_
_
_
_

El microscopio de Guardiola

Tito Vilanova, segundo entrenador del Barça, es un 'científico' del fútbol al servicio del campeón de Europa

Primavera de 2007. Francesc Tito Vilanova (Bellcaire de l'Empordà, Girona, 1969) está a punto de cerrar un acuerdo para entrenar al Terrassa, equipo de la Segunda División B del que es director deportivo desde la campaña anterior. Recibe una llamada de un antiguo compañero de La Masía, la fábrica de promesas del Barça. Es su amigo Pep Guardiola. Le cuenta que le han ofrecido entrenar al Barça B, en aquellos momentos en Tercera División, y que le quiere como ayudante. Cambio de planes.

Tito acepta la petición de aquel chico de Santpedor al que conoció en 1984, dos semanas después de haber ingresado en la factoría azulgrana. Le ofrece un proyecto que le motiva y la oportunidad de volver a casa. No se equivocó. Dos años más tarde, los dos amigos y compañeros saltan al césped del Camp Nou con la Copa de Europa, agarrándola uno de cada asa. Ninguno ha cumplido los 40. Estalla una ovación de más de 90.000 culés.

El ayudante de Guardiola siempre acaba conociendo los rivales al detalle, incluso cuando entrenaba en la complicada Tercera División
"Si hay alguien de quien soy amigo, pero veo algo que no hace bien profesionalmente, se lo digo igual. Y Pep hace lo mismo"
"Notaba más presión el año que estábamos en el Barça B porque teníamos la obligación de subir al equipo"

La decisión de Tito de entrenar al Barça B, que le hizo perder dinero, descender de categoría y asumir un segundo plano, ha acabado dando un vuelco a la carrera de este tipo tranquilo, militante de la normalidad. Aparece por la sala de prensa de la ciudad deportiva cuando ya ha amainado el temporal de periodistas. Minutos antes, Guardiola respondía a los medios con esa exhaustividad que rodea todo lo que hace. Él es el que da la cara, quien se mueve bajo el foco de medio mundo. Icono del éxito, el técnico revelación se ha hecho habitual de las portadas.

"Mientras ganemos, seguro que van a decir que Pep lo hace muy bien, que es muy guapo, que viste de maravilla; pero el día que dejemos de hacerlo encontrarán fallos en todo", reconoce con naturalidad Vilanova, que dice estar en paz con su vanidad: "No tengo necesidad de protagonismo. Lo llevo muy bien así", sonríe. Quizá porque un día, cuando esto del fútbol empezó a darle de comer, su madre le bajó los humos con un "¿qué te has creído? Lo único que haces bien es chutar una pelota". Esta filosofía le ha ayudado a digerir con una sencillez pasmosa el éxito fulminante de este Barça: "Sigo pensando que la gente sobrevalora el fútbol. Es verdad que entretenemos a mucha gente, que nos rodea mucha pasión, pero hay miles de personas que hacen trabajos mucho más importantes que el nuestro en beneficio de la sociedad, como los médicos o los investigadores".

El analista de Pep

Quién sabe si la ciencia ha perdido una lumbrera. Dice Vilanova que lo de estudiar no se le daba nada mal. Por algo siempre acaba conociendo a los rivales al detalle, incluso cuando entrenaba en la complicada Tercera División, donde no es fácil conseguir información sobre los contrincantes. Pizarra en mano, en aquella primera temporada en el filial sorprendieron sus dotes para la estrategia que resultaron claves en el ascenso del equipo a Segunda B y en su compenetración con Guardiola, que no dudó en contar con él cuando le propusieron la aventura de entrenar al primer equipo. Hoy sus análisis son esenciales en el vestuario del Barça. Siempre en una esquina del plano cuando las cámaras buscan a Guardiola en los partidos, Tito no abandona su chándal ni sus comentarios al técnico en el banquillo. No es un segundo al uso. "Con Pep me encuentro muy a gusto porque también me concede cierto protagonismo, me escucha y me da voz en el equipo".

