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Roy Evans | Mítico entrenador del Liverpool | Vuelve la Liga de Campeones | Real Madrid-Liverpool

"La táctica no nos ayudó a jugar mejor"

Llegó al Liverpool con el acné rebelde y los músculos por desarrollar. Limpiaba los vestuarios, llevaba las pelotas al campo y daba masajes a los futbolistas. También jugaba en la escuela del club. Aunque Roy Evans (Liverpool; 1948) sólo defendió la zamarra red en 13 ocasiones, es una leyenda del Liverpool, donde pasó 34 años de su vida: entrenador del filial -7 Ligas en 9 años-; preparador del primer equipo -conquistó 4 Copas de Europa (3 con Paisley; una con Fagan)-; y técnico desde 1993 a 1998, con una Liga. El fútbol lo absorbió de la Boot Room, un cuartucho destartalado que desprendía tantos efluvios a cuero y betún como a cerveza y whisky.

Pregunta. ¿Por qué tiene esta pasión por el fútbol?

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Respuesta. Mi padre jugó en el Cardiff y en los reservas del Liverpool. Luego me enganché a los partidillos en las calles de Bootle (afueras de Liverpool) y acabé por descubrir que no había nada mejor que ver al Liverpool de Bill Shankly. Me conmovió el equipo de 1965 con el capitán Yeats, el delantero Saint John...Además, los conocía a todos porque me encargaba de limpiarles las botas, aderezar el vestuario...

P. ¿Qué hizo con el primer sueldo que recibió?

R. 10 euros que me gasté de golpe. Mi padre, entonces, me obligó a ahorrar tres euros semanales. Así que con el tiempo y al subir al primer equipo, me hice con un FIAT 500. La pena es que sólo jugué 13 partidos oficiales con el Liverpool...pero opté por dejar la carrera de futbolista para ser entrenador. Fue duro y rechacé el puesto tres o cuatro veces, hasta que me convencieron al ofrecerme regresar al equipo si no me gustaba.

P. Y entró en el selecto grupo del Boot Room...

R. En escasos tres metros cuadrados, envueltos entre botas y adornados por una pequeña mesa donde nunca faltaba cerveza y whisky, nos reuníamos los técnicos -los capitanes no podían- para hablar antes de los entrenamientos y después de los partidos. Recuerdo mi primera reunión. Estaba nervioso porque delante tenía a Paisley, Fagan y Moran. Paisley anunció: 'Decid lo que tengáis que decir porque sé lo que ocurre dentro pero no fuera'. Respondí: 'Pueden ser cosas malas'. Y soltó: 'Así mejoraremos'. Punto y final. Lógicamente, a veces discutíamos; éramos cinco hombres hablando de fútbol. Pero estaba la norma yo no lo habría hecho así. Es decir, nadie podía decir esto tras un partido porque siempre nos reuníamos antes para expresar lo que quisiéramos sobre los jugadores o la táctica.

P. ¿Cómo se trabajaba la táctica por entonces?

R. Poco porque todos eran buenos jugadores. Quizá cuando fuimos a Europa sí que había casos donde aplicábamos tácticas. Sacábamos algún futbolista de la alineación o, como mucho, hacíamos la defensa al hombre. Pero la idea era dar continuidad al buen fútbol. Ese fue nuestro éxito. La táctica no nos ayudó a jugar mejor. '¿Cómo vamos a jugar?', preguntaban los chicos. 'Como en el partido pasado', respondíamos. '¿Qué quieres que haga?', añadía otro. 'Lo que sabes hacer', contestábamos.

P. ¿Qué papel tenía cada uno en el Boot Room?

R. Shankly empezó todo. Paisley nos llevó al siguiente nivel, más alto. Fagan era el más honesto. Moran era más ruidoso porque siempre necesitaba una respuesta. Y yo, más tranquilo. Cada uno con su papel. El problema es que quizá el espíritu del Boot Room se apagó con las tragedias de Heysel y Hillsborough. Lo que decía Shankly sobre que el fútbol no es a vida o muerte sino mucho más importante, era falso. Cuando hay vidas de por medio, el fútbol pasa a ser un juego.

P. ¿Cree que el boom de millonarios que ha desembarcado en la Premier despersonaliza a los clubes?

R. No tengo objeción alguna. Hay que aceptar que el fútbol es un negocio. Pero para estar al cargo de un club hay que tener pasión, como la de Abramovich. Los problemas llegan cuando hay dificultades económicas, como en el Liverpool. Y Benítez parece estar siempre en entredicho, lo que es un problema porque es público y a los aficionados no les gusta pensar en eso. Casi todos quieren que se quede y progrese. Me gusta Rafa pero, personalmente, preferiría que el técnico fuera uno de la casa como Sammy Lee. También me gustaría ver más jugadores ingleses y locales en el equipo. Rafa, de todas formas, despliega un buen juego. Es fantástico en la Champions porque es un especialista en la táctica, pero la Premier se le hace un poco larga. Y Anfield quiere la Liga.

P. ¿Y la Champions?

R. Es lo mejor porque ganarla supone ser campeones en Europa. Toca el Madrid, que está detrás del Barça desde hace tiempo y que no parece tan incisivo como en los años pasados. Es un gran club con grandes jugadores en tiempos difíciles. Pero no quiero destacar a nadie sobre el resto porque es un juego de equipo.

P. ¿Y qué supone Gerrard para el Liverpool?

R. De los grandes futbolistas del Liverpool siempre señalas a los que han acabado la carrera, pero a Steve ya es uno de los mejores de la historia. Luego está Torres, un tío grande. El año pasado fue absolutamente sensacional. En éste, sin embargo, todavía no ha vuelto a ser el tiburón que era.

Roy Evans
Roy EvansAP

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