Ganar a lo Cancellara
Tremendo Cance, tremendo. Tanta superioridad ha demostrado el suizo, que ha conseguido hacer de la Roubaix una carrera aburrida; y eso es una pena, aunque no quita ningún mérito (más al contrario, lo añade) al carrerón del potro de Berna.
Hacía muchos años que no veía una Roubaix, y en cierta medida me he llevado una decepción. Como en los últimos años estaba por ahí peleando por sobrevivir, me enteraba del transcurso de la carrera y del resultado por los mensajes que me llegaban por el pinganillo. Después, una vez en el velódromo, preguntabas por aquí y por allí. Cada uno te contaba su historia, y es que en Roubaix, cada uno de los participantes, incluso los que no son capaces de acabarla, tiene una historia como para escribir un libro. Acto seguido, en las duchas, hablabas con uno y con otro, y te hacías una composición de lo que había pasado por delante. Y los días siguientes, viendo imágenes y fotos de la carrera, veías en imágenes lo que ya te habías imaginado por las informaciones que te habían ido llegando.
Estaba claro que la carrera de hoy solo tenía dos favoritos, y eso siendo generosos. Después de Flandes, todo hacía presagiar una nueva exhibición del Cance, aunque por no matar la emoción, estábamos expectantes de ver cómo Boonen sería capaz de reaccionar a la superioridad del suizo. Y en este sentido la carrera ha respondido plenamente a las expectativas, pues eso es lo que hemos visto, pero la pena es que la incógnita se ha despejado demasiado pronto en un único movimiento de Cancellara, a más de 50 kilómetros de meta.
Para ganar esta carrera es imprescindible amarla, además de conocerla. Y todos los que estaban en ese grupo cumplían con estas dos condiciones, por eso Cancellara improvisó un ataque en un momento inesperado sabiendo que unas curvas más adelante se encontraba el tramo de Mons en Pevele. Ese tramo hace daño, mucho daño, aunque sin llegar al nivel del bosque de Arenberg. Pero Arenberg ya había pasado y había servido para que cada uno calibrase el nivel de fuerzas de sus rivales. Tras pasar "la foresta", como dicen los italianos, Cancellara jugó al despiste dejando que Boonen se sintiese dueño y señor de la carrera, viendo cómo se iba desperdigando la tremenda superioridad numérica del Saxo Bank, el equipo de Cancellara. Pero Cance aprovechó un momento en el que Boonen se dejó caer a cola de grupo tomándose un pequeño descanso para avituallarse. Se despistó un poco el belga, y entonces presentó sus cartas el suizo. Todos sabían que en algún momento lo haría, pero nadie pensaba que allí, todos creían que lo haría sobre el pavés.
Y tras este movimiento inesperado llegó el aburrimiento. En Mons en Pevele, vimos como Cancellara soltó de rueda a todo el que intentó seguirle, caso de Leukemans que le despidió con un gesto de resignación. Abusa de otro, tú que puedes, dijo con la mano (no sé, quizá se quejaba de la moto, pero si era esto, la queja no tenía mucho sentido, porque mejor moto llevaba él delante, la moto de Cancellara, la que todos sabían que llegaría primero a la meta).
Y en el grupo de perseguidores, llegó la apatía vista la superioridad del suizo. Tocaba luchar por la segunda posición, y dejaron la responsabilidad en las espaldas de Boonen, que poco a poco fue cayendo desfallecido. No obstante, bravo por él y por su actitud, a pesar de que fue el perdedor de la jornada. Y Flecha, que sabía bien la superioridad de estos dos, se resignó a luchar por esa segunda posición encontrándose con la oposición de Hammond y Hushovd, los dos integrantes del Cervélo que jugaron a lo mismo que Flecha, a hacer segundos. Bravo por Flecha, un nuevo podio en esta carrera, tu carrera, que agranda aún más tu palmarés, y que visto lo visto, era a lo máximo que podías aspirar, así que enhorabuena por lo conseguido que es para estar contento. El primer puesto se te escapó a 50 kilómetros de meta, pero ése ya estaba asignado desde la semana pasada; y el segundo te lo robó Hushovd, pero contra el noruego poco tenías que hacer en un sprint mano a mano, así que no te sientas defraudado por el resultado.
Hace unos años, cuando Cancellara ganó su primera Roubaix, le felicité a Roberto Damiani, un director suyo de sus años jóvenes. Y él me dijo que lo mejor no era que había ganado la Roubaix, sino que la había ganado como él esperaba que lo hiciese, a lo Cancellara. Pero visto lo de hoy, creo que Damiani se equivocó con sus palabras, o más que equivocarse, le faltó un pequeño matiz. Y es que el Cance de hoy en día es mucho más Cance que el de hace unos años. Ayer sí que ganó a lo Cancellara, como hizo la semana anterior en Flandes, o como hizo hace unos años en San Remo. Por buscar un paralelismo, diría incluso que ganó a lo Ballerini. Ahora sólo le quedan la Lieja y Lombardía, y entonces tendrá el palmarés que se merece un corredor de sus características. Es cuestión de tiempo, pero viendo lo que he visto estos dos fines de semana, no me queda ninguna duda de que tarde o temprano lo conseguirá. Igual que vestirse con el arcoiris de campeón del mundo de fondo en carretera. Al tiempo.
Y sólo me queda dar la enhorabuena a todos los que han sufrido la Roubaix desde la envidia que tengo por estar en casa en un día tan señalado y con la pena que aún llevo de que la última vez que estuve por allí, hace ahora un año, no podía ni siquiera imaginarme que no iba a haber más Roubaix para mí. Si lo hubiese sabido, hubiese tratado de despedirme del velódromo de alguna manera y hubiese guardado muchas más cosas de aquel día en el recuerdo, pero entonces no podía imaginarme todo lo que iba a pasar después... como dijo Ballerini, siempre en el recuerdo, gracias Roubaix.
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