El hábitat de Tito es el vestuario, donde se mueve con soltura desde que empezó a darle patadas al balón de niño en las calles de su pueblo de Girona. A ese chico que soñaba con el Barcelona y admiraba a Schuster y Maradona pronto se le quedó pequeño el equipo local y pasó a jugar en el Figueras, de donde salió al Barça antes de cumplir los 15. En la Masía pasó toda su adolescencia; de ahí viene su amistad con jugadores como Guardiola, Altimira, ahora preparador físico del Barça, Jordi Roura o Sánchez Jara. Las panzadas que se pegaban entonces con la comida que se traían del pueblo les valieron entre sus compañeros el mote de Els Golafres (Los Glotones).

20 años después, tres de aquellos chicos de estómago generoso forman parte del equipo técnico del Barça del triplete. El compadreo se deja fuera del vestuario: "Si hay alguien del que soy amigo, pero veo algo que no hace bien profesionalmente, se lo digo igual. Y Pep hace lo mismo", asegura Vilanova, a quien no ahogan los títulos conseguidos la temporada pasada. "Notaba más presión el año que estábamos en el Barça B, porque jugábamos en Tercera División, era el primer año que Pep entrenaba y teníamos la obligación de subir al equipo".

No todo ha sido gloria en la vida de este ex centrocampista. Como muchos jugadores que se forman en las categorías inferiores de los grandes equipos, a Tito también le tocó hacer las maletas para seguir siendo futbolista profesional. Sólo llegó a jugar un par de amistosos con el primer equipo, aquel al que vio entrenar tantos años desde la ventana de su habitación de La Masía. "Siempre tuve el Barça como una opción bastante cercana, pero posiblemente me faltó ese paso para conseguirlo". Tuvo que irse. Volvió al Figueras, pasó por el Celta, Badajoz, Mallorca y Lleida hasta que una lesión de menisco le obligó a retirarse en el Gramenet con 32 años.

Sin resentimientos

De aquella época en la que se recorrió media Península y conoció un fútbol "más agresivo" guarda buenos recuerdos. Es difícil arrancar lamentos a Vilanova, que asegura no rememorar con amargura su salida del Barça como jugador.

Vilanova no es una de esas personas a las que les gusta perder el tiempo. Se matriculó en la facultad de Empresariales de casi todas las ciudades en las que jugó, pero nunca logró compaginar el deporte con los estudios y acabar la carrera. Sin embargo, sí que pudo sacarse el primer y el segundo nivel de entrenador mientras estuvo en activo. Por eso, al saber de su retirada, su amigo Carles Rexach le dio la oportunidad de estrenarse como entrenador en La Masía. "Mi relación con Charly me permitió debutar con los cadetes del Barça", recuerda sonriendo. No le tocó una mala generación, porque entre aquellos adolescentes había un tal Leo Messi, que compartía equipo con jugadores como Gerard Piqué o Cesc Fàbregas. Vilanova recuerda divertido cómo la entrada de la actual directiva, que años más tarde pondría en sus manos el primer equipo, generó una reestructuración en el fútbol base que derivó en su segunda salida del club. Guardiola fue a buscarlo cuatro años después.

Son las tres de la tarde. Vilanova, camisa de sport, pantalón casual y zapatillas, se despide cordial. El sol alumbra la ristra de cochazos que puebla el aparcamiento de la ciudad deportiva. En un rincón, el internacional Sergi Busquets, uno de los jugadores que entrenaron Guardiola y Vilanova en el filial, posa con profesionalidad ante las cámaras. Tito ha desaparecido y los focos no lo han notado.

Tito Vilanova durante un entrenamiento del Barça la temporada pasada.
Tito Vilanova durante un entrenamiento del Barça la temporada pasada.ENRIC FONTCUBERTA
Pep Guardiola y Tito Vilanova, en el banquillo durante un partido de su equipo.
Pep Guardiola y Tito Vilanova, en el banquillo durante un partido de su equipo.VICENS GIMÉNEZ

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_