El 'laportismo' se atomiza
Rosell aspira a la victoria por los votos fidelizados para alcanzar hoy la presidencia del Barcelona mientras que Ingla, Ferrer y Benedito confían en la movilización de los indecisos
Los socios del FC Barcelona (118.665 sobre 175.000) eligen hoy a su nuevo presidente después de que Joan Laporta, que ha ejercido el cargo desde 2003, la etapa más laureada de la historia del club, no pueda presentarse a la reelección porque los estatutos de la entidad limitan a dos los mandatos. Los distintos sondeos coinciden en que Pep Guardiola, el entrenador, sería el presidente ideal de los barcelonistas, valoran la obra de gobierno de la directiva saliente y cuestionan la figura de Laporta. Así las cosas, sin debate deportivo posible, la campaña ha sido complicada para los cuatro candidatos, obligados a contrastar sus programas a partir de propuestas sociales, económicas e institucionales. La sensación es que la gent blaugrana aspira a que el nuevo presidente sea una persona que tenga contento a Guardiola y sea menos personalista que el actual. El laportismo se atomiza.
Laporta no ha sabido delegar ni cohesionar un equipo que asumiera su legado, circunstancia que ha convertido a su peor enemigo, Sandro Rosell, en el favorito, por delante de Jaume Ferrer, Marc Ingla y Agustí Benedito. A Ferrer difícilmente le alcanzará con tener el aparato del club a su favor, más que nada porque Laporta prefería a Alfons Godall y Xavier Sala i Martín, un síntoma más de que el laportismo solo se explica por boca del presidente. A Ingla le pesa ocupar el puesto reservado a Ferran Soriano en una candidatura que también aglutina a Albert Vicens y a Godall. Y a Benedito puede que le haya faltado equipo y programa para reforzar su condición de líder natural.
A excepción del propio Benedito, que fue miembro de la comisión social hasta que dimitió por los negocios de Laporta con Uzbekistán, los demás candidatos han sido directivos con el actual presidente. A Rosell le ha beneficiado la estrategia de sus rivales, incapaces de juntarse, confiados todavía en movilizar a los indecisos, que podrían superar el 40%, ante la estabilidad deportiva y falta de debate. La abstención puede ser significativa. A diferencia de Guardiola, que sí participará, el presidente de honor, Johan Cruyff, está en Sudáfrica y asume que ninguna oferta le ha seducido.
Aunque ha sido el candidato más atacado ?una de sus empresas está siendo investigada en Brasil por la organización de un amistoso con Portugal y se recuerda su distanciamiento con el cruyffismo ?, Rosell confía en que los votos fidelizados ?presentó más firmas que la suma de sus tres rivales? le den la victoria. Rosell, al fin y al cabo, ya ha oficiado como presidente durante la campaña en tanto que aglutinador de cuantos quieren desmarcarse o saldar cuentas con Laporta.
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