Fiesta en el Mediterráneo
El Almería acaricia la salvación tras masacrar a la contra a un Villarreal de dos caras
Lo que pudo ser un paseo acabó en un ataque de nervios . Tenía el Almería asida la permanencia con las dos manos y el ritmo cardiaco sereno después de una magistral disertación del juego al contragolpe que se plasmó con un 3-0 inapelable al descanso. El afortunado tanto de Crusat a los 13 minutos y la expulsión de Musacchio a los 15 habilitaron un panorama envidiable para el equipo andaluz, que masacró al osado Villarreal gracias a la velocidad de los pequeños Crusat y Piatti.
La fiesta se apoderó del estadio, que comenzó a festejar la salvación. Ni el más pesimista de sus aficionados podía imaginar lo que vino después. Sufrimiento, y mucho, para el Almería. Todo finalizó en el minuto 92, cuando Piatti, también a la contra, anotó el último gol del encuentro, que dio la tranquilidad al equipo andaluz y propició el alborozo. Del 3-0 se pasó al 3-2 y Diego Alves tuvo que hacer un paradón a Senna. Piatti, con el cuart, acabó con la angustia.
ALMERÍA 4 - VILLARREAL 2
Almería: Alves; Míchel (Vargas, m. 84), Chico, Acasiete, Cisma; Bernardello, M'Bami, Soriano; Piatti, Kalu Uche (Juanma Ortiz, m. 66) y Crusat (Goitom. m. 76). No utilizados: Esteban; Nieto, Ortiz Bernal y Corona.
Villarreal: Diego López; Venta, Godín, Musacchio, Marcano (Pirès, m. 82); Cazorla, Bruno, Senna; Rossi (Cani, m. 46), Nilmar (Ibagaza, m. 46) y Llorente. No utilizados: Oliva; Kiko, Ángel y Fuster.
Goles: 1-0. M. 13. Crusat. 2-0. M. 28. Uche. 3-0. M. 41. Uche. 3-1. M. 53. Marcano. 3-2. M. 66. Ibagaza. 4-2. M. 92. Piatti.
Árbitro: Turienzo Álvarez. Expulsó directamente a Musacchio (m. 15) y Chico (m. 64). Amonestó a Crusat (acarrea suspensión), Cazorla, M'Bami, Soriano y Piatti.
Unos 14.000 espectadores.
La revolución la propició, en primer lugar, la revisión del partido que hizo el técnico del Villarreal, Garrido, quien, aunque algo tarde, fortaleció su centro del campo con la entrada de Cani e Ibagaza. Ensimismado con tanto jugador de ataque, al conjunto levantino se le olvidó trabajar donde se genera el fútbol. Por arte de magia, la hemorragia quedó detenida. También ayudó el defensa Chico cometiendo la estupidez de la tarde al golpear sin balón a Llorente, con lo que las fuerzas se equilibraron.
La noche dejó para el recuerdo el triunfo parcial de dos estilos, tan válido el uno como el otro. El robo y la salida al contragolpe frente a la elaboración del Villarreal. Todo le salió a la perfección al equipo que adiestra Juan Manuel Lillo en el primer acto, desde la buena intervención del meta Alves a los siete minutos ante un Villarreal que tuvo un inicio entonado hasta las puñaladas que asestó a su rival a la contra. Presuntamente, el choque había quedado definido, pero quedaba mucho.
Tan feliz vivía el Almería que hasta despertó de su letargo Uche. Si de algo había adolecido el conjunto andaluz a lo largo de la temporada era de la ausencia de un goleador. El delantero nigeriano, lesionado la mayor parte de la temporada, acompañó a Crusat en el segundo tanto y tuvo la ocasión en el tercero de mostrar la virtud de los buenos atacantes: sacarse un gol de la nada.
Tiene mérito lo realizado por el Almería. Sin grandes nombres y con un entorno más bien pobre, sobrevive con una tremenda dignidad en la Primera División. Jugadores comprometidos, que conocen bien el oficio, rentabilizan el eficiente trabajo de una entidad que nunca se sale de los límites económicos que permiten su subsistencia. Así, con las ideas claras y un técnico que vive una segunda juventud, Lillo, casi puede festejar la permanencia.
En otra pelea se encuentra este Villarreal, mejor ayer con menos delanteros y sin la consistencia necesaria para pelear por la Liga de Campeones. Tuvo dignidad en un magnífico segundo tiempo, pero dio demasiadas facilidades en el primero.
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