El gol más rápido de la Liga
Llorente desmonta al Espanyol al marcar a los 7,42 segundos para el Valladolid
Pitó el árbitro el inicio del partido. La moneda dijo que quien sacaba de centro era el Valladolid. Llorente se la dejó a Víctor y echó a correr como si fuese a huir del campo. Víctor, sin mirar, lanzó el balón hacia adelante, patada a seguir, y allí Llorente apareció entre dos centrales que miraban con los ojos muy abiertos sin creer lo que veían. Hizo el delantero un control formidable y elevó el balón sobre la salida del meta Lafuente. En 7,42 segundos llegó el gol más rápido de la historia de la Liga, una jugada que ya hace algunos años el propio Víctor ensayaba en el Valladolid de Cantatore. Y que superó el tanto que el uruguayo Darío Silva consiguió en 2000 con el Málaga en un partido precisamente frente al Valladolid.
El técnico del Espanyol, Valverde, se encontraba con la peor situación posible, porque a su equipo se le ha abierto la puerta de la crisis cuando la temporada iba camino de ser ejemplar. Pero la derrota ante el Almería la jornada pasada, y la eliminación en Copa ante el Athletic le habían colocado antes del choque en un extraño estado de necesidad. Y el gol de Llorente resultó un golpe casi insuperable. Comenzó un partido diferente, el Espanyol buscó la iniciativa y el balón, pero Valverde y Mendilibar tienen los mismos genes futbolísticos y los dos equipos se parecen demasiado. Sin un momento de respiro, a toda velocidad, el cuero no salía de una estrecha franja de 30 metros en una maraña de rechaces. Y en esas regresó Llorente, que se había pasado el rato revoloteando entre los centrales sin un mal balón que echarse a la bota, recogió un mal control de Víctor y rompió la red con un disparo cruzado.
Valverde no encontraba solución. Tenía dos goles en contra cuando sólo había tenido que soportar tres ataques, estaba atrancado en la línea del centro del campo y no había tirado entre los tres palos. Para colmo, tuvo que gastar un cambio nada más comenzar la segunda parte por la lesión de Lafuente, pero con lo que le quedaba en el banquillo modificó el plan inicial para borrar la indolencia con la que se había movido hasta entonces.
Ganó músculo con Jonathan Soriano y ordenó un paso al frente. Pero el Espanyol ha perdido mucha de su pujanza anterior en sólo una semana y apenas fue capaz de llevar peligro a balón parado. De una falta salió el gol de Torrejón, y de otra un cabezazo de Valdo, casi sobre la bocina, que Marcos sacó en la línea de gol.
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