La violencia toma la final del baloncesto griego
El cuarto partido entre Olympiacos y Panathinaikos fue suspendido en dos ocasiones, la policía cargó contra los aficionados y los jugadores huyeron de la pista entre bengalas
Una cita de alto voltaje. Así fue el último encuentro de la final de la liga griega de baloncesto entre el Olympiacos y Panathinaikos disputado el pasado domingo en el pabellón de La Paz y la Amistad, en el que, de forma paradójica, la violencia irrumpió una vez más con fuerza en las gradas y posteriormente se trasladó a la cancha. Gases, bengalas y golpes terminaron por convertirse en los protagonistas de la cita, que concluyó pasada la una de la madrugada y en la que los hinchas del Olympiacos lograron desatar el caos.
Antes del bocinazo inicial, la policía helena ya tuvo que emplearse a fondo para frenar el ímpetu de los seguidores, que en los primeros compases del choque lanzaron una bengala cerca del banquillo del técnico del campeón, Zeljko Obradovic. Acto seguido, la caída de objetos y una bomba de humo a la pista obligó a suspender el partido a los 25 minutos.
La tensión se incremento hasta tal punto que el pívot local Burusis tuvo que pedir calama a los hinchas por megafonía. Los jugadores se marcharon a los vestuarios y el partido se retomó pasada la una de la mañana, ante la petición de los clubes y de los jugadores, pero a falta de un minuto para la conclusión fue de nuevo interrumpido.
Con el pabellón ya prácticamente desalojado, los escasos radicales del Olympiacos que todavía permanecían en la grada lanzaron más bengalas contra los jugadores del Panathinaikos, que huyeron de la pista. Panagiotis Giannakis, técnico del Olympiacos, se mostraba rotundo después. "Estoy decepcionado con nuestro baloncesto". La violencia salpica con fuerza al baloncesto griego.
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