia a Zigic y Kuzmanovic y por parte de Ghana a Vorsah y Tagoe. Expulsó por acumulación de tarjetas al serbio Lukovic (m.74).
Incidencias: partido disputado en el estadio Loftus Versfeld de Pretoria en una tarde soleada y húmeda y con 21 grados de temperatura al comienzo del encuentro.
La mediocridad que asuela hasta ahora la Copa del Mundo no tuvo reparos en asomarse en el estreno de Serbia y Ghana. Basta con un dato. Si Zigic, llamado a marcar las diferencias en el conjunto europeo, se convierte en el mejor defensa de los de Antic, la consigna básica es el cerrojazo.
Algo venenoso tienen los partidos de presentación en la máxima cita futbolística que paralizan el ánimo de seleccionadores y jugadores, más pendientes de seguir vivos en la competición con la consecución al menos de un empate que de aventurarse en busca del triunfo. Serbia, con un once plagado de jugadores que compiten en algunas de las mejores escuadras de Europa, caso de Vidic, Ivanovic, Krasic o Zigic, fue incapaz de llegar con peligro a las inmediaciones del área de Ghana, equipo tan fuerte físicamente como plano en su propuesta. Cuando el fútbol es tan previsible y tan plano, la emoción decrece y el aburrimiento se convierte en tónica. El problema no era, ni mucho menos, la falta de fuerza o empuje, de la que andaban sobrados los dos equipos. Lo que provocaba el desconcierto es que casi nunca ese derroche físico, en especial en el caso de Ghana, se acabara traduciendo en algo futbolísticamente digerible.
Lo mejor llegó en la segunda mitad, cuando el cansancio provocó fisuras para el desorden y, con él, cierta emoción. Zigic, quizás por tanto defender, perdió una ocasión clamorosa a pase de Pantelic, en clara compensación al error anterior de Ayew, quien remató fuera con todo a favor.
Dos ocasiones que acabaron por convertirse en un oasis ante tanta carga de caballería. No faltaron carreras desordenadas ni choques contra rivales en conducciones sin sentido. Fue en ese tramo final del encuentro cuando Serbia decidió suicidarse. A falta de un cuarto de hora para la conclusión, Lukovic agarró a Gyan en el centro del campo sin medir que ya había visto una tarjeta amarilla.
Obligados al repliegue en inferioridad, los serbios tiraron de orgullo ante la incapacidad ghanesa de asaltar una defensa bien ordenada, capitaneada por futbolistas tan fiables como Vidic e Ivanovic. En una contra fulgurante, Krasic tuvo la oportunidad de sentenciar el partido a favor de Serbia, que tiró todo por la borda con el penalti de Kuzmanovic. Gyan lo convirtió en gol con autoridad y aún pudo marcar el segundo en un remate al palo. Kuzmanovic seguía sin entender por qué cometió esa falta tan absurda.
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