Tolo, amigo
No te puedes imaginar el sentimiento de vacío que nos has dejado. Rozamos con las punta de los dedos tu salvación, pero este cruel Annapurna te había dado una puñalada certera y mortal. De nada valió el esfuerzo de Dawa, que salió a tu encuentro con oxígeno y alimentos. Estabas demasiado alto y no pudiste bajar ni un sólo metro de tu posición. La nieve nocturna tampoco ayudo en nada. A la mañana siguiente, sobrevolamos tu posición una y otra vez y tan sólo el blanco manto de nieve fue visible. Tu vida se apagó dulcemente tras la última comunicación de la noche anterior. No pudiste aguantar más, amigo. Tampoco sirvió de nada la solidaridad de Horia que aguantó con Juan y conmigo en el campo 4 tras hacer cima, asumiendo un riesgo extraordinario. Lo dimos todo, pero no fue suficiente.
Ahora nos llena la tristeza. Como jefe de expedición tuve que hablar con tu mujer y contarle lo peor que hubiese podido pensar contarle en la vida. Está destrozada, pero con el tiempo estará mejor, recordará al hombre soñador y valiente que fuiste y tus hijos crecerán orgullosos de las historias y aventuras que de ti, seguro, contarán. No fuiste un hombre normal. Fuiste un guerrero, un luchador de la vida y un hombre lleno de sueños. En todas las expediciones que hicimos juntos, he disfrutado de tu compañía como con nadie. Fiel, bondadoso, sin temor a equivocarme creo que has sido la persona más amable y buena que he conocido por estos lares. Fuerte y decidido, encontraste en el Himalaya un terreno de juego apropiado a tus cualidades. Acuérdate que te dije: te enganchará. Tu decías, no, que lo mío son las carreras. Lo tuyo era lo mismo que lo nuestro, perseguir objetivos casi imposibles y además, conseguirlos.
De ahí sacamos nuestra energía vital para la vida y por eso somos como somos, y por eso Marga se enamoró de tí un día. A ella quiero mandarle todo mi ánimo. Que aunque ahora todo sea negro, saldrá el sol poco a poco y al final, tanto tú como nosotros, nos quedaremos con la parte de Tolo que nos corresponde, con la que más nos gustaba y seguirá viviendo dentro de nosotros. Tolo, poco a poco se fue creando su fama en el Himalaya, siendo conocido, haciendo amigos, comportándose con honor, y eso ha hecho que hoy en día, todo el mundo conozca a este mallorquín fuerte, que decidió llevar hasta su tierra las historias de las grades montañas del mundo. Mallorca tuvo un gran embajador, que será difícil que se repita. Marga, disfrutaste de un gran padre y esposo. Nosotros hemos vivido grandes momentos con Tolo. Por eso no se va para siempre. Nos quedará su recuerdo, su sonrisa y su bondad. Te queremos Tolo, así que te esperamos, allí donde estés, pronto nos reuniremos.
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