Nadal se rinde ante un sensacional Ferrer en octavos
El de Alicante se impuso al mallorquín por 6-7, 6-4, 7-6 y 6-2
Rafael Nadal, la esperada alternativa a la dictadura impuesta en los tres últimos años por el suizo Roger Federer en el Abierto de Estados Unidos, claudicó ante el también español David Ferrer (6-7 (3), 6-4, 7-6 (4) y 6-2), una raqueta con menos repercusión que el balear pero infatigable en la lucha.
Fue el cuerpo a cuerpo y su infinita fe la que propiciaron un éxito glorioso para el alicantino, siempre ensombrecido por la proyección y los éxitos de su rival. Los precedentes, además, jugaban en su contra. De cinco encuentros, Nadal había ganado cuatro. Los más recientes. El último, en Barcelona este mismo año.
Pero ni siquiera la agigantada figura del balear echaron atrás la ambición de Ferrer, que escala paso a paso su posición en el ránking. Ahora es el decimoquinto jugador del mundo. Trece puestos por detrás del mallorquín.
Nadal, que terminó con molestias físicas en la mano y en las piernas pero que no dio síntomas de acusar la tendinitis que ha cuestionado su futuro en el torneo en los últimos días, comprendió desde el principio que el asunto no sería tarea fácil. Ferrer busca batalla. Parece que se toma cada punto como una cuestión personal. Asume que su tenis carece del talento y la determinación de los grandes. Pero equilibra esa carencia a base de coraje.
Si se trata de recorrer kilómetros, sufre como el que más. Y en esas encontró su premio frente a un rival desdibujado, sometido a los golpes ganadores del alicantino y excesivamente errático. Nunca estuvo a gusto sobre la pista. Y su servicio le dio la espalda. A pesar de ello sacó adelante el primer set. Y eso que no lo hizo con la determinación que acostumbra. Fue en el ''tie break'' bendecido por los fallos de su rival.
En el segundo set empezó su declive. Después de disponer de 2-0 a favor Nadal cambió la cara. Ferrer, inspirado y acertado en la permanente búsqueda de las líneas, se anotó cinco de una tacada. Cerró la manga por 6-4 y tomó carrerilla. El gasto del balear fue en vano. Errático en exceso, sin confianza y desconcentrado. Aguantó el tipo y se agarró al desempate en el tercer set, que echó a perder y dejó su empresa cuesta arriba.
Ferrer rompió en el sexto juego del cuarto parcial y se preparó para celebrar el triunfo. Aceptó el peloteo y tiró de inspiración ante la angustia del número dos del mundo, resignado y entregado a su suerte.
El alicantino cerró una victoria sonora. Un premio a su éxito. Una recompensa a su esfuerzo. Por primera vez en los cuartos de final del Abierto de Estados Unidos. Sobre pista dura y al margen de la arcilla, donde Ferrer suma sus mejores éxitos. Espera al argentino Juan Antonio Chela, al que nunca ha ganado. Un nuevo reto.
